"Vale la pena insistir en la necesidad de medidas estructurales para que el crecimiento sea más alto", dice Juan Carlos Mora, presidente de Bancolombia.

Por: Juan Carlos Mora*
El ambiente en el inicio de año suele estar marcado por el optimismo, pero esta vez es diferente: el 2020 llegó con más interrogantes que certezas para la mayoría en el mundo. Aún en medio de un entorno internacional complejo y una situación local retadora, Colombia tiene razones para ver el panorama con un cristal más positivo.
Sin embargo, traemos de tiempo atrás una lista de pendientes que deben atenderse para que las buenas expectativas se conviertan en resultados tangibles e impulsen el desarrollo económico sostenible que tanto necesitamos.
Tal y como van las cosas, la economía colombiana seguirá en una posición destacada en América Latina. Mientras que las proyecciones de organismos internacionales apuntan a un crecimiento regional entre 1 y 2 % este año, las proyecciones para Colombia están sobre el 3 %. En Bancolombia esperamos una expansión de 3,3 % en el PIB local.
Por lo pronto, vemos un crecimiento que continuará promovido por el consumo, que impulsará los servicios, el comercio y el sector financiero, por mencionar algunos; y otras actividades irán sumándose al buen desempeño, como la industria y las obras civiles. Así, el primer desafío está en mantener ese dinamismo, con todo y los retos que enfrenta la economía global y las implicaciones de un entorno social convulsionado. El crecimiento debe venir acompañado de iniciativas para generar más puestos de trabajo y de mejor calidad, pues las cifras de empleo fueron uno de los grandes lunares del 2019.
El manejo fiscal será desafiante para el Gobierno. Es bien sabido que la ley de financiamiento 2.0 podría empezar a reducir el recaudo tributario neto desde este mismo año, lo que exige tramitar otro ajuste para generar más ingresos y resolver las deficiencias del sistema de impuestos. Tanto como los temas de corto plazo, vale la pena insistir en la necesidad de medidas estructurales para que el crecimiento sea más alto y sostenible en el tiempo. El país no puede seguir dando largas a las acciones para mejorar la productividad, condición para una economía más competitiva y resiliente.
El diagnóstico ya está hecho: cada año, el Consejo Privado de Competitividad emite recomendaciones con temas transversales que impactan la mayoría de las actividades productivas y que van desde temas de diseño institucional, administración tributaria, educación y asuntos laborales hasta las grandes reformas, como la pensional. Es cierto que muchas de esas acciones corresponden al sector público, pero no podemos confiar solo en las grandes reformas estructurales: hay que pensar en ajustes más pequeños con alcance de largo plazo.
Entre tanto, no hay que perder de vista que seguiremos moviéndonos al vaivén de la incertidumbre mundial. Algunos temas claves son Estados Unidos, que este año tendrá elecciones presidenciales y un escenario de una posible desaceleración económica; la situación de los mercados financieros y su impacto en países emergentes como Colombia.
Precisamente, hay una ciudadanía más empoderada y dispuesta a manifestar su descontento, que exige mayor acción del Gobierno y del sector privado. El Ejecutivo debe responder a los requerimientos de diferentes grupos de la sociedad sin sacrificar la disciplina macroeconómica y cumpliendo con la regla fiscal. Al tiempo, los empresarios tenemos el gran reto de ser más activos como agentes de cambio.
Estoy convencido de que promover desarrollo económico sostenible es el mejor camino para generar bienestar para todos.
*El autor es presidente del Grupo Bancolombia.
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