El COO de Grupo Credicorp, Alejandro Pérez-Reyes, destacó que los países latinoamericanos deben enfocarse en aprender entre ellos de qué funciona y qué no en sus respectivos sectores financieros.
Para nadie es un secreto que la pandemia llevó a que la gente se alejara del efectivo y se viera obligada a encontrar medios alternativos de pago, dándole un impulso a las billeteras digitales que generó un círculo virtuoso en la región. Viendo los números de Colombia en ese aspecto, donde hasta 64% de la población las calificó como ‘buenas’ o ‘muy buenas’, según el nuevo Índice de Inclusión Financiera (IIF) del Grupo Credicorp, demuestra que “sí están siendo adoptadas de verdad”.
“Cuando uno mira la calidad percibida de las billeteras digitales, así como una frecuencia de uso en más de 50%, se demuestra que no es simplemente que alguien abrió su cuenta, sino que más de la mitad de la gente la usa muy frecuentemente. Es un tema importante”, dijo a Forbes el COO del Grupo Credicorp, Alejandro Pérez-Reyes.
¿Cuál es la dificultad en este caso? Más que incorporar a la gente al sistema financiero, es cómo mejorar el uso de estas herramientas cuando aún hay porcentaje muy alto de gente informal y que no tiene excedentes para ahorrar. De ahí que el verdadero reto del sector sea ese trabajo de cerrar brechas de acceso entre el lado rural versus el lado urbano. A juicio del ejecutivo, esto hay que hacerlo con infraestructura y con acceso a internet.
Si bien las billeteras digitales no requieren mucha infraestructura y “ya te dejan con un pie adentro”, lo importante es cómo llevar a los usuarios hacia otros productos, hacia tener ahorro, pago de servicios y, eventualmente, crédito. Ese es un reto grande si se tiene en cuenta que, históricamente, la banca estuvo construida alrededor de una economía formal.
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“Tiene que haber un foco en las poblaciones que históricamente han estado fuera, porque incluso cuando tú miras el sector formal de nuestros países, hay un nivel de inclusión muy alto, que alcanza 45%. Esto es un trabajo público privado, pues creo que no lo van a lograr solos”, añadió.
Cuando este grupo de personas ya empiezan a tener una aplicación de pagos y a generar algún tipo de historia de comportamiento financiero, potencialmente van a poder acceder a ciertos microcréditos al tener, finalmente, una idea de su comportamiento financiero. Y es que, en el momento en que empiezan a usar las billeteras digitales, el sistema tiene algún tipo de indicio de quién podría enfrentar un pequeño crédito en un sector al que nunca se le habría prestado en la vida anterior.
Eso lo han entendido entidades como la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC), qe ya trabaja en una estrategia de open finance para 2025 donde el open data jugará un papel de relevancia al habilitar la información de los colombianos para otorgarles mayores beneficios mediante el apoyo de varios actores del sector, lo que puede llevar a una verdadera personalización de los productos financieros.
“Si tú quieres llevarme al siguiente escalón, no vengas y me traigas el producto para cualquiera: tú ven y tráeme algo hecho para mí, pero… ¿cómo te traigo algo hecho para ti si no tengo idea quién eres? Cuando entras al sistema por la billetera digital, yo tengo algo de data. Si además puedo cruzar toda tu data en una serie de sitios, quizás puedo llegar a conocerte mejor y se me hace más fácil poderte traer el producto adecuado o un crédito hecho a tu medida“, comentó Pérez.
Asimismo, el directivo añadió que, desde Grupo Credicorp, las opciones en el tema de open banking van más allá de la regulación, pues si el objetivo de una mayor disponibilidad de la data es que puedan aparecer nuevos actores con mejores productos o más adecuados, “va a acelerar todo lo que estamos conversando”.
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¿Qué tan sencillo es lograrlo con un nivel de cohesión regional? La clave, según Pérez, radica en la posibilidad de intercambiar información de casos de éxito y de entender que están haciendo en Chile que funcione, así como en Colombia, Perú, Ecuador, etc…
“Creo que hay mucho para aprender entre nosotros de lo que funciona y lo que no. Creo que tenemos que tratar de fomentar este tipo de conversaciones para escuchar las mejores prácticas que podríamos compartir, pues lo último que quieres es que alguien que entre al sistema acabe en las centrales de riesgos con archivo negativo”, detalló.
Un primer ejemplo de esa cooperación regional podría verse en la integración bursátil que planean Chile, Colombia y Perú. Y es que una de sus mayores ventajas radica en que la regulación en cuanto a mercado de capitales es lo suficientemente parecida como para que se pueda adecuar muy fácilmente entre todos. Sin embargo, el tema tributario no es tan parecido y puede ser un problema si no se aborda ahora.
“Es bien difícil pensar en una integración cuando la tasa tributaria es distinta dependiendo en qué mercado transo. Una de las ventajas de la unión de las bolsas es configurar un mercado más grande que tenga más emisores y compradores, que además ofrezca más liquidez. Para lograr eso, tú necesitas que los inversionistas peruanos puedan comprar títulos de empresas colombianas y chilenas en el mismo nivel de conocimiento como si lo hicieran con compañías peruanas, pero si cada una es esas inversiones tiene un tratamiento tributario completamente distinto, te vas a complicar bastante”, concluyó.