Gisselle Ruiz Lanza, quien lidera al gigante tecnológico en la región, explica que la IA plantea un cambio generacional en la computación, y advierte que es necesario evitar que se genere una nueva brecha digital.
¿Pueden los semiconductores y la economía digital jugar en las próximas décadas el mismo papel que el petróleo ha desempeñado en la geopolítica global en los últimos 50 años?
Gisselle Ruiz, directora de Intel para América Latina, no duda en afirmar que sí. Y, de hecho, en la visión de este gigante tecnológico, el silicio, el insumo con el que son fabricados los semiconductores y alimenta una industria de US$574.000 millones, es el motor de la economía digital que representa el 15% del PIB global (US$8 billones).
“La Inteligencia Artificial no es un sustituto de la inteligencia humana, sino un complemento”, insiste Ruiz, que en diálogo con Forbes dice que es imperativo llevarla a todos los sectores y empresas de todos los tamaños para evitar que se genere una nueva brecha digital entre quienes tienen acceso a la IA y quienes corren el riesgo de quedarse al margen de esta herramienta.
¿Cómo le fue este año a Intel en la región que usted lidera y cuáles son las perspectivas para 2024?
Venimos de años de un gran crecimiento impulsado por la digitalitalización de todas las cosas; la pandemia nos llevó a una situación en la que las empresas, los gobiernos y las personas introdujeron más tecnología para seguir operando. Y eso aceleró la digitalización.
Evidentemente hoy estamos en un contexto macroeconómico y geopolítico diferente y retador. América Latina no está ausente de todo eso. Pero tuvimos un buen año y seguimos viendo a la región con buenas perspectivas, porque todos entendemos hoy mucho mejor cómo la tecnología pasa a ser esencial para estimular la productividad, la eficiencia, traer más inteligencia al negocio, mejores experiencias y repensar la forma como operamos.
La tecnología ya no es una opción, es parte fundamental de empresa independientemente si está en manufactura, gobierno, retail o educación.
¿Qué oportunidades ven en Colombia y en la región?
La escala que está tomando Inteligencia Artificial generativa va a impulsar las tecnologías y el consumo de IA con muchos modelos de uso diferentes. América Latina entró en la onda de la IA.
De hecho, en Intel hablamos de los 5 superpoderes tecnológicos que están colaborado con la digitalización de todas las cosas y son parte de nuestra vida. La conectividad es uno de ellos y vemos a Latinoamérica implementando redes 5G, una tecnologia que va a permitir nuevos modelos de uso. Estamos hablando de IoT, del borde inteligente -más del 90% de los datos van a ser capturados y procesados en el borde, no necesariamente en la nube. Entonces, vemos ese crecimiento de la implementación de cómputo, procesamiento y de IA en el borde.
Pero la gran oportunidad que viene con todo este movimiento de la IA en el PC, que traerá más productividad y nuevas experiencias tanto para el consumidor final, como el gamer y las empresas.
¿Cómo garantizar la democratización en el acceso a estas nuevas tecnologías en el PC?
Es algo que siempre está presente en los planes de Intel, cómo llevar la tecnología de una manera escalable y accesible para democratizarla. Al final del día, no se trata solamente de lanzar un dispositivo sino de lograr que se use en los colegios y en los hogares. Los primeros PC con IA van a llegar al mercado con unas listas de precios un poco más altas, hablamos de PCs bastante bien configurados, pero a medida que empiecen a escalar se volverán más accesibles.
Intel prevé que entre 2024 y 2025 va a haber en el mundo más de 100 millones de PCs con IA. Van a llegar al mercado como Core Ultra en la nueva marca de CPU que tiene IA incorporada.
¿Es posible que el silicio y la economía digital sean los grandes protagonistas de la economía global en las próximas décadas? ¿Cómo garantizar que la región tenga un rol en esa nueva economía?
Creo mucho en la colaboración público-privada con la academia. Para que todas estas tecnologías emergentes -como la IA, la computación cuántica, etc- sean una realidad, la educación será clave. Necesitamos profesionales que no solo diseñen las tecnologías sino que sepan cómo usarlas. La educación es un gran pilar y nosotros estamos comprometidos con el desarrollo de un ecosistema más amplio para reducir la brecha que existe en el mundo, pero especialmente en América Latina.
Por eso, hemos lanzado programas como IA para jóvenes o AI Readiness. Pero además, estamos trabajando con los gobiernos para que estas tecnologías sean accesibles localmente, que podamos estimular la innovación, el ecosistema de startups.
Nuestro papel es habilitar ese ecosistema de empresas locales y globales con tecnología y herramientas que ayuden a las empresas grandes y pequeñas y a los desarrolladores a ser más eficientes mediante el uso de la inteligencia artificial. Es una manera de democratizar el acceso a la IA.
¿Les preocupa que surja una nueva especie de brecha digital entre quienes tienen acceso a la IA y los que no?
Siempre es un punto de atención. Por eso nuestra estrategia siempre ha sido de ‘open source’ justamente para democratizar la tecnología y hacerla más escalable. No es un esfuerzo de una sola empresa, tiene que ser un esfuerzo de un gran ecosistema.
Ud mencionó que la IA no es un sustituto de la inteligencia humana. ¿Qué hay que hacer para que la inteligencia humana se valga de la IA y que esta última no termine desplazándola?
Realmente creemos que al igual que ha ocurrido en otras revoluciones -como la industrial- siempre se han escuchado ideas como el riesgo de que los caballos dejen de existir. Al final del día, lo que hemos visto es una evolución en la forma en que se trabaja. Nosotros creemos que la tecnología es un aliado para amplificar y para colaborar. Por ejemplo, el proceso de creación, de estudiar y producir innovaciones. La IA viene para complementar y amplificar lo que la creatividad y el ingenio del ser humano puede generar.
Entonces, no sustituye la creatividad humana y viene para ayudarnos en algunas tareas que vamos a dejar de hacer, como tomar notas en una reunión. En vez de ello, puedo participar de otra manera. O reducir el tiempo de desarrollo de nuevas aplicaciones.
Al final no se trata de la tecnología por la tecnología, sino cómo la vamos a usar para el bien.