Si no se gestionan y procesan correctamente, los datos pueden perder su potencial y en lugar de ser una ventaja competitiva para las empresas, llegan a convertirse en una carga. ¿Cómo aprovecharlos con IA?

¿De qué sirve tener millones de datos si no sabemos qué hacer con ellos? Es como tener una biblioteca infinita, pero sin clasificar, sin índice y sin nadie que te diga por dónde empezar. Hoy, las organizaciones están rodeadas de información que podría ser útil, pero muchas veces se ahogan en ella sin saber cómo aprovecharla. De hecho, según el informe IBM Data Differentiator, el 82% de las empresas experimenta silos de datos que obstaculizan los flujos de trabajo clave y hasta un 68% de los datos organizativos nunca se analiza, lo que quiere decir que las corporaciones no aprovechan todas las ventajas de esos datos.

Esta incapacidad para aprovechar los datos como se debe es especialmente crítica si se considera la velocidad a la que se generan y el volumen que aumenta de forma exponencial. Cada clic, cada compra, cada búsqueda en internet deja un rastro. Y ese rastro, multiplicado por millones de usuarios, crea un océano de datos que puede ser tan valioso como inmanejable.

Para entender la magnitud del desafío, basta con mirar las cifras más recientes. Según un informe de la firma de investigación IDC, en 2025 se estima que la cantidad de datos generados en el mundo superará los 175 zettabytes, una cifra difícil de imaginar. Esta cantidad de información proviene de miles de fuentes diferentes: desde interacciones en redes sociales, hasta transacciones bancarias, pasando por datos de sensores y dispositivos IoT. 

Ahora, el punto es que, si no se gestionan y procesan correctamente, estos datos pueden perder su potencial y en lugar de ser una ventaja competitiva para las empresas, llegan a convertirse en una carga. El problema ya no es solo recolectar esos datos, sino entenderlos, clasificarlos, protegerlos y, sobre todo, usarlos estratégicamente. Y ahí es donde entra la importancia de contar con herramientas que no solo faciliten el procesamiento, sino la gobernanza de esos datos, garantizando su calidad, seguridad y privacidad. 

Inteligencia artificial como aliada estratégica

Entre las múltiples herramientas que hoy ofrece la tecnología, la inteligencia artificial se ha convertido en una aliada clave para las compañías. Gracias a ella hoy es posible automatizar procesos que antes requerían equipos enteros, como la clasificación de datos sensibles, la detección de errores, la anticipación de riesgos o la generación de alertas. Según NetApp, empresa estadounidense especializada en infraestructura de datos, la IA no solo acelera la clasificación de datos, sino que mejora su calidad y reduce la exposición a riesgos innecesarios.

También facilita que los datos estén disponibles cuándo y dónde se necesiten, sin comprometer su seguridad. Es decir, hace que la información sea más accesible, limpia y protegida. IBM, por su parte, indica que la IA permite construir canales de datos de alta calidad, lo que es fundamental para entrenar y escalar modelos propios de IA y algoritmos de machine learning. En otras palabras: si los datos están bien organizados desde el inicio, todo lo que construyas con ellos será sólido, confiable y útil.

Es así el impacto que, por ejemplo, hoy una plataforma de IA puede analizar patrones de consumo y anticiparse a lo que el cliente va a necesitar mañana. De esta manera, es posible tomar decisiones rápidas y, a la vez, más acertadas. Al final, en sectores como el retail, la banca o las telecomunicaciones, esto marca la diferencia entre quedarse atrás o liderar.

Gobernar los datos es más urgente que recolectarlos

Todo esto suena bien –y lo es–, pero no es suficiente con procesar o anticiparse. Si los datos no están bien organizados, protegidos y clasificados desde el origen, cualquier análisis se queda corto. Por eso, en el presente, gobernar los datos se volvió más urgente que simplemente recolectarlos.

Durante años, muchas compañías se han obsesionado con acumular información. Pero en este nuevo mundo digital, no gana el que más datos tiene, sino el que mejor los gestiona. La gobernanza de datos –ese conjunto de políticas, procesos y tecnologías que aseguran que los datos sean confiables, seguros y útiles– se ha vuelto una necesidad importante. Sin esa gobernanza, cualquier iniciativa basada en datos está destinada al caos.

Y aquí la inteligencia artificial vuelve a jugar un papel clave. Según Gartner, para 2025, el 60% de las tareas de gobernanza de datos estarán automatizadas gracias a herramientas impulsadas por IA. Esto no solo acelera la gestión. También mejora la precisión en cada parte del proceso. A su vez, un informe de PwC muestra que las empresas que incorporan IA en su estrategia de datos pueden mejorar su productividad entre un 20% y 30%. Una diferencia nada despreciable en un entorno donde cada segundo y cada decisión cuentan.

En Colombia, hoy por hoy, varias organizaciones –sobre todo en sectores como telecomunicaciones y servicios financieros– ya están dando pasos firmes en esa dirección, adoptando tecnologías que les permiten optimizar la gestión de datos y tomar decisiones inteligentes. 

No obstante, no solo hablamos de eficiencia. Usar IA para gobernar los datos también significa proteger mejor la información y cumplir con normas cada vez más exigentes. En un país como Colombia, donde la Ley 1581 de 2012 sobre protección de datos personales ha cobrado mucha fuerza, la inteligencia artificial se convierte en una aliada para estar al día con la normativa y, al mismo tiempo, cuidar lo importante: la confianza del usuario.

Al final, los datos por sí solos no hacen magia. Lo que realmente marca la diferencia es lo que se decide hacer con ellos. La información crece a una velocidad abrumadora, por lo que las empresas que aprendan a integrar la inteligencia artificial en sus procesos —de forma ética, estratégica y con visión de futuro— serán eficientes, e irán más adelante. 

Así, no solo ganarán eficiencia, sino que también serán ágiles, resilientes y, sobre todo, capaces de responder a las necesidades reales de las personas. Se trata, entonces, de entender cómo usamos la tecnología para tomar mejores decisiones y construir organizaciones humanas, conectadas y sostenibles.

Por: Marcelo Bertolami*
*El autor es director de socios regionales y del equipo de tecnología de Latam en Intel.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes.

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