Conservatorium Hotel Amsterdam forma parte del emocionante renacimiento de la vibrante capital de los Países Bajos, una ciudad impulsada por las artes que seduce a los viajeros más exigentes.
Adentro y afuera, el paisaje se revela como un sublime lienzo estilo postimpresionista, cuyas líneas onduladas invitan a sumergirse en la inmensidad de una atmósfera fascinante. Aquí, la alta cultura es parte integral de la experiencia de viaje. Basta con hacer check-in en el Conservatorium Hotel Amsterdam para obtener la llave de acceso a este intrigante universo.
Como testigo silente del latido citadino que vibra al ritmo del arte, esta exclusiva propiedad se alza en un enigmático palacio de finales del siglo XIX. Su imponente fachada cautiva a los transeúntes como una majestuosa pintura situada en el corazón de una galería, bañada en luces de acento. Solamente así puede describirse el Barrio de los Museos, en la capital neerlandesa.
En esta amplia plaza abierta late el corazón cultural de Ámsterdam, rodeado por íconos como los museos Rijksmuseum, Van Gogh y Stedelijk. Aquí es posible admirar obras maestras de Rembrandt, Goya, Rubens y, por supuesto, del creador de “La noche estrellada”. Muy cerca, el Concertgebouw ofrece experiencias sonoras inolvidables, mientras que la casa de Ana Frank invita a sumergirse en una reflexión profunda.

Esta ciudad, cuyos ecos del pasado se remontan al lejano 1275, vive hoy un renacimiento vibrante, impulsado por las artes, y el hotel es protagonista de esta transformación. Un cambio que late con creciente autenticidad y se convierte en un hechizo para los viajeros deseosos de explorar los mil rostros de Ámsterdam.
A sólo unos pasos, esta emblemática propiedad (incorporada recientemente al portafolios de Mandarin Oriental) espera al visitante con su sofisticada propuesta de hospedaje. Sus muros aún resguardan los ecos de su vida anterior como conservatorio de música, acordes que guían al visitante hacia alguna de sus 129 habitaciones, incluidas 64 suites de siete categorías, con jardines interiores, amplias terrazas o generosos balcones desde donde es posible sentir el pulso de la urbe y respirar con calma mientras se contempla un paisaje que parece, por sí solo, una obra de arte.
PLACERES INDULGENTES
Después de una aleccionadora visita a la casa del más célebre pintor neerlandés, un concierto sinfónico o una caminata por los encantos del barrio, el hotel recibe a los huéspedes con una refinada experiencia culinaria.

Sus restaurantes se presentan como escenarios excepcionales, con una oferta que celebra los sabores del Mediterráneo en Barbounia, donde cada plato está infusionado con especias aromáticas del Levante. La propuesta combina tradición e innovación en una experiencia sibarita que incluye opciones vegetarianas y platos principales como sopa de pescado, costillas de ternera o solomillo.
La noche bien podría continuar con un viaje sensorial a exóticas ciudades asiáticas como Bangkok, Shanghai o Tokio, gracias a la atmósfera íntima de Taiko Cuisine, el restaurante liderado por el chef Schilo van Coevorden. Allí se puede disfrutar de una cocina contemporánea elaborada con ingredientes de temporada, como el menú degustación Omakase vegetariano de cinco u ocho tiempos.

Taiko Bar, por su parte, traduce la sofisticación de la vida nocturna de las ciudades ya mencionadas, y las lleva al entorno íntimo y cálido de un bar de barrio en Ámsterdam. Así, los días en esta urbe laten al ritmo de una experiencia inolvidable, donde las artes, la gastronomía y el confort disuelven las fronteras entre la contemplación y el disfrute, ofreciendo una estancia apacible (y profundamente inspiradora) en el Conservatorium Hotel.