Para Simón Borrero, cofundador y CEO de Rappi, la característica que ha posicionado a los emprendedores del país como los mejores es la resiliencia.

De Colombia están saliendo los emprendedores de tech que construirían el futuro de Latinoamérica. Al igual que lo hicieron argentinos en las décadas pasadas, con MercadoLibre y Despegar, hoy lo estamos haciendo desde nuestro territorio, demostrando que la tecnología junto con el emprendimiento no solo construyen empresas, sino que están cambiando la trayectoria económica de la región.

Fabián Gómez, de Frubana, está cambiando el supply chain de la industria de restaurantes al conectar el campo de manera directa y eficiente. Y José Jaír Bonilla, con Chiper, está volviendo competitivas a miles de tiendas de barrio y ayudándolas a crecer. Ambos con tecnología. Estas dos compañías se están expandiendo hoy a México y Brasil. Son empresas con ambiciones regionales, desde el día uno.

¿Por qué están saliendo de Colombia estas empresas, y no al mismo ritmo de los demás países de la región? ¿Qué tienen de especiales los emprendedores colombianos como Fabián o José Jaír? La resiliencia. Ponerles buena cara a los días difíciles es algo que como colombianos hemos hecho durante muchos años, afrontando la adversidad y adaptándonos con decisión. Esto no quiere decir que las dificultades no importen o que no nos afecten; el fracaso en un emprendimiento es casi que una condición. Los colombianos tienen el coraje de seguir adelante. 

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Y esto es tal vez lo clave en un emprendedor: mantener la energía y el optimismo en momentos en que todo se pone oscuro. El ejemplo de nuestros padres nos ha formado como un pueblo con los niveles de resiliencia y felicidad más altos del mundo. Sin tener la riqueza de Suecia llegamos a ser más felices que la mayoría de los países europeos, porque nuestra mente aprendió a ser agradecida, a disfrutar resolver problemas.

“Nuestra historia nos ha hecho fuertes y optimistas, tal vez como mecanismo de supervivencia”.

Simón Borrero, COFUNDADOR Y CEO DE Rappi.

Lo contrario es la quejadera, ser víctimas, ser pesimistas. Uno elige ser optimista o pesimista, quejarse o construir, ser víctima o ser protagonista de su vida. La dificultad está en tomar cada mañana esa decisión, que en ocasiones está determinada por nuestros hábitos y personalidad, los cuales nos dan una ventaja competitiva como país. 

Creo que los paisas se destacan por tener estos hábitos muy interiorizados —ahorrándose las sesiones de coaching que a muchos nos tocaron de grandes—. Su energía emprendedora ha transformado Medellín, de una difícil historia de violencia, en una ciudad hermosa e innovadora.

Nuestra historia nos ha hecho fuertes y optimistas, tal vez como mecanismo de supervivencia. Ahora debemos aprovechar estos hábitos y potencializarlos. Como sociedad, debemos celebrar a los echados para adelante, aplaudir a los jóvenes que emprenden con convicción y seguirles dando ejemplo a los que vienen de esta cultura paisa.

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La humildad, la energía, la determinación, la curiosidad, la capacidad de adaptación junto con la disciplina son características de grandes líderes globales. Hay muchos colombianos que tenemos la suerte de ver estos comportamientos en nuestro entorno, más que en cualquier otro momento de la historia.

Como sociedad nos equivocamos comparándonos con países ricos, que lo han sido desde hace mucho. Actuar como ricos, sin serlo, no tiene sentido; eso no nos ayudará a sacar de la pobreza a millones. Lo que ayuda es aprender de los que están creciendo. También deberíamos estudiar a los de menor crecimiento, para no imitarlos. Lo evidente es que los países que más crecen tienen el emprendimiento y la tecnología embebidos en su cultura.

Es hora de que los colombianos combinemos esa resiliencia y cultura emprendedora con la tecnología para, de verdad, construir valor a escala. 

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*El autor es cofundador y CEO de Rappi.

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