La apuesta del gobierno de Iván Duque para convertir a Colombia en un referente de tecnología y arte podría quedar solo como un plan de negocios más.
Si no se atiende oportunamente este sector creativo, que aporta 6 % a la economía global, Colombia perdería más de 3.000 millones de dólares en los próximos 10 años, según estimaciones del Ministerio de Hacienda. Uno de sus retos: la generación de certidumbre para que lleguen más inversiones al país.
Colombia es un país que ha vivido una transformación profunda. Pasó de ser la sombra de América Latina, por los altos índices de criminalidad en décadas pasadas, a convertirse en la niña bonita de la región. Es la cuarta economía de la zona y la número 32 del mundo; incluso cuenta con un producto interno bruto (PIB) con mayores perspectivas de crecimiento en 2019 que México y Chile, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), con una proyección por arriba de 3 %.
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Ahora, con la nueva tendencia de la Cuarta Revolución Industrial, término que fue acuñado en 2016, gracias a la intervención del fundador del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), Klaus Schwab, y que hace referencia a las nuevas tecnologías (inteligencia artificial, blockchain, almacenamiento en la nube, automatización de procesos e internet de las cosas), este país tiene la oportunidad de redirigir su rumbo, apoyado en la industria naranja o creativa, como también se la conoce. Y hacia allá apuntan los planes del actual gobierno que encabeza Iván Duque.
Conocido como el padre de este sector, John Howkins, escritor y orador británico, estima que las industrias creativas están generando alrededor de 6 % del PIB mundial, es decir unos 5 billones (trillones, en inglés) de dólares anuales. Una cifra que supera a la economía de Alemania, y es casi tan grande como la de Japón.
Por supuesto, para convertir la creatividad en rentabilidad, esta requiere ser producida y transformada en un bien o servicio. Por ejemplo, que la historia se convierta en un libro; la melodía, en una canción o la pregunta, en un documental.
“El reto era hacer digerible, sexy y provocativa a la economía naranja“.
FELIPE BUITRAGO, VICEMINISTRO DE CREATIVIDAD Y ECONOMÍA NARANJA.
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No obstante, para avanzar de la teoría a la práctica y que la economía naranja no se quede en el archivo de iniciativas del gobierno colombiano, queda mucho camino por recorrer y obstáculos por sortear. Ya que temas como la falta de egresados en carreras afines a la tecnología, el déficit de talento bilingüe, el hecho de que muchos colombianos no tengan todavía acceso a internet.
El origen del proyecto
“Hace siete años conocí al entonces jefe de la división de Cultura, Solidaridad y Creatividad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Iván Duque Márquez, hoy presidente de Colombia, y nos hicimos la pregunta: ‘si vemos estas cifras y reconocemos la importancia del tema, ¿por qué los economistas en el mundo y en Latinoamérica (en particular) no están enfocados en esto?’, cuenta Felipe Buitrago, viceministro de Creatividad y Economía Naranja.
El color anaranjado se asocia en muchas culturas con la transformación y el liderazgo, pero, sobre todo, con la creatividad, por lo que se concibió la idea de pintar el sector cultural del país con esta identidad y así nació el libro Economía naranja: una oportunidad infinita, de autoría de Duque y Buitrago y que hoy en día es una política nacional en Colombia.

En el sector creativo se está dando más la creación de empresas, casi al doble que el promedio de la economía, según la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámaras): “Si se mantiene esta tendencia, dentro de una década la economía colombiana será mucho más creativa y dependiente del valor que agrega la cultura, que de la explotación de materias primas”, dice el viceministro Buitrago.
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La economía creativa cuenta con una serie de incentivos tributarios, fiscales y monetarios para fomentar la inversión extranjera en el país y la creación de empresas y contenido de enfoque naranja.
Se destacan la gratuidad del ISR (impuesto sobre la renta) por siete años, la exención del IVA de 19 % por exportación de contenidos, el retorno de inversión de 20 a 40 % [solo en productos relacionados con la industria del cine o audiovisual] y una extensión de los beneficios de la Ley 1556 (que cobija la actividad cinematográfica) hasta 2032, pero conlleva algunas condiciones como un mínimo de inversión de 50.000 dólares, la creación de empleos en proporción a los ingresos de la compañía y contar con la aprobación del Consejo Nacional de la Economía Naranja.
Con la implementación de este ramo productivo, el gobierno colombiano busca que para 2022, el sector aumente su aportación al PIB a 6 %, casi el doble de lo que suma actualmente. Es decir, tres veces más de lo que aporta el café y 1,5 veces más que la minería (uno de los principales motores económicos de Colombia, sector que suma 9 % de los ingresos del país, según el Ministerio de Minas y Energía).
Si se llega a la meta, se podrían generar más de 700.000 empleos directos o indirectos.
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Para lograr las ambiciones del gobierno en el sector naranja, diferentes ministerios están uniendo esfuerzos con la generación e implementación de proyectos y eventos, como es el caso de Colombia 4.0, un encuentro de industrias creativas, tecnología y emprendimiento, ideado por el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Mintic), que se celebra desde 2011 en Corferias, importante recinto de eventos y exposiciones ubicado en la ciudad de Bogotá.

“El objetivo a largo plazo es impulsar el ecosistema digital en el país. Colombia quiere ser líder en los temas de la Cuarta Revolución Industrial. Estamos potenciando el talento, el interés en el emprendimiento y la innovación. Eventos como estos abren la puerta al debate sobre la industria creativa y su relación con la tecnología”, afirma Sylvia Constaín, ministra de las TIC. Este año, Colombia 4.0 recibió más de 49.000 personas inscritas, superando la edición 2018 y perfilando esta fiesta de las industrias creativas como la más importante de Latinoamérica y una de las más destacadas del mundo.
Entre sus actividades se encuentran: conferencias, talleres, activaciones de startups, speed dating entre inversionistas y empresas emergentes e intercambios culturales. El ministerio quiere expandir el encuentro a otras ciudades del país.
“Quien piensa en que Colombia sigue siendo solo cocaína y guerrilla, está pensando en una Colombia de hace muchos años”
SYLVIA CONSTAÍN, MINISTRA DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LAS COMUNICACIONES DE COLOMBIA.
Asimismo, el lanzamiento de C Emprende, con apoyo de InnPulsa e InnovaLAB, es otro fomento que suma a la industria creativa, ya que fungirá como un campus de emprendimiento exponencial que busca servir de guía para los emprendedores colombianos.
Esto con el fin de escalar sus proyectos a un nivel empresarial y que puedan hacer uso de la oferta institucional que promueve la economía naranja. Fue inspirado en el modelo francés de Estación F, ubicada en París (la incubadora [de startups] más grande del mundo). El primero abrirá sus puertas este año en Bogotá y se planea la construcción de otros cinco centros alrededor del territorio.
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Desde Mintic, en alianza con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), se están fortaleciendo las habilidades y las competencias de la industria tecnológica con programas de ciencias de datos e inteligencia artificial, mediante los cuales se motiva a los ciudadanos para capacitarse en estas áreas.
Aunado a esto, y gracias al Ministerio de Educación, temas como blockchain, informática e internet de las cosas se están integrando al plan de estudios de los colegios colombianos, para que los bachilleres egresen con su diploma y una certificación en materias tecnológicas, lo que les sumará a la hora de salir a buscar empleo.
Pero estas iniciativas responden al déficit de talento en carreras como ingeniería de sistemas, telemática y afines, que apenas alcanzaron los 22.000 egresados en 2017 y un crecimiento promedio anual de 6 %, en comparación a los 179.000 en las carreras de administración, economía y contaduría.

No todo es color naranja
El país tiene un reto de suma importancia para poder consolidar las industrias creativas como motor de desarrollo económico, y es el cerrar las brechas, porque la economía naranja se fundamenta esencialmente en la cultura y la tecnología. Se estima que entre 8 y 17 % de la fuerza laboral colombiana es bilingüe, lo que se traduce apenas en 4,5 millones de personas.
“Colombia tiene más de 20 millones de ciudadanos sin acceso a internet, estamos hablando de poco menos de la mitad de la población (que alcanza los 48 millones, según el último Censo Nacional realizado por el Dane [Departamento Administrativo Nacional de Estadística]). No es conectar por conectar.
Tenemos que conectar con un propósito. Conectar a los colombianos, pero hacerlo bien. Una sociedad digital no se da así nomás, necesita ser construida de manera conjunta por todos los actores que la conforman”, dice la ministra de las TIC.
El pasado 16 de octubre, la Corte Constitucional no aprobó la ley de financiamiento, una de las legislaciones claves del gobierno de Duque, con el fin de recaudar más dinero para el Presupuesto General de la Nación para 2020, el cual fue aprobado por el Congreso en un estimado de 271.7 billones de pesos.
La negativa a esta ley podría poner en jaque la economía colombiana y ahuyentar la posible inversión extranjera del país, ya que ubica a Colombia como una economía sin certidumbre jurídica. Los calificadores como Fitch Ratings no ven mucho riesgo a raíz de la decisión y modificarían la calificación del país a neutral, pero el Ministerio de Hacienda asegura que se perderían más de mil billones de pesos en los próximos 10 años (unos 30 mil millones de dólares), si es que no pasa esta legislación.
Si se cae la ley, como consecuencia se perderían los incentivos tributarios y fiscales, que beneficiarían a los empresarios e inversionistas, por lo que de forma directa se golpearía la generación de emprendimiento en el país y se dejaría sin bases la economía naranja.
Casi 40.000 empresas de las industrias creativas y tecnológicas (que a la fecha existen en el país), según cifras del Ministerio de Cultura, más las que se lleguen a establecer de aquí a 2021, no tendrían la exención del ISR, razón que desmotivaría la inversión en el sector.