Traen sus propios chefs y tienen batallones de traductores para sus compañías en Colombia. Los altos directivos son generalmente hombres, cuyas familias se quedan en ese país. Las empresas chinas empiezan a copar todos los renglones de la economía colombiana, desde las megaobras de infraestructura hasta la maquila en zonas francas y fondos de inversión para emprendedores.
En una sala del servicio consular de la embajada en Bogotá, un edificio de cinco pisos en el norte de Bogotá que más parece un búnker, de vidrios opacos y con una bandera de China ondeando, la señora Dong Wei le dice sin ambages a esta revista que “después de años de no tener tanto éxito, las más grandes empresas chinas ya llegaron al país y están para acelerar el crecimiento de inversiones”.
La consejera económica y comercial de la embajada, quien es el puente entre los inversionistas chinos con el todo el contexto colombiano, señala que ya han pasado años de aprendizaje, superaron dificultades para entrar al mercado y el país ha cambiado.
“Las empresas chinas no conocían muy bien cómo funcionaban los proyectos ni las licitaciones. Como se necesitaban muchos documentos, a las compañías les resultaba muy difícil organizarlos. Además, el idioma afectaba mucho”, explica Dong. Otra de las razones es que, según dice ella, las empresas chinas “creían que el país tenía dificultades por el conflicto armado, por lo que no les interesaba conocer a profundidad este mercado. El acuerdo de paz ayudó a esa apertura”.
Al final, las razones de que en el 2019 se haya disparado la inversión china tienen que ver con que “el país tiene un gran potencial”, es un “mercado grande” y un “punto estratégico en la región”, además de que el país ha cambiado.
Históricamente, los chinos no tenían inversiones directas más allá de los 32 millones de dólares al año, según datos del Banco de la República. Sin embargo, al cierre del 2019, la cifra se escalará de manera significativa. Además, su participación en el mercado era de unas 20 empresas hace un lustro y hoy se pueden contar más de 70 compañías.

El proceso licitatorio de la primera línea del metro de Bogotá que ganó en noviembre pasado China Harbour Engineering Company Limited -fundada hace 30 años y filial del poderoso grupo China Communications Construction Company (CCCC)-, obra tasada en 13 billones de pesos, le dio a la inversión china otro nivel. Además, la compra de los nuevos buses eléctricos que adquirió la capital del país en la administración Peñalosa, de igual manera son de los chinos ByD, al igual que los que ha comprado la administración de Medellín.
El año 2019 remató con la adjudicación, por parte de la Gobernación de Cundinamarca, del RegioTram de Occidente, obra que cuesta 3 billones de pesos y que unirá en menos de una hora promedio a Facatativá y Bogotá. Esta obra fue entregada a la China Civil Construction Corporation (CCECC) en medio de una polémica porque dicha empresa está en la lista negra del Banco Mundial.
Solamente con la adjudicación de estas dos megaobras, el gobierno chino tiene a sus dos grandes conglomerados de obras civiles, con más de un centenar de negocios en el mundo, rodando en el país.
Trabajar con chinos
Mientras en las calles de Bogotá se pueden ver ya ciudadanos chinos de sombrero blanco revisando los lugares de las futuras obras junto con funcionarios de la Alcaldía, poco a poco la fuerza de trabajo colombiana empieza a incorporarse a estas empresas.
Forbes tuvo la oportunidad de hablar con ejecutivos colombianos que trabajan en empresas chinas que ya operan en el país. De lo que contaron se puede entender aún más lo que hablaba la señora Dong al principio de este reportaje.
“Los jefes chinos no son de muchos papeles, pero cuando se necesita tomar decisiones como, por ejemplo, unas vacaciones, son la firma de la firma. No te hacen evaluaciones de desempeño ni te piden llenar formatos. Diariamente te preguntan cómo van los procesos y qué avances se tienen. Están encima y son muy estrictos con los tiempos a los que se comprometen con sus actividades. Todo te lo dicen, pues la palabra vale mucho para ellos, y son radicales al tomar las decisiones cuando no se cumplen los objetivos”, cuenta uno de los ejecutivos.

No les llama atención aprender a hablar español o inglés. Por eso es común que las empresas chinas contraten a traductores chinos para cada una de las unidades de negocio. Al igual que los traductores, es común que lleven cocineros chinos a las empresas para que les preparen sus alimentos.
“Son muy dedicados y disciplinados. La puntualidad es muy importante. Puede pasar cualquier cosa, pero no se puede llegar tarde a ninguna reunión”, cuenta otro ejecutivo.
En estructura son jerárquicos, dijeron los colombianos, y generalmente en el gobierno corporativo son todos chinos y estudiados solo en ese país. “Son reservados con sus vidas privadas. Normalmente sus esposas e hijos están en China, a quienes los ven dos veces al año. Trabajan cinco meses y se van a su país un mes”, explican.
La maquila
Esta forma de trabajar ya se está viendo en diferentes regiones. Solo para citar otro ejemplo, Zijin Mining Group, la gigante china que explota oro, cobre y zinc en una decena de países, se quedó en diciembre pasado con la mina de oro de Buriticá, Antioquia, la cual estaba en manos de Continental Gold. Allí, los chinos pueden hacer una masiva producción de oro que se calcula entre 280.000 y 300.000 onzas de ese mineral al año.
En otra región son conocidos los proyectos de energía renovables como el de Trina Solar, uno de los mayores productores de paneles solares del mundo que funciona en varios departamentos como Valle, Tolima y en el norte del país, y de hace al menos una década, Sinopec en el sector petrolero. También cabe hablar de Power China, que ha querido quedarse con el proyecto de la navegabilidad del río Magdalena.
Con esos dos ejemplos se desmontan además algunas percepciones de las grandes compañías de ese país. “Reducir a las empresas chinas que son solo exportadores de productos de bajo costo es un concepto errado. Son grandes compañías de infraestructura que exportan también conocimiento”, dice Jaime Suárez, director ejecutivo de la Cámara Colombia-China.

Insiste en que mientras haya más proyectos de infraestructura, muy seguramente las chinas estarán participando en esos proyectos, al igual que en otros como la maquila.
“Se abren espacios para que empiecen a producir en zonas francas del país y que Colombia se convierta en un escenario de maquila importante. Por ejemplo, ya hay dos empresas chinas: una es Fotón, que ensambla vehículos en Cundinamarca, y Express Luck, que arma televisores en la zona franca de Gachancipá”, dijo Suárez.

La tecnología también ha estado presente. Huawei, que ya tiene el 20 por ciento del mercado de las telecomunicaciones, ha invertido 100 millones de dólares anuales en proyectos y desarrollos tecnológicos, según le dijo a Forbes Qin Hua, presidente de la multinacional en Colombia.
“El país cuenta con un ambiente propicio para la inversión extranjera, particularmente para las empresas de tecnología. En dos años nos proyectamos como los líderes en tecnología 5G a nivel nacional. Por este motivo, nos encontramos muy interesados en participar en los proyectos piloto de este tipo de redes en Colombia”, agregó el alto directivo chino.
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Por su parte, el director ejecutivo de Invest in Bogotá, Juan Gabriel Pérez, llama la atención de la llegada de las empresas chinas a renglones como los de retail de electrodoméstivos, manufacturas de equipos de comunicación y editores de software. Entre ellos, están Didi, Latin Internet Technologies y CAMC.
“Bogotá tiene gran potencial para recibir inversiones chinas en los sectores farmacéuticos y cosméticos, manufacturas de valor agregado y tecnología”, dice Pérez.
¿Y hasta dónde llegará la expansión china? Según las observaciones de la señora Dong, las empresas chinas quieren explorar a corto y mediano plazo el sector agricultor. “Este año y en el futuro seguiremos trabajando para elevar a un nivel muy alto nuestra participación en el país”, concluyó.
¿Blindaje para la economía colombiana?
A finales del año pasado, Forbes habló sobre este la creciente inversión china en Colombia y la importación de productos desde ese con el ministro de Industria y Comercio, José Manuel Restrepo.
Si bien en su respuesta señaló que no se referiría a ese país en particular, el alto funcionario dijo que “uno de los pilares de comercio exterior es que se debe garantizar un comercio leal, en el que existe equilibrio en la cancha, donde no haya abuso o situaciones de dumping que afecten la producción nacional”.
Restrepo agregó: “Hemos tomado cerca de siete medidas de defensa comercial, de las cerca de 20 que hay en el país. Lo hemos hecho con la eficiencia y el rigor técnico que se necesitan para esos casos. Ahí se han beneficiado sectores como el de confecciones. ¿Qué buscamos con eso? Enviar un mensaje de que nosotros estamos abiertos al multilateralismo de libre comercio, pero garantizando que haya unas condiciones de equilibrio”.