En época de coronavirus, ser disciplinados será la solución a los retadores momentos que se aproximan.

En el fondo de un pasillo interminable veo venir hacia mí la figura de un hombre maduro, de espalada ancha y ceño fruncido, tez morena, manos gruesas y temperamento recio, es Alirio Restrepo. Los estudiantes de varias generaciones del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario no podemos olvidar esa imagen de disciplina que él nos imponía.

Hacer fila cada tanto en el patio central, vestir el uniforme impecable y tener el corte de cabello a ras eran medidas que para nuestro espíritu juvenil eran imposiciones sin sentido, pero hoy, muchos años después, agradecemos en el fondo de nuestro corazón, porque en el tiempo del Covid-19 el único antídoto eficiente es la disciplina.

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Los pueblos más organizados y ejemplares han tenido que vivir tiempos de zozobra que les ha hecho templar su carácter. Pueden recorrer rápidamente la historia de los nórdicos, los germanos o los asiáticos y debido a: las condiciones climáticas extremas, las guerras, las hambrunas o las pestes han tenido que ajustar sus hábitos, rutinas y costumbres para sobrevivir.

De este régimen han resultado culturas estrictas y eficientes que han concluido en estructuras sociales sólidas. Empresas centenarias que se reconocen no solo por su senectud sino por su capacidad de reinventarse.

Todo lo contrario nos sucede a nosotros, somos hijos del “Dios proveerá”, de la tierra fértil, y el país con mirada a los dos océanos. Somos presos de nuestro clima privilegiado, el olor a fruta picada, el sonido caribeño de las tamboras y la atrapante realidad mágica que nos engoma.

Capturados en esa magia tropical, vivimos al día,  reflejo de esto es el tejido empresarial que puede ser rápidamente diagnosticado con miopía estratégica, así como el panorama laboral representado por el 47 % de las personas económicamente activas como informales.

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Esa laxitud con la que arrastramos nuestros días nos ha heredado una cultura desparpajada y poco metódica, que hace eco en las estructuras de nuestras instituciones.

Pero ¿Cómo sobrevive esa cultura corporativa ante los efectos devastadores del Covid-19? ¿Cómo redefinir nuestros hábitos más profundos ante la obligación de trabajar desde la casa? ¿Cuál será el aprendizaje en términos empresariales de este periodo de cuarentena?

Hablemos bajito y entre nosotros, sabemos que nos cuesta diseñar rutinas, definir hábitos y desarrollar costumbres que no estén señaladas por el policía de turno, pero no hay mejor oportunidad para reconfigurarse que esta.

No espere que su jefe lo llame para vigilar si usted está trabajando o viendo la novela turca, no pierda la rutina de despertarse temprano, bañarse y vestirse como si fuera a salir a la oficina, no espere que le pregunten si ya hizo esa tarea tediosa sino sorprenda a su equipo enviándola primero y no espere ver venir, como yo, a Alirio para comprender que la disciplina es la mejor enseñanza
para afrontar estos días.

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LinkedIn: Gustavo Orjuela
*El autor es Head Of Partnerships and Scouting at Wayra Colombia.

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