La barranquillera cuenta a Forbes cómo ha fundado un emporio de más de US$65 millones basado en productos naturales que han conquistado los tocadores de Hollywood y ya recorren 48 países.

En el fondo de la imagen se ve un baño de un lujoso hotel en Londres. Impecable. Brillante. En primer plano, una rubia, de pelo perfectamente liso y ojos verdes expresivos, explica en 12 minutos a sus más de 200.000 seguidores en Instagram, con un perfecto inglés y ante una cámara, cómo limpiar su cara con una crema Tata Harper después de un largo viaje y tras padecer el agobiante jet lag.

Los productos de belleza de Tata Harper están en los tocadores de Kim Kardashian, Emma Watson y Jessica Alba tal como ellas mismas lo han confesado en entrevistas. También han logrado conquistar los camerinos de la serie The Morning Show, que protagonizan Jennifer Aniston y Reese Witherspoon. “Tata Harper es una de mis líneas de belleza favoritas”, le contó a Forbes la actriz Lake Bell, al referirse a los productos de la empresaria colombiana más exitosa en la industria de la belleza.

Graciela Guzmán es la rubia de ojos verdes expresivos en el baño de Londres. Nació hace 45 años en Barranquilla y es la dueña y artífice de ese catálogo de 45 productos exfoliantes, aceites, cosméticos y tratamientos de origen natural que ataca el envejecimiento y que ya llega a 48 países.

Los cimientos de lo que hoy es un imperio empezaron con 250.000 dólares, de algunos ahorros que tenía de un pasado negocio y hoy factura más de 65 millones de dólares anuales, según Future Market Insights.

Un emporio que siguió el año pasado con su tendencia de crecimiento de dos dígitos, con más de 2 millones de unidades vendidas. En París se luce en los estantes de Le Bon Marche; en Londres, en los de Harrods, Selfridges y Net-a-Porter, y en Hong Kong, en los de Joyce Beauty.

Sus productos están en la nómina de poderosos minoristas de Norteamérica como Sephora, Neiman Marcus y Space NK. De hecho, para Maortimer Singer, socio de Traub Capital, Tata Harper es una compañía atractiva para compradores en el 2020, en una industria de la belleza que recientemente se ha copado de fusiones y adquisiciones.

La marca se ha extendido además a vender experiencias del ‘cuidado verde’ en los spas y salas de spa de lujo Tata Harper’s Signature, que tiene más de 50 propiedades alrededor del mundo. El equipo de Forbes Travel Guide incluyó el tratamiento de masaje facial de oro líquido orgánico que Tata Harper ofrece en el spa del hotel Le Bristol, como uno de los 5 más lujosos de París.

Tata Harper, nombre con el que fue bautizada en la industria, se empezó a gestar en su niñez, al lado del mar Caribe y del Río Magdalena. Como es usual en la costa colombiana, a las personas se les llama con apodos cortos y sonoros. En este caso, desde pequeña le dijeron en su casa Tata. Lo de Harper vino después, cuando asumió como suyo el apellido de su entonces esposo Henry, también socio en la empresa.

En la familia Guzmán recuerdan que, de niña, Tata siempre ha convivido con un espíritu emprendedor. De pequeña decía que iba a ser diseñadora de modas y se mandaba a hacer la ropa y los zapatos que quería lucir. Cuando tenía 18 años creó una empresa de ropa con su mejor amiga y las prendas eran vendidas en los almacenes Trendy de Barranquilla. “Siempre he admirado la forma práctica en la que Tata ve la vida. No se complica ante ningún obstáculo. Es una persona determinada, fuerte, descomplicada y buena amiga”, le dijo a Forbes una persona cercana a su círculo familiar.

Ambos trabajaban en industrias diferentes a la de la belleza, pero la idea fue concebida luego de que al padrastro de Tata le diagnosticaran cáncer de piel. De repente, una profunda reflexión sobre las cargas tóxicas y el contacto de los productos con químicos en la vida diaria provocaron toda una línea de productos de belleza que recorren los comercios físicos y virtuales de medio planeta. Con lupa en mano se dio cuenta de que en su armario había “una bomba atómica de productos químicos”.

Los productos de Tata empezaron a venderse hace 10 años, cuando poco se hablaba de ‘cosméticos verdes’. Ahora se espera que en el mundo pase de US $34.000 millones a US $54.500 millones en el 2024.

¿Qué recuerda de su vida en Colombia?
Barranquilla es una maravillosa ciudad. No es el lugar más grande, pero tampoco es el más pequeño. Para mí, fue un lugar muy feliz y colorido para crecer. Fue mágico. Me encanta y tuve allí la mejor infancia.

¿Qué costumbres conserva?
Trato de hablar español en mi casa en todo momento. Si pierdes el español, pierdes la cultura, así que trato de mantenerlo vivo hablando casi exclusivamente español con mis hijos y mi familia. La comida también es una gran parte de nuestra cultura, al menos en mi experiencia, por lo que todas nuestras comidas caseras son colombianas y cosas que crecí comiendo. Otra cosa es que no ha cambiado mi amor por la música y el baile latino.

¿Cómo nace una emprendedora?
He trabajado casi toda mi vida y siempre he sido emprendedora, incluso cuando era adolescente. En la escuela secundaria tenía pequeños negocios, pero fue entonces cuando me di cuenta en un nivel súper básico de que si haces cosas interesantes y únicas, la gente lo comprará y me enganché. Cuando me mudé a Estados Unidos, por primera vez después de la universidad estaba trabajando en el desarrollo y construcción de bienes raíces en Miami. Luego, Henry y yo comenzamos nuestra propia compañía de bienes raíces, también con sede en Miami. Sin embargo, cuando me mudé a Nueva York obtuve nuestra granja en Vermont y estaba buscando algo que me apasionara. Fue entonces cuando la idea de Tata Harper Skincare comenzó a tomar forma y pasé varios años viajando por el mundo para conocer y aprender de expertos en diferentes campos, como formuladores, químicos, esteticistas y herbolarios. Ahora, cuando han pasado casi diez años desde que lanzamos nuestro primer producto, todavía me apasiona lo que hacemos y lo que representamos.

“El mundo de la belleza de lujo nunca aceptaba las cosas naturales, lo natural era cosa de hippies, de farmacias pequeñas. Todo el mundo pensaba que lo que estaba haciendo era una locura porque no tenía experiencia y pocos sabían quién era yo”.

TATA HARPER – CEO Y FUNDADORA DE TATA HARPER SKINCARE

¿Cómo llega a la industria cosmética?
Mi empresa empezó como una idea después que a mi padrastro Mauricio le dio cáncer de piel. Estuve con él en la recuperación, y los médicos hacían mucho énfasis en la manera como él vivía, con qué estaba en contacto a diario y cómo comía. Debía cambiar sus productos a cosas más naturales. Siempre he sido superentusiasta con todo el cuento de la salud, y para mí era muy importante cambiar mis cremas por cosas naturales porque lo natural era básico. No había nada que me ayudara a mantener la piel saludable. No encontré algo 100 % natural con tecnología de punta. Me daba cuenta de que estas empresas que llevan haciendo cremas de lujo por mucho tiempo siempre hablaban de las algas, flores, orquídeas, caviar, pero leía la etiqueta y veía las flores mezcladas con una cantidad de ingredientes sintéticos.

Y cómo llegó a las fórmulas…
Con científicos de todo el mundo me dediqué durante muchos años a llegar a este know how que tenemos. Supe cómo cambiar todas estas cosas sintéticas por elementos naturales y decidimos crear nuestro propio laboratorio, donde desarrollamos todo. En mi granja producimos todos los productos. Así comencé el negocio.

¿En qué se inspira?
Me inspiro al viajar, al ver cómo viven otras personas, aprender sobre otras culturas y experimentar cosas nuevas. Mis fuentes de inspiración pueden ser desde la arquitectura hasta la moda y la naturaleza.

En la cresta de la ola verde

Graciela estudió en el Colegio Karl C. Parrish y se graduó de ingeniería industrial en la Universidad del Norte. Después adelantó estudios en universidades de México y París. Vivió por varios años en Miami tras mudarse a Estados Unidos, pero su esposo quería regresar a Nueva York, de donde era. En ese proceso pensaron que querían estar cerca de la naturaleza y visitaron Vermont, en el norte del país, en la frontera con Canadá.

“En ese momento me enamoré. Era la primera área verdaderamente rural y agrícola en la que había estado en Estados Unidos y pensé que era muy especial. Obtuvimos nuestra granja en 2003 y estábamos dividiendo el tiempo entre Vermont y Nueva York”, recuerda.

Precisamente en ese lugar, de 1.200 acres, los Harper erigieron con sus tres hijos el imperio de las cremas verdes. Allí hicieron un centro de producción de una marca que ha conquistado un segmento prémium de consumidores en todos los continentes. Con el tiempo, la vida urbana se volvió cada vez menos atractiva y se mudaron a la granja de tiempo completo.

A partir de ahí, buena parte de su vida se hace en un avión. “Viajo a tantos lugares para trabajar durante todo el año, pero definitivamente hay algunos sitios que frecuento más. Intento ir a Colombia unas cuatro veces al año para estar con mi familia y amigos. Termino en París y Londres alrededor de cinco o seis veces al año, y estoy en Nueva York al menos una vez a la semana”.

Harper logró catapultar en su propuesta las expectativas de un movimiento verde cuando en la industria cosmética poco se hablaba del tema. En el proceso congregó a un equipo de científicos que se atrevió a experimentar con ingredientes tan exóticos como la uva silvestre africana, nopal de las islas Galápagos, hidrosferas de granada, bambú fermentado, todos con una sensación de la “belleza botánica” propuesta por Tata.

Mes a mes, las revistas especializadas le reseñan sus productos. Su marca de productos naturales está entre los 20 jugadores del mercado del mundo, junto a las grandes multinacionales como Loreal, Avon, Unilever o Henkel. Estas últimas han estado en la obligación de migrar algunas de sus líneas a los productos naturales.

Así se lee en el informe ‘Natural Cosmetic Market’, de la consultora Future Market Insights, dado a conocer el año pasado. En ese reporte se señala que existe una demanda creciente de “consumidores que quieren adquirir productos verdes, sea cosméticos naturales u orgánicos”.

Según el estudio, esto ha hecho “que los fabricantes estén cambiando a los principales y grandes cadenas de minoristas, por canales de nicho”.

La industria de cosméticos naturales en el mundo viene creciendo de manera importante. Este año representará cerca de 34,5 mil millones de dólares, y se espera que esa suma ascienda a 54,5 mil millones en el 2027, según Future Market Insights.

Allí, en esa tendencia de querer consumir lo natural y lo amigable con el medioambiente, está subida Tata, al igual que otras empresas que se han abierto paso con productos para la piel como Primally Pure, que aprovecha el sebo del ganado en California (Estados Unidos), o de Bamford, de Daylesford Organic Farmshops en el Reino Unido, que hace productos de belleza con frutas.

¿Cómo liderar un negocio que nace en una granja y se reproduce por el mundo?
Para mí, el liderazgo se trata de inspirar y motivar. Quiero que mi equipo esté tan entusiasmado con lo que hacemos como yo, eso significa establecer una visión y una dirección que generen creatividad, pasión y compromiso. Las mejores ideas provienen de una colección de mentes, no de un individuo, por lo que he tratado de crear una cultura donde todos puedan sentirse inspirados.

¿Cuántos son en su equipo?
Tenemos unos 200 empleados. Nuestros equipos de investigación y de producción y desarrollo de productos están en nuestra granja en Vermont (Estados Unidos). En Shelburne, Vermont, tenemos nuestros equipos de comercio electrónico y finanzas. El de marketing tiene su sede en Nueva York, y el equipo de ventas está repartido por todo el mundo.

¿Cómo organizar una agenda con un negocio que exige estar encima de todos los procesos?
Yo crecí en una casa en la que mi mamá estaba divorciada y trabajaba desde que estábamos muy chiquitas. Yo siempre tenía el ejemplo de cómo lo hacía. Ella era muy organizada con su tiempo. Mientras estaba en la oficina trabajaba full duro, pero mientras estaba en la casa no se hablaba de negocios ni andaba distraída en el teléfono. Hacía la diferencia de cuando llegaba a otras casas en donde las mamás también trabajaban y daban la impresión de que siempre estaban trabajando.

En estos momentos, yo sé qué voy a hacer hasta mayo de este año porque así tengo en cuenta los cumpleaños de mis hijos, sus fechas importantes, y después también tengo todos mis deberes en la compañía, viajes y sitios en donde tengo que estar. Siempre tengo que planear con mucha anticipación para poder estar balanceada porque si no fuera así, yo estaría 24 horas viajando y trabajando porque el trabajo no se acaba y todo el mundo me necesita por todos lados. Hay que ser muy disciplinado pa’ poder uno dedicarle tiempo al negocio, a sus hijos y también a uno. Uno tiene amigas, familia, uno quiere ir al spa, al gimnasio.

El negocio de la colombiana, que comenzó con 250.000 dólares, ya está aterrizando a mercados como China y Medio Oriente. Foto: Andrés Sandoval / Para Forbes.

¿Cómo maneja su rol en la empresa?
Mi rol como ceo de la compañía cambia cada año o año y medio porque depende de qué equipo me necesite más. Cada vez que crece el equipo, algunas partes de la compañía se vuelven más importantes que otras. Toda la parte de innovación y de productos nuevos es un grupo que está siempre bajo mi cuidado, y esta es una de las partes del negocio que más me gusta. Le dedico mucho más tiempo a mercadeo, ventas y lo visual de las tiendas.
Mi vida ahora son muchas reuniones; debo mirar presupuestos, y a mí me encanta darle autonomía a la gente que maneja cada uno de los departamentos. Hay vicepresidencias para cada uno de los departamentos. Siempre estamos hablando. Ahora nos estamos expandiendo por todo el mundo, especialmente en la China y en el Medio Oriente. También reviso la estrategia, viajo por el mundo para hacer lanzamientos de productos y de la empresa en nuevos mercados. Era algo a lo que no me dedicaba tanto antes.

¿Cómo hacer para que haya más emprendedoras y empresarias en Colombia?
Creo que lo que hace falta es creer un poco más en uno mismo, en que uno lo puede lograr y en sus capacidades. Eso es algo que la mujer colombiana debería trabajar más. Cuando empecé esta empresa no sabía qué iba a pasar. No tenía ni idea de si esto iba a ser un éxito rotundo o si simplemente iba a tener unas cuantas clientas a las que les encantaba la filosofía de lo que proponía. El mundo de la belleza de lujo nunca aceptaba las cosas naturales, lo natural era cosa de hippies, de farmacias pequeñas con productos naturales, pero nadie iba a cambiar un producto suizo. Todo el mundo pensaba que lo que estaba haciendo era una locura porque no tenía experiencia, y pocos sabían quién era. La seguridad en mi idea y en el proyecto fue clave.

¿Qué consejos daría a quienes quieren emprender?
Que no piensen en copiarse de otras. Cuando hay una compañía que es exitosa, enseguida le sale todo tipo de competencia haciendo lo mismo. Hace falta más originalidad, desarrollar conceptos nuevos. Lo otro que me parece importante es asegurarse de que ese producto o servicio vaya a mejorar la vida de las otras personas. Hacen falta más empresas que les mejoren la calidad de vida a sus clientes, que no dañen el planeta, hay que pensar en sostenibilidad, que es la única manera de hacer negocios en el futuro.

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