Esta es una crisis que pone contra las cuerdas el poder de reinvención del sector automotriz. Análisis de Felipe Chaves, CEO y cofundador de Wyls.co

Con el Covid-19 la industria y las grandes marcas de vehículos no han estado exentas a los efectos poderosos de esta pandemia. Con el confinamiento mundial las sociedades se mantienen al margen de conducir. Medidas extremas de higiene y limpieza están a la orden del día; con gran razón, no es tiempo para no alarmarse ni mucho menos para estar al volante.

La industria de las cuatro ruedas no repunta desde los últimos diez años y con este (frenón) mundial parece estar más cerca de los Cuidados Intensivos que de una verdadera recuperación. Y es que aunque parezca una paradoja, el epicentro del brote de contagio del coronavirus, Wuhan, también es hoy en día el epicentro de la producción automotriz mundial.

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Los bajos costos industriales, los irresistibles volúmenes comerciales y las poderosas alianzas estratégicas, le han merecido los elogios para ser la Detroit asiática, como la llaman algunos expertos. Marcas como Honda, Nissan, Renault y hasta el gigante Toyota, han dejado su futuro y dependencia en manos de la industria china.

Pocas veces se había visto al sector tan acorralado. Dificultades anteriores fueron sectorizadas y no hay antecedentes de una pausa mundial. En anteriores ocasiones mientras unos estaban en pausa otros producían. Una  total parálisis del sector de la fabricación de autos.

El ‘coco’ persigue a la industria. Para colmo de males, el sector ya traía una herida abierta después de La guerra comercial entre EE.UU. y China, y ahora llega una más categórica llamada coronavirus. Sin sumarle casos como el Dieselgate o la costosa transición hacia la producción de autos eléctricos y sistemas de autoconducción. Según la calificadora de riesgos Fitch este año sólo podrían producirse algo así como 60 millones de vehículos debido a la crisis. Una cifra, según documentados en el tema, casi pavorosa.

A ésto se le agrega que casi 15 millones de empleos directos e indirectos a nivel global podrían verse afectados de no continuar rápidamente en los próximos meses las operaciones de producción. Las marcas grandes deberán acudir a los ahorros y las pequeñas dependerán de beneficios públicos. En países como Alemania se habla de nacionalización de empresas. La idea de estatizar empresas estratégicamente relevantes golpeadas por la epidemia puede estar a la vuelta de la esquina. Casi un sálvese quien pueda, o mejor reinvéntese quien esté preparado.

Para los gobiernos es muy difícil desarrollar ayudas o fuentes de crédito para un sector que mueve billones de dólares anuales como es el caso de México, donde la producción representa el 3% del Producto Interno Bruto del país. Si no se produce ni vende, el costo es muy alto. Aunque algunas marcas han estado al margen de las débiles cifras de ingresos y se habían puesto al día con los usuarios, otras como Jeep, Volkswagen y BMW estaban a la espera de jugar este año su as eléctrico bajo la manga, pero parece ser más un 2020 negro.

La industria tendrá que ir más allá. El pánico ya es colectivo, y parece no haber tiquete de regreso más que el de una verdadera reinvención. En comparación con el Turismo, los restauranteros o los cines, aquí no es tan fácil recuperarse. Inclusive, colosos como Tesla, tuvieron que postergar la producción de su Model 3en su despampánate planta de Shanghai. Parece que ni las avanzadas tecnologías, ni las herramientas de la transformación digital, serán un salvavidas para salir sin ser golpeada de estos tiempos difíciles. Quien salga airoso de esta tempestad, tendrá una victoria pírrica.

Una producción consiente y sostenible

No todo es tan negativo en este efecto dominó. La creatividad, la agilidad para transformarse y la capacidad de innovación, parecen ser el salvamento en medio de esta tormenta. “Estoy convencido que debemos poner nuestros cerebros a trabajar para reinventarnos. En momentos como éste se rompen las barreras que hoy existen para modelos como el nuestro. Tenemos una oportunidad única y podemos aportar no solo para reducir el calentamiento global, sino para ser una industria más amigable y responsable. La contaminación mundial es un tema coyuntural, pero no es el único, somos consientes que debe ser parte de nuestro compromiso junto con todos los que estamos en este negocio. Debemos llegar de manera más eficiente a nuestros usuarios. Las cifras a nivel mundial son claras: modelos como el carsharing sacan de circulación entre 13 y 15 carros individualmente hablando, es aquí donde las nuevas ideas o las que ya se vienen gestando, como la implementación de energías limpias, o compartir vehículos híbridos y eléctricos pueden aportar en doble vía al sector”, asegura Sebastián Hurtado CEO de AOA, una de las empresas más importantes de alquiler de carro en Colombia.  

Así como la naturaleza ha salido fortalecida de esta crisis al permitirse una renovación lejos del hombre, así mismo las calles, el tráfico, la contaminación auditiva y visual, y las pocas emisiones de CO2, por la falta de vehículos en las urbes, le están otorgando la suya a las ciudades. Un momento decisivo para  re- pensar el futuro de la industria.

La reinvención o la diversificación parecen ser el mejor camino, por no decir el único. Habrá que ponerle el pecho a la situación. Producir conscientemente bajo esquemas y modelos de movilidad sostenible deberá ser el dragón de batallas para los próximos años. Aunque no se ha tocado fondo, puede aplicarse la filosofía del Ave Fénix.

Este año será recordado por ser el año en el que las fábricas estuvieron paralizadas y los concesionarios cerrados, Donde las presentaciones de los nuevos prototipos se postergaron y los autos se quedaron estacionados en las casas de sus propietarios. En tiempo de crisis casi nadie compra, mucho menos un carro. Hoy más que nunca la familias repensarán sus gastos y sus prioridades. De las peores situaciones llegan las mejores ideas. De la última recesión económica nacieron compañías como Uber, Arbnb, Slack, Pinterest y Whastapp. La industria automotriz después de estos tiempos austeros no debería ser la misma. La gente no dejará de moverse, las autopistas seguirán allá afuera, los puentes seguirán conectando personas. Las familias seguirán escapándose los domingos. Habrá cenas en las noches y los espacios de trabajo volverán a ser habitados. El carro no dejará de existir, eso sí, su fabricación y su uso deberán ser más consiente.

Por: Felipe Chaves

*El autor es CEO y cofundador de Wyls.co

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