La compañía explicó que en lo que va del año solo ha importado 1.800 toneladas de leche en polvo para abastecer épocas de sequía.
A través de una carta dirigida al gremio ganadero de Colombia, la compañía de lácteos Alpina se pronunció sobre los señalamientos de los que ha sido protagonista en la última semana, que dicen que habría importado 40.000 toneladas de leche en polvo en lo que va del año, situación que estaría afectando a campesinos del país.
“No es cierto que nuestra compañía haya importado en lo corrido del año la absurda cantidad de 40.000 toneladas de leche”, afirmó la empresa. “Importó 1.800 toneladas. Esto para: 1. abastecer en épocas de sequía 2. utilizarla en las fórmulas que requieren leche en polvo”, agregó.
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“No entendemos la razón por la que se haya puesto a circular una cifra con semejante desfase, que distorsiona por completo la realidad del compromiso histórico de Alpina con sus ganaderos”, precisó el documento.
Según la organización, estas 1.800 toneladas representan menos del 4 % del total de leche que utiliza la compañía. Además, indicó que diariamente compran cerca de 1,2 millones de litros a campesinos colombianos, “siendo Alpina el segundo comprador de leche de Colombia”.
A través de sus redes sociales, la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan) había manifestado que, además de la importación de leche, el 72 % de las bodegas que reservan el líquido, actualmente están ocupadas con leche de origen extranjero. “Solo un litro de cada dos que produce un ganadero es recogido por la industria formal. Además, la falta de leche ha generado competencia entre las industrias, lo que ha llevado a pagar 58 % más de bonificaciones voluntarias respecto a 2019”, señaló la agremiación.
Al respecto Alpina explicó que la crisis del coronavirus ha generado una baja en el consumo de los lácteos, que cayó entre un 10 y un 15 % según Nielsen. Esto, sumado a que la compañía no cuenta con capacidad de abastecimiento, se redujo la compra de materia prima “de acuerdo con la realidad del mercado”, razón por la que “algunos ganaderos de la sabana de Bogotá y Boyacá decidieron dejar de vendernos su leche”.