El español Joseba Grajales, presidente del Grupo Keralty (Organización Sánitas Internacional), habla con Forbes sobre su visión de lo que viene para los sistemas de salud de Colombia.
En el aeropuerto El Dorado de Bogotá, el vasco Joseba Grajales se enteró de que Colombia tenía el primer caso de Covid-19. Era el 6 de marzo pasado, cuando el mismo presidente Iván Duque anunció que una joven que había llegado de Italia hacía unos días a la capital dio positivo por coronavirus.
Ese viernes, Grajales regresaba a España después de estar varias semanas en Bogotá en trabajo intenso con su equipo. Desde enero se venía preparando para la posible contingencia y, días antes, en una de las reuniones, el infectólogo Carlos Álvarez, quien semanas después sería coordinador nacional sobre estudios en Covid-19 de la OMS, les habló sobre el coronavirus.
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Para ese momento, en Bogotá, solo había algo de inquietud, quizás no había generado esa sensación de gravedad ni se veía en el horizonte la real dimensión del impacto del coronavirus. Lo más parecido que había vivido Grajales era el brote de la gripe aviar, que entre el 2009 y el 2010 se propagó por varios países del mundo. La enfermedad dejó, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), poco menos de 20.000 muertos, pero aún se evalúa si hubo más decesos.
La realidad atropelló a Grajales cuando el lunes siguiente, ya en Madrid, el Gobierno español decidió cerrar colegios y fronteras. El virus había estallado. “Nos pareció un shock absoluto. De repente, la organización tenía todos los centros de mando divididos. Unos los pilló en Colombia, otros en España y otros en Estados Unidos”.
Ese fue el primer momento de Joseba Grajales de cara al virus. El presidente y principal accionista del Grupo Keralty (Organización Sánitas Internacional), uno de los conglomerados más poderosos del sector salud en el mundo, con presencia en siete países (Colombia, Venezuela, Brasil, Perú, México, Estados Unidos, Filipinas y España) tenía que armar y planear cómo iban a enfrentar una situación inédita que los iba a embestir de frente.

El desafío no ha sido de poca monta. Cuenta en el mundo con 5 millones de afiliados, de los cuales 3.3 millones están en Colombia, país al que llegó en 1980 y del cual depende en un 70 % del ingreso de la compañía.
Tanto la EPS Sánitas como Colsánitas Prepagada están ubicadas entre las 100 empresas más grandes del país para el 2018. La primera tuvo ingresos operacionales de 7 billones de pesos y la segunda de 1.5 billones de pesos, según la Supersociedades. Todo esto, en un sector de aseguramiento en salud que movió el año pasado 68.6 billones de pesos en el país, tal como lo reveló la Supersalud.
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“¿Cómo reaccionamos ante algo que no tenemos experiencia? Estábamos repartidos para dirigir la organización. Fueron los primeros momentos más agudos de toda la experiencia. Era planificar las funciones, generar un centro de estado único, y tener los pilares para enfrentar la situación”, recuerda de esos primeros momentos.
Los retos estaban claros. Generar un estado de mando único, apoyar para que se aplane la curva porque “si era vertical no había capacidades sanitarias en ningún sitio”, proteger a los médicos y tener que gobernar en medio de la pandemia.
Además, afinar los tres ejes que ha manejado la organización durante décadas, explica Grajales, como son los de salud, social y comunitaria, que se puede traducir en un énfasis en la promoción y la prevención de enfermedades, y el fortalecimiento de las redes de atención primaria. “Esto es fundamental. La prevención y la promoción de la salud. Los hospitales cumplen un espacio, pero antes del hospital hay que tener una red de atención básica primaria. Si tienes una red puedes hacer muchas cosas, si no tienes una red, vas a volcar toda la atención a los hospitales y vas a colapsarlos”, explica.
Antes de la pandemia, Grajales viajaba al menos una vez al mes a Colombia, por lo que habla con propiedad de lo que pasa en esta región del continente. Las dificultades que vive el país con las unidades de cuidados intensivos ante el crecimiento de los contagios y la falta de pruebas preocupan a las autoridades.
– ¿Cuál es la estrategia para manejar la ocupación de las UCI? ¿Qué se puede aprender del caso español?
Hay que habilitar más espacios para la atención. Pero yo creo que lo que se ha hecho en Colombia es lo mismo que se ha hecho en Europa. América ha tenido más suerte porque ha visto cómo ha sido la atención en otros países, y Colombia ha actuado muy prudente y juiciosamente. Se ha actuado como se ha tenido que actuar.
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– Autoridades locales se quejan porque hay demoras en la práctica de pruebas y están pidiendo a las EPS más celeridad. ¿Cómo ampliar, masificar y acelerar la práctica de pruebas, que es otro de los pilares para aplanar la curva?
La situación de las (pruebas moleculares) PCR en todo el mundo es igual. Nosotros estamos en Estados Unidos y es que no hay porque es un problema de capacidad de fabricantes. Estamos todos en la misma problemática. Es un drama. Que Estados Unidos no haya PCR, es un drama. Hay políticos juiciosos y otros con menos juicio.
Hay compañías que lo hacen de manera más juiciosa y compañías que por muchas razones no tienen la misma capacidad. Pese a las críticas, la actitud global de todo el mundo sanitario es apoyar, aportar y hacer lo indecible por conseguirlo. Pero las capacidades que tenemos son las que tenemos. Mañana podemos decir, mandemos 10.000 cohetes a la Luna desde Colombia, pero no los vamos a lanzar. Tenemos unos espacios y unas capacidades. ¿Hay disposición? La hay. Por lo tanto, en esto hay mucha crítica vana.
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En la conversación, Grajales habla de los políticos, especialmente cuando se habla del futuro de los sistemas de salud públicos tanto en Colombia como en América Latina. Entre muchos lunares, está la desfinanciación de la red pública de hospitales, las dificultades en la cobertura y la compleja situación salarial y de las condiciones que vive el personal médico, complicaciones que venían desde antes de la pandemia.
– ¿Qué deben aprender los sistemas de salud públicos de Colombia y de América Latina de la emergencia sanitaria?
En general, en la región, históricamente, se ha concentrado la atención en salud en la red hospitalaria, pero no tanto en la atención primaria. Tanto en la salud pública como en la privada. Es fundamental la promoción y la prevención. En la atención primaria se puede manejar un 85 % de las necesidades de la población y solo un 15 % requieren de remisión a niveles de mayor complejidad u hospitales
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La pandemia ha revelado que las acciones deben ser colectivas. No valen las acciones individuales. Todos nos debemos enfocar para derrotar al mismo enemigo. La unión de los ciudadanos es fundamental. Hay que trabajar en un mismo cuerpo: autoridades sanitarias, autoridades y los ciudadanos, esa es la principal lección que ha dejado esta emergencia. Es muy importante, también, que los políticos dejen de utilizar la salud y la sientan como algo que es necesario y en beneficio realmente de la población.
– Se cree que los sistemas de salud tendrán que salir fortalecidos tras el Covid. ¿Piensa que será así?
Existe una inequidad en la atención en salud. Es una problemática que hay que revisar. El Covid ha generado una crisis sin precedentes para los sistemas de salud, con un impacto económico brutal y con un impacto político, también. Además es el mayor desafío que la humanidad ha tenido que afrontar después de la Segunda Guerra Mundial.
Ha mostrado la fragilidad y la vulnerabilidad de los sistemas de salud sin excepción, a los países de altos ingresos y a los de bajos ingresos por igual. Ha afectado de manera estrepitosa al adulto mayor y ha generado un problema grave de la salud mental. Esto es único en la historia del mundo.

Ahora, ¿saldrá fortalecido? Coincido con esa teoría global e incluso popular de que esta es una oportunidad para transformar y reinventar los sistemas. La salud lleva décadas sin su revolución. Ahora se va a obligar a hacerla.
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Las inversiones que se hagan en prevención y promoción de la salud son definitivas. No puede pasar la pandemia y que sigan con las cosas iguales. Eso sí sería una catástrofe porque no hemos aprendido la lección. En todo esto, no podemos olvidar tampoco del personal médico y el talento humano. Los médicos no son máquinas, son personas.
Hay que hacer un nuevo sistema de liderazgo en salud. Para ello hay que unir a todos los agentes del sistema. La salud tiene que trabajar con datos, con información. Si tu no tienes información, difícilmente se puede hacer atención y prevención. Es fundamental el dato. Yo creo que trabajando en toda esta línea sí se saldrá fortalecido.
Grajales dice que una de las lecciones que ha confirmado la pandemia es que la salud tiene que estar atado a datos e información para la promoción y prevención de enfermedades. La profundización en este punto cree que es parte del presente y del futuro del sector. También piensa que la virtualización de los servicios de salud y de la telemedicina se ha acelerado su uso, sin embargo, es conservador sobre el futuro de estas plataformas digitales.
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Y habla sobre la gran inquietud de cuándo saldrá la vacuna y cómo sería distribuida.
– ¿Qué tanto la telemedicina se aceleró con el Covid? ¿Cree que es el futuro?
La telemedicina puede ayudar a poblaciones vulnerables y que están alejadas de las urbes. Todo lo que sea virtual demuestra que apoya las especialidades. Me parece muy importante que una población pequeña que pueda hablar con un oncólogo en Bogotá para una segunda opinión.
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– ¿Cree que todo se va a volcar a la virtualización, como ya ha sucedido en otros sectores productivos?
Hay que esperar al día después. Es muy pronto para decir qué se va a quedar y qué no. El miedo a salir de la calle ha acelerado mucho el proceso de teleasistencia. En Colombia hemos hecho 1.500.000 llamadas a pacientes Covid y no Covid durante la emergencia.
Una vez que ese miedo desaparezca, se volverá al área médica. El médico no solo es el que diagnostica, sino también da seguridad, calor y cariño. Yo no creo que se vayan a sustituir máquinas por personas. La telemedicina crecerá en el futuro, pero no creo que será la revolución.
– ¿Qué opina, entonces, de estas plataformas digitales de salud que prometen atención virtual con médicos a través de pantallas del celular? ¿Es el futuro?
Yo creo que eso está pasando porque no se puede salir a la calle. Yo no creo que eso se convertirá en un hábito. Que todo eso ayudará a zonas menos desfavorecidas, lo creo. Para una segunda opinión, lo creo. Para formación de médicos, lo creo. Ahora, que sustituya la atención presencial, tengo dudas. Todo esto va a ser importante, pero no desbordante.
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– La gran pregunta: ¿ha analizado cómo será repartida la posible vacuna por el mundo? ¿Cómo será el acceso y la administración?
Yo creo que la vacuna va a salir, sin duda. Tengo dudas de que salga tan inmediato. Veremos una vacuna probablemente a lo largo del año que viene. No creo que este año. Yo creo que habrá vacuna para todos. Habrá una vacuna más inmediata, y probablemente va a haber otra vacuna que refuerce la primera.
El mundo no será tan cínico de pensar que solo tengan vacunas los que tengan capacidad económica. Si eso ocurre, el mundo se merece cualquier castigo. Lo que creo es que se socializará por los sistemas de gobierno mundiales porque la vida de un colombiano vale igual que la de un finlandés o la de un americano. El cinismo de que eso sea por dinero sería una catástrofe.