Los expresidentes reconocieron que algunas personas pueden dudar en tomar las nuevas vacunas desarrolladas a una velocidad récord y, en algunos casos, con una tecnología no utilizada anteriormente.

Los expresidentes de Estdaos Unidos Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton se ofrecieron como voluntarios para recibir su vacuna Covid-19 en público y ante cámaras en un intento por aumentar la confianza del público en la seguridad de las vacunas, que se ha visto socavada por su rápido desarrollo y meses de politización a ambos lados del pasillo.

Hechos clave:

  • Los tres ex presidentes aportar para abordar el importante problema de la negación a las vacunas en los Estados Unidos y alentar al público a salir y vacunarse contra el Covid-19 cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos haya autorizado alguna de las vacunas, que se espera que lo haga en los próximos días y semanas.
  • Obama le dijo a Joe Madison de SiriusXM que entiende por qué la comunidad afroamericana en particular sería cautelosa de recibir un golpe, señalando la larga historia de explotación por parte de establecimientos médicos, como en el notorio estudio de sífilis de Tuskegee.
  • “El hecho es que las vacunas son la razón por la que no tenemos … enfermedades [como la poliomielitis, la viruela y el sarampión] que solían diezmar poblaciones y comunidades enteras”, dijo Obama.
  • “Puede que termine llevándolo a la televisión o haciéndolo filmar, sólo para que la gente sepa que confío en esta ciencia, y en lo que no confío es en obtener Covid”, agregó Obama.
  • CNN informa que el presidente Bush se ha comunicado con el Dr. Anthony Fauci, que dirige el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, y con la Dra. Deborah Birx, que coordina el grupo de trabajo Covid-19 de la Casa Blanca, para obtener “con mucho gusto” su vacuna cámara una vez que se demuestre que es segura y se la da a poblaciones prioritarias.
  • El secretario de prensa del presidente Clinton confirmó que él también tomaría una vacuna cuando se le pusiera a su disposición de acuerdo con las prioridades de salud pública, y estaría feliz de “hacerlo en un entorno público si ayuda a instar a todos los estadounidenses a hacer lo mismo”.

Antecedentes:

Como ilustra tristemente el regreso de las enfermedades prevenibles por vacunación a los Estados Unidos, la oposición absoluta a las vacunas es una amenaza considerable para la salud pública. Estos problemas se magnifican con Covid-19, con teorías de conspiración alocadas, información errónea extravagante y negacionismo descarado que chocan con el hecho de que varias de estas vacunas se han desarrollado, probado y, salvo lo inesperado, aprobado a un ritmo sin precedentes para un virus que es se cree que surgió hace solo un año. En estas circunstancias, la vacilación no es sorprendente y es de esperar, especialmente, como señala Obama, en grupos que han sido mal atendidos, o incluso explotados, por el sistema médico. El presidente Trump, con su inclinación por vender falsedades, ha hecho poco para infundir confianza en el público, en lugar de eso, ha insistido en hacer las cosas a “velocidad vertiginosa” y ha presionado abiertamente a los funcionarios para que apresuren las aprobaciones. Si bien Trump parece dispuesto a recibir elogios por la velocidad a la que se han desarrollado las vacunas, sus tres predecesores más recientes se dan cuenta, junto con líderes de otras partes del mundo, de que la pandemia no se detiene en el desarrollo de una vacuna, sino que se detendrá cuando suficientes personas se han vacunado para interrumpir la propagación del virus.

En las próximas semanas y meses, es probable que figuras de alto perfil den un paso adelante para obtener sus vacunas en público. Ya hay informes de que el primer ministro británico, Boris Johnson, quien fue hospitalizado con Covid-19 al principio de la pandemia, planea hacerlo.

El Reino Unido se convirtió en el primer país en aprobar clínicamente una vacuna Covid-19 el miércoles, autorizando la vacuna de Pfizer-BioNTech para uso de emergencia. Se espera una decisión en Estados Unidos la próxima semana.

Por: Robert Hart | Forbes Staff