La discusión de ajustar el salario mínimo nunca ha sido fácil, unos piden más, otros piden menos y tras falta de acuerdo usualmente termina siendo decretado por el Gobierno. Este año no sería ajeno a ello, la pregunta es ¿qué tanto subirlo en una crisis?

Al cierre de esta edición solo era pública la propuesta unificada de las centrales obreras sobre el ajuste al salario mínimo de 2021: subirlo 13,9 % a $1 millón, sin incluir el subsidio de transporte, que de hacerlo quedaría en un total de $1’120.000. Para 2020 el básico es de $877.802 y el total es de $980.657.

Pese a que aún no se conocen las cartas de los empresarios sobre esta materia, hay unos que ya dicen que se debe tener prudencia al momento de discutirlo, ¿por qué?, palabras más, palabras menos, por la magnitud de la crisis con la que cerrará el país este año (-6,8 % del PIB según datos de MinHacienda) y porque pese al rebote que se espera para 2021 (rondando el 5 %), este no sería suficiente para alcanzar niveles de la actividad económica que se tenían antes de que llegara la pandemia al país.

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Y es que para decidir sobre el salario mínimo no solo se tiene en cuenta el crecimiento económico, sino también la productividad -negativa por la crisis- y la inflación que este año estaría entre 1,3 % y 2,3 % y el próximo año se mantendría en el rango meta del Banco de la República, entre el 2 % y 3 %, según el más reciente informe de política monetaria del equipo técnico del Emisor.

La discusión -en la que participan empresarios y centrales obreras- tendrá un gran invitado en la mesa de concertación, la crisis. Unos la invocarán para pedir que el mínimo suba significativamente para dinamizar el consumo de los hogares y otros lo harán para que no se aumente tanto, pensando en la situación de las empresas y en aquellos que están desempleados e informales.

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¿Por qué estos últimos? Varios expertos argumentan que el alto aumento de los costos de contratación formal dificultaría mantener el empleo o crear nuevas plazas de trabajo en la recuperación e incluso, podría hacer que la informalidad crezca. Más allá del número que se escoja para el salario de 2021, lo cierto es que mínimo habría que revisar los indicadores que se tienen en cuenta para subirlo y más, en un momento social y económico complejo.

La discusión

Recientemente la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes publicó una nota macroeconómica sobre la negociación del salario mínimo en tiempos de pandemia en donde resalta que el resultado del proceso de concertación “tendrá un fuerte impacto sobre la recuperación del empleo, que es, tal vez, la principal urgencia social actual. No es el momento de seguir aplicando en modo automático el principio de que el salario mínimo debe subir al menos la inflación”.

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Los expertos de los Andes ponen de ejemplo la crisis de 1999 en la que -con un decrecimiento real de la economía y de la productividad laboral- el Gobierno decretó un aumento del salario equivalente a la meta de inflación del 2000 (10 %). No obstante, la inflación del 2000 cayó por debajo de los dos dígitos (8,7 %), por lo tanto, el ajuste del mínimo tuvo un incremento real por encima del aumento de la productividad y el crecimiento real de la economía.

Dicha experiencia mostró que el mercado laboral se tarda en salir de una crisis, el choque del fin del siglo pasado implicó un aumento de la informalidad, de la tasa de desempleo y pérdida de fuentes de ingreso. El desempleo tardó más de 10 años en retornar a niveles de un dígito, explicaron al agregar que la Ley 278 del 96 -que creó la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales- contempla provisiones que deberían también permitir un ajuste a la baja en contextos de baja inflación y recesión económica.

En palabras de Mauricio Olivera, exviceministro de Trabajo y director de Econometría, en esta coyuntura hay que fortalecer el diálogo en la mesa de concertación teniendo en cuenta dos indicadores más para el ajuste salarial: el desempleo y la informalidad.

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Para él, aunque siguiendo una regla matemática el mínimo debería crecer por debajo de la inflación en 2021 (al tener baja inflación, crecimiento y productividad negativa), considera que para tener un equilibrio entre empleados y empleadores este debería aumentar con la inflación para que no se afecte a las dos partes.

Alineada con ello, Maribel Castillo, directora del programa de Economía de la Javeriana de Cali, resaltó que “es un tiempo de incertidumbre y más allá de un valor debe pensarse el salario mínimo atado a las acciones de reactivación y de políticas de mejora en el empleo dada la crisis que ha dejado la pandemia en este sector. Las fórmulas no aplican igual en tiempos de crisis y eso ya lo hemos visto estos meses”.

Sobre la posibilidad de congelar el aumento del mínimo por la crisis, Castillo dijo que “no es conveniente usar la pandemia para congelar el pago a los trabajadores. Si hay inflación debe al menos subirse ese valor o un poco más. De lo contrario el efecto en el consumo y el poder adquisitivo de los hogares será mayor sobre todo el resto de la economía”.

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Desde las centrales obreras la visión es otra, Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General del Trabajo (CGT), le dijo a Forbes que “cuando la economía va bien, a la gente del salario mínimo legal le va mal y cuando la economía va mal, al salario mínimo le va peor. ¿Cuál es el motor dinamizador de la economía de un país?, el trabajo, ¿cuál es el segundo elemento?, que el salario sea suficiente, el mínimo de Colombia es de supervivencia, no es uno que alcance a comprar siquiera el 50 % de la canasta familiar”.

Gómez dijo que un aumento significativo del mínimo no afecta al empleo. “Ese es el eterno chantaje de los empresarios que, si el salario mínimo se incrementa de manera proporcionada, tratando de darles una mayor capacidad de compra, eso genera desempleo, eso es paja, es mentira”, agregó.

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Para Diógenes Orjuela, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), “solo metiéndole dinero al bolsillo de los colombianos, principalmente, a los de menos ingresos y a quienes no lo tienen, se podrá reactivar ciertamente la economía colombiana”.

Lo cierto es que la crisis ha pegado tanto a las empresas como a los trabajadores, razón por la que buscar un punto de equilibrio entre ambos será fundamental. De ahí parte la premisa de que, mínimo hay que tener en cuenta a los que buscan un chance de emplearse, y formalmente.