En medio de una crisis económica sin precedentes, Colombia alcanzó la cosecha de café más cara de su historia. Roberto Vélez, presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, cuenta los detalles sobre el negocio, los buenos resultados y el plan del sector.

En las montañas colombianas, donde la altitud supera los 1.500 metros sobre el nivel del mar, con una economía que se mueve alrededor de la recolección de granos maduros y verdes, ya no se ve la tristeza de los años anteriores. Los malos tiempos parecen haber quedado atrás y la crisis, de la que muchos hablan por estos días, no le llega a los caficultores, que celebran la mejor cosecha de la historia, en uno de los peores años de la economía colombiana.

Contrario a lo que viven gran parte de los sectores productivos, en las tierras cafeteras se respira un aroma distinto. Y no es para menos. Las cifras muestran una producción por el orden de los 14 millones de sacos, muy en línea con lo que se alcanzó en 2019, pero con tres ingredientes que hoy se suman al rotundo éxito del sector: un buen comportamiento de los precios internacionales, una mayor productividad de los caficultores y un aumento en la tasa de cambio.

Así lo percibe el gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), Roberto Vélez, quien en diálogo con Forbes califica los resultados como “muy interesantes”. La razón, dice, se alcanzó la cosecha más cara de la historia con unas ganancias cercanas a los $9 billones, es decir, casi 25 % más que el año pasado cuando se llegó a $7,2 billones.

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“Es la cosecha más cara de la historia, con el ingreso más alto recibido por los productores de Colombia, lógicamente en términos corrientes”, dice Vélez, minutos después de conectarse a una llamada, propia de esta nueva realidad. “Yo siempre digo: Al mundo entero le cayeron dos crisis; una, la de la pandemia del covid-19, y otra, una crisis económica monstruosa. Pero tenemos que decir que el cafetero no la sintió. Cuando uno va a los municipios cafeteros no se ve crisis económica por ningún lado”.

El júbilo que viven las 540.000 familias que se sustentan por este negocio, y las cuales se ubican en 604 municipios, obedece a que de alguna u otra manera estos resultados logran resarcir las pérdidas que se alcanzaron en los últimos dos o tres años. El gerente general de la Federación explica que con el dólar en promedio a los $3.800, con picos hace unos meses de hasta $4.000, se mejoraron los precios de la carga y se beneficiaron gran parte de los productores locales, pues más del 92% de lo que se produce se vende al exterior.

El gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, dice que 92% de la producción local se exporta. | FNC

“Hace un año atrás la carga de café estaba en el orden de los $700.000. La subida entre $700.000 y $1.100.000 hace la gran diferencia entre lo que ha sido el ingreso del cafetero desde entonces”, dice Vélez, y añade: “¿La caficultura vuelve a ser rentable? Con costos de $850.000 para producir una carga de café y si ahora se vende en $1.100.000 o $1.050.000, la verdad es que el retorno de la rentabilidad sí es claro”.

Los resultados que se registran en el sector se preveían hace unos meses atrás cuando todavía faltaba por extraer la última cosecha del año, que representa 70% de la producción. El ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, advirtió en su momento que el café era lo único que estaba colocando las buenas noticias de la economía. Y lo decía, no solo por sus cifras históricas, sino por la reactivación de empleo que impulsó en gran parte de los territorios con esta vocación.

De acuerdo con la Federación Nacional de Cafeteros, para esta última cosecha se necesitaron al menos 165.000 trabajadores, entre mano de obra local y trashumante. Una suma importante de estos trabajadores, incluso, se dio a raíz de la diáspora venezolana que se reubico en zonas como El Eje Cafetero, Antioquia y el Huila para recolectar el grano en los cultivos. Este fenómeno acentúo de fondo la nueva realidad a la que se enfrenta el sector, y los retos y desafíos en los que se debe trabajar en la próxima década.

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La agenda 2030

La renovación de los cafetales, el fortalecimiento de los programas de extensión, el impulso en la formalidad laboral y la consolidación de los cafés especiales en el mundo son, sin duda, varios de los retos a los que se enfrenta el sector a mediano y largo plazo. Vélez reconoce que todos los productores continúan trabajando para mejorar sus niveles de productividad, pero advierte que hay que seguir construyendo – de manera conjunta- esa agenda 2030 que permitirá abrir nuevas oportunidades en mercados internacionales.

Si bien ya está en marcha el Fondo de Estabilización de Precios del Café, el presidente de la Federación advierte que por el momento no se tocarán los ahorros, tras el buen momento por el que pasa el sector. “Este año se reciben 30.000 millones por cuenta de los cafeteros. Son unos ahorros que tendremos que revisar. Se utilizan ya sea para seguros de clima, renovación, o simplemente para ayudar al ingreso al productor”.

Colombia alcanzó su cosecha más cara de la historia tras reportar un monto cercano a $9 billones. | Getty Images

El dinero que se reúna en 2020 prevé guardarse precisamente para las épocas de vacas flacas, pues, tal y como se proyecta el panorama, el 2021 no pinta nada mal para los productores. Más ahora cuando los analistas estiman que la tasa de cambio se mantendría por encima de los $3.600 el próximo año.

Los montos que se logren reunir permitirán igualmente impulsar la agenda de la industria en la próxima década. El Gobierno Nacional ya considera que los caficultores tendrán un papel importante de cara a la reactivación económica, por lo que se buscará una reducción de costos gradual, que implica una renovación los procesos en campo y la poscosecha. El motivo: mejorar la rentabilidad.

Gustavo Andrés Gómez, presidente de Asoexport, explica que los buenos precios han llevado a que los caficultores vean las oportunidades que hay en sus cultivos y su mejora en la producción. Este argumento lo comparte Vélez, que destaca que será necesario continuar trabajando en competitividad, pues en el escenario en que la demanda crezca de manera precovid, “cada año necesitaremos 2 millones de sacos más para poder satisfacer ese consumo. Es decir, 20 millones de sacos más en 10 años”.

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Pero la nueva hoja de ruta se tendrá que ceñir precisamente a las nuevas realidades de la industria. Si bien la mayoría del producto que se demanda en Colombia es importado, con un consumo per cápita que alcanza los 2,2 kilos, la tarea de fondo se centra en fortalecer y diversificar la oferta nacional, así como adaptarse a esta nueva normalidad. “Somos optimistas y vemos que ha aumentando nuestro consumo interno. Vamos a superar esos 2,2 kilos y ojalá ya estemos llegando a 2,5 kilos per cápita en Colombia”, destaca Vélez.

La recuperación de las cafeterías

La ambiciosa estrategia de los cafeteros para impulsar el desarrollo de su industria la comparte del mismo modo Procafecol, la empresa de la FNC que administra la marca Juan Valdez. Si bien se vieron golpeados por el freno en sus operaciones tras la declaración de las cuarentenas (no solo en Colombia, sino en los países donde operan) ya plantean un plan de largo aliento para recuperar lo perdido, aprender de las lecciones e impulsar los nuevos canales de ventas.

Camila Escobar, CEO de Juan Valdez | Juan Valdez.

En diálogo con Forbes, Camila Escobar, CEO de Juan Valdez, explica que tras el duro impacto del covid-19 en el core del negocio, se lograron transformar los procesos de la empresa e incurrir en un plan de eficiencias y ahorro. “Juan Valdez ha logrado una recuperación muy importante en los últimos meses y está llegando a niveles de tiendas del 80 %. Esto ha sido gracias al trabajo de todo un equipo y a consumidores que se mantienen fieles a la marca. Hoy, de las 315 tiendas en Colombia, tenemos 229 activas, en algún momento tuvimos menos de 15 abiertas”, dice.

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Con una nueva edición especial, un nuevo logo, la empresa ya mira hacia el 2021. Escobar cuenta que trabajan en un plan de expansión internacional, en la que se priorizará el regreso a México con la apertura de 25 nuevas tiendas a partir del segundo semestre del próximo año, y unos posibles puntos adicionales en Perú, Chile y Ecuador. Este plan irá acompañado con la consolidación de la marca en los canales de retailers y el e-commerce, que de fondo se impulsará con la venta de sus productos a través de los gigantes de comercio electrónico como Amazon y Ebay.