Según expertos, muchos niños podrían desertar de la educación o quedarse rezagados en el aprendizaje por el cierre de las instituciones en medio de la pandemia, situación que traería pérdidas económicas para su futuro y en general para el país.
2020 fue el primer año de la pandemia del coronavirus para Colombia y muchos países, la incertidumbre frente a qué medidas tomar fueron el pan de cada día y el cierre de colegios por el temor al incremento de contagios hizo parte de las acciones tomadas, algo que se esperaba cambiaría en 2021 con un modelo de alternancia, lo cual por lo pronto no arrancará en los colegios de territorios como Bogotá, por ejemplo.
Se ha dicho en distintas ocasiones que el proceso de recuperación tiene un sesgo masculino porque al estar cerrados los colegios, en su mayoría, se incrementa el trabajo no remunerado de las mujeres en el hogar afectando incluso su trabajo remunerado, en caso de tenerlo. Esto último aporta al desequilibrio en las tasas de desempleo entre hombres y mujeres, para noviembre la brecha del indicador fue de 8,4 puntos porcentuales.
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Tras el anuncio reciente de que en Bogotá las clases seguirán virtuales, así como ocurre en otros territorios, Forbes consultó a expertos para conocer qué impacto puede tener dicha decisión en el aumento de la pobreza multidimensional en Colombia, que identifica múltiples carencias a nivel de los hogares y las personas en los ámbitos de la salud, la educación y el nivel de vida.
Según Roberto Angulo, socio fundador de la firma Inclusión SAS y experto en temas de pobreza, cada aplazamiento, cada día, cada semana con los colegios cerrados, en el corto plazo, se está impidiendo que se reduzca la pobreza multidimensional donde la educación juega un papel fundamental. “La pobreza multidimensional se va a mantener aumentando o en el mejor de los casos estancada hasta que no abran los colegios”.
En el largo plazo, dijo Angulo, los costos serán en términos de la calidad de la educación y del aprendizaje, más el tema psicosocial asociado a esto que han nombrado algunos expertos. Según el informe Accesibilidad del aprendizaje remoto de Unicef, con corte a agosto de 2020, en América Latina y el Caribe, como mínimo 13 millones de niños no pueden acceder al aprendizaje remoto, afectando en mayor medida a la población pobre y rural.
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De acuerdo con Henrietta Fore, directora de Unicef, “la gran cantidad de niños cuya educación se vio completamente interrumpida durante meses es una emergencia educativa mundial. Las repercusiones podrían sentirse en las economías y sociedades durante las próximas décadas”. Lo anterior, dado que muchos niños podrían desertar de la educación o quedarse rezagados en el aprendizaje lo cual traería pérdidas económicas para su futuro y en general, para el país.
Para Natalia Galvis, consultora en política social y experta en temas de pobreza, “el cierre de colegios podría aumentar la pobreza en Colombia por efectos negativos sobre el desarrollo y puede hacer más difícil la reducción de la pobreza intergeneracional porque se ha demostrado que hay enormes efectos negativos en el desarrollo de los niños que no están asistiendo a las instituciones de cuidado y a las instituciones educativas en básica primaria y secundaria por los cierres”.
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¿Qué pasa en el campo?
De acuerdo con Angulo, en la ruralidad debería hacerse una reflexión y mirar en qué zonas vale la pena mantener los colegios cerrados, “ya Colombia tiene la información y experiencia suficiente para hacer una estrategia diferencial por territorios. En muchas zonas del campo, en muchos municipios, probablemente no en todos, pero si en muchos, no tiene sentido mantener la restricción de los colegios cerrados”.
Para Galvis, en el campo es más crítica la situación, “es una decisión errada. En las zonas rurales o rurales dispersas quizás hay una mayor rigidez para tomar ese tipo de decisiones, se toman de manera centralizadas, los colegios no vuelven pero en esas zonas hay una mínima concentración de casos positivos de covid. Creo que es una decisión bastante absurda que ya incide en la pobreza y además genera más brechas porque el hecho de que su población pudiendo asistir a clases no lo haga, amplía las desigualdades”.
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Las tareas
De las lecciones se aprende y la estrategia debe cambiar. En palabras de Angulo, el Gobierno Nacional se ha atrasado en la actualización de la base de datos de transferencias monetarias de emergencia, “la base no se ha ampliado con respecto a la nueva foto de los pobres, todavía estamos jugando con la foto que teníamos antes del covid”. Para él, ello se puede solucionar de distintas maneras complementarias: elevar los umbrales y actualizar la base con una ventana para que se puedan inscribir las personas que cayeron en pobreza.
Angulo agregó que la estrategia de las transferencias en 2021 debería ser distinta a la de 2020 porque el segundo pico no se está presentando en todo el país con la misma intensidad o en las mismas fechas. “La estrategia que debería adelantar el Gobierno, de la mano de cada alcaldía, es poder complementar transferencias de la Nación y del municipio en el cronograma de cuarentenas sectorizadas”. Ya no debería ser un solo pago para toda la nación dado el comportamiento de la pandemia y confinamientos más focalizados.
Por último, Galvis mencionó que entre las acciones para disminuir el impacto de las nuevas restricciones en la pobreza incluiría un programa que acelere la reactivación de las obras priorizadas en los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet), dada la deuda histórica que tiene el país en estas zonas, con alta concentración de población pobre, expuestos al conflicto armado y con deficiencia en provisión de bienes y servicios públicos.