El nuevo gerente del Banco de la República, que volvió a la entidad en la que ya había trabajado 12 años, habló con Forbes sobre cómo ve el escenario de recuperación de la economía y el escenario de recuperación de la economía y las propuestas que no se deberían adoptar.

Tras haber sido parte de la Junta Directiva del Emisor durante 12 años en el periodo 1997-2009, en 2021 Leonardo Villar arrancó una nueva etapa en el Banco de la República, pero esta vez llegó a ocupar el asiento de la máxima cabeza. En un año retador para la economía colombiana, el reconocido economista -junto al equipo de expertos que lo acompañan- dará línea sobre la política monetaria, cambiaria y crediticia del país.

Aunque Villar no quiso hablar sobre si le preocupa o no que el país se enfrente a una pérdida del grado de inversión, ni cuál es la visión del Emisor frente a las criptomonedas y si estudian respaldar alguna o tener una propia, enfatiza que para que se dé una recuperación económica duradera en Colombia, tras la crisis derivada por el coronavirus, urge tomar acciones en el frente fiscal que garantice la sostenibilidad de las finanzas públicas y aporten a la estabilidad macro del país. Es optimista frente al 2021, pero ve un mejor desempeño económico en 2022.

¿Cuál es su primera impresión del 2021?

En el mundo entero, el desafío para el 2021 es controlar la crisis sanitaria con el apoyo de las vacunas y consolidar la recuperación del empleo y de la actividad económica tras la fuerte recesión observada durante 2020. Una recuperación duradera deberá hacerse garantizando la sostenibilidad de las finanzas públicas y la estabilidad macroeconómica en el mediano y largo plazo.

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Hay expectativas positivas frente al proceso de vacunación, pero debe reconocerse que eso tardará unos meses en reflejarse en la salud y que existen riesgos a la baja asociados con la segunda ola de contagios que estamos observando y a los nuevos confinamientos que se hacen necesarios en tales circunstancias. En el caso de Colombia, esperamos ver un crecimiento cercano al 5 % que empiece a compensar parte de lo que se perdió en 2020. Sin embargo, volver a los niveles de actividad económica de ingresos que se tenían antes de la pandemia podría tardar hasta bien entrado el 2022.

¿Qué le diría a los que piden que el Banco haga un crédito directo al Gobierno en medio de esta coyuntura?

Mientras haya alternativas mejores, la opción de un crédito directo no debe utilizarse porque puede ser peligroso para la credibilidad de la política económica y, por ende, para la estabilidad del financiamiento que afortunadamente ha seguido fluyendo hacia el país. No es casualidad que los países avanzados han descartado el uso de créditos directos de los bancos centrales a sus gobiernos.

Es preferible contar con acceso al financiamiento sano y sostenible que financiar al Gobierno con recursos de emisión que pueden desencadenar altos niveles de inflación y otros procesos desestabilizadores. De hecho, países que financian a sus gobiernos con recursos de emisión monetaria suelen caracterizarse por una gran inestabilidad en sus niveles de inflación, como sucede con Argentina o, en un caso más dramático, con nuestra vecina Venezuela.

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Colombia no se ha visto en la necesidad de usar créditos de emisión para financiar al Gobierno. A pesar de la gravedad de la crisis generada por la pandemia y del fuerte aumento en las necesidades de financiamiento, el Gobierno ha logrado conseguir los recursos requeridos en los mercados de capitales nacionales e internacionales y con préstamos de instituciones financieras internacionales que confían en la solidez de nuestras políticas.

La inflación cerró baja en 2020, si esta sube más de lo esperado por la recuperación ¿aceptarían ver una inflación por encima de lo habitual?

En el mundo entero, la fuerte contracción de la demanda asociada con la pandemia generó una presión a la baja sobre la inflación, llevándola en muchos países a niveles inferiores a los establecidos como meta por parte de los bancos centrales.

Esto ha facilitado instrumentar políticas monetarias fuertemente expansivas y llevar las tasas de interés a niveles históricamente bajos.

Esto le permitió al Banco reducir sus tasas de interés y adoptar una política expansiva que ha ayudado a mitigar la magnitud de la crisis y a impulsar la recuperación que, en el caso colombiano, tuvimos en 2020 una inflación de sólo 1,6 %, considerablemente inferior a la meta de 3 % establecida por el Emisor. El hecho de que la inflación haya bajado tan fuertemente empezó a observarse desde Mediados de 2020. Por ahora no se ven presiones que puedan llevar la inflación por encima de la meta.

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Las perspectivas del equipo técnico del Banco coinciden con las de la gran mayoría de los analistas del mercado en que la inflación se acercaría gradualmente hacia el 3 % anual, que es la meta establecida.

¿Cree que tantos estímulos podrían llegar a generar un impacto negativo sobre el dólar y afectar a Colombia?

En el último año, la tasa de cambio tuvo un aumento considerable en el momento más álgido de la crisis, hacia los meses de marzo y abril de 2020. Ese aumento se ha revertido parcialmente en el período más reciente, coincidiendo con la recuperación en los precios del petróleo y de los flujos netos de financiamiento externo que recibe el país. Uno de los mayores aciertos de la política monetaria y cambiaria del Banco de la República ha sido permitir una tasa de cambio flexible. Como sucede en el caso de las monedas de los países avanzados, la tasa de cambio del peso colombiano se mueve libremente en respuesta a los múltiples impactos que sufren la oferta y la demanda de divisas.

El precio del dólar responde a choques exógenos tales como la crisis sanitaria, la crisis económica mundial, las bajas tasas de interés en los países avanzados, las variaciones en la dirección de los flujos de capitales o los cambios en los precios de nuestros productos de exportación. En ese sentido, la tasa de cambio se constituye hoy en día como la primera línea de defensa de la economía frente a todos esos choques y eso ha probado ser muy positivo para la estabilidad macroeconómica.

La deuda externa sigue en niveles históricos, ¿hay que preocuparse?

Las circunstancias de la pandemia generaron un aumento muy fuerte de la deuda externa y de la de deuda pública. El Gobierno tuvo que aumentar el gasto, y la recesión tuvo impactos enormes en el recaudo tributario. Eso aumentó el déficit fiscal y contribuyó a incrementar la deuda pública tanto interna como externa, lo cual plantea grandes retos a futuro para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas.

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En este contexto resulta fundamental mantener la credibilidad en nuestra política económica, credibilidad que hoy se refleja en el grado de inversión que nos otorgan las tres principales calificadoras
de riesgo: Moody’s, S&P y Fitch Ratings.

El ministro de Hacienda ha dicho que se necesitan medidas fiscales de ajuste que deberán decidirse próximamente, aunque algunas de ellas sólo tendrán impacto en 2022. Esa es la reacción adecuada, que comparto plenamente.

¿Qué lecciones le deja a Colombia la pandemia en materia económica y social?

La pandemia a nivel mundial generó una crisis sin precedentes, que no sólo se manifestó en el gramático aumento en los contagios y en la muerte de más de 2 millones de personas durante el último
año. También se reflejó en una tremenda recesión de magnitudes que no conocíamos y en la consecuente contracción de los ingresos, el aumento del desempleo y el deterioro de las condiciones sociales. Creo que, para un país como Colombia, el mayor aprendizaje que puede obtenerse de una situación tan triste es que, una vez salgamos de esta crisis, debemos prepararnos para situaciones adversas, aun cuando ellas no constituyan el escenario más probable. Es bueno actuar siempre con optimismo y con una visión positiva del futuro, pero con la cautela y la previsión requeridas por la posibilidad de que los riesgos a la baja se manifiesten. Esto implica construir mejores redes de apoyo
social y generar las condiciones fiscales que permitan financiarlas y que nos hagan menos dependientes del endeudamiento.

¿Cuáles han sido sus primeras tareas desde que regresó al Banco?

Tuve una inducción acelerada y de gran calidad. Muchos procesos han cambiado al interior del Banco con respecto a los que existían cuando me retiré hace 12 años y yo, por supuesto, debo aprender sobre las mejoras introducidas en este período. También hay muchos temas nuevos que están íntimamente vinculados con los impactos de la pandemia. Hay cambios enormes en la forma como se trabaja en el Banco en un ambiente de virtualidad.

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El área cultural ha tenido que adaptarse a la circunstancia de distanciamiento social generada por la pandemia, lo cual ha generado retos difíciles y lecciones muy importantes para el futuro.

¿Cómo le gustaría ser recordado en el Emisor?

Quisiera dejar un Banco de la República con plena credibilidad en sus metas de inflación, en el contexto de un país con bajas tasas de desempleo y de informalidad y tasas de crecimiento económico altas y sostenibles. También me gustaría ser recordado por haber apoyado la actividad cultural del Banco, como lo hicieron mis antecesores y como lo establece la propia Constitución. Mi lema básico es construir sobre lo construido y quisiera ser un gerente que avance sobre los grandes logros que ha tenido el Banco de la República desde que obtuvo su autonomía constitucional, durante los períodos de Francisco Ortega, Miguel Urrutia, José Darío Uribe y Juan José Echavarría.