La regularización venezolana es positiva para los indicadores, pero va a ser, durante muchos años, un gran desafío para la sociedad y sus gobernantes.
Recuerdo a los viejos que decían, en su sabiduría, que al miedo y a los problemas hay que darles la cara para vencerlos. Hay dos excepciones, dirían otros. Una es que, si nos derrotan, al menos tuvimos la valentía de enfrentarlos, y la otra, es que hay que escoger qué pelea dar.
Más allá de cualquier debate de que si hubo cálculo político o no, la decisión de gobierno del presidente Iván Duque de entregarles papeles a un millón de venezolanos es, sin más, una medida positiva, la cual, en su ejecución, pone al país en un desafío sin precedentes.
#ColombiaSinFronteras: el impacto de la migración venezolana en Colombia
Existen dudas. Colombia pasó en pocos años de ser un país expulsor a ser uno receptor. No debemos olvidar que nuestros nacionales han migrado (y siguen haciéndolo) masivamente hacia Estados Unidos, Canadá, Europa y al mismo Venezuela.
Se calcula que solo en España podría haber hoy 100.000 colombianos sin papeles. En Venezuela, el mismo Instituto Nacional de Estadística de ese país (INE) asegura que en 1981 había 508.166 colombianos viviendo en ese país, mientras que en 2011 ya eran 685.040, muchos de ellos atraídos por el ‘boom’ del petróleo.
Migración: las claves para que se sume a la reactivación del país
La migración de venezolanos ha tenido varias olas. La última, de ciudadanos con menos preparación que las anteriores. Pero era una necesidad imperiosa reconocer el problema y, parte de reconocerlo, es hacer un corte de cuentas para saber quiénes son y en qué condición están.
Esto es tan importante, debido a que, si el país está pensando en la reactivación, debe incluir a esta población en los planes de generación de empleo y en cómo brindarles una solución para que puedan llevar un proyecto estable. Igualmente, si el país quiere combatir la pandemia y asegurar la inmunidad de rebaño.
En esta edición de Forbes, la economista francesa y premio Nobel de Economía Esther Duflo dice que “la historia muestra que incluso un gran movimiento de migrantes que entran a un país no tiene realmente ningún efecto negativo en los salarios y empleo de la población nativa”.
Los datos que se han conocido favorecen la inclusión. Se calcula que el costo fiscal de los migrantes estaría entre 0,19 % y el 0,26 % del PIB, pero habría recursos de cooperación para contenerlo. Por su parte es una población que impulsa el consumo: solo en el primer semestre del 2020, dicha cifra llega a los 430.8 billones de pesos, según un estudio de Raddar hecho para Usaid y Acdi/Voca. El mismo informe habla además de que puede haber un bono pensional para el país.
Los obstáculos y desafíos son inmensos, pero se equivocan los que solo señalan al Gobierno como el único responsable de que esto salga bien. Por un lado, el Estado entraría a agilizar procesos para facilitarles la vida a los empresarios. Por otro lado, están los generadores de empleo que deberían promover políticas de inclusión. Los ciudadanos debemos acompañar esta iniciativa que es parte de nuestra nueva realidad.