La premio Nobel de Economía habla en exclusiva con Forbes sobre qué medidas deberían implementar países como Colombia para superar, de la mejor manera, la coyuntura social y económica que atraviesan por la pandemia. No hay que temerle a la migración venezolana, entre los puntos que resalta.
La economista francesa Esther Duflo, quien en 2019 se convirtió en la segunda mujer en recibir el Nobel de Economía y en la más joven en obtener el premio a sus 46 años -galardonada junto a Abhijit Banerjee y Michael Kremer por su enfoque experimental para aliviar la pobreza global- habla en exclusiva con Forbes sobre las políticas que deberían ponerse en práctica en países como Colombia para combatir la pobreza, la informalidad y mejorar la equidad laboral, entre otros temas cruciales que impactarán la anhelada recuperación.
La pandemia del coronavirus puso a prueba literalmente a todo el mundo: los hacedores de política pública, los gobiernos y otros expertos que no la han tenido fácil para tratar de sacar a sus países de una profunda crisis, la peor en casi 100 años. Aunque no existen fórmulas mágicas ni balas de plata, como ella misma lo dice, esta es la visión de Duflo (quien participó el mes pasado en el Hay Festival en una conversación con la economista Ana María Ibáñez) frente a la coyuntura actual y sus ideas para evitar un desastre económico y social peor.
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La pandemia ha retrasado la lucha contra la pobreza en el mundo. ¿Qué le diría a los responsables de políticas públicas para reducir la pobreza? ¿Hay una receta?
No, por lo general no hay una receta para lo que decimos sobre la pobreza, no hay una fórmula mágica. Dada la situación postpandemia lo primero que hay que hacer es reclamar por la salud de la gente y recuperar la economía. Así, el esfuerzo de vacunación es un pilar importante. Otro pilar es permitirle a la gente la opción de consumir, apoyar el sustento de los más pobres a través de programas de transferencia de dinero promovidos por los estados. También hay que asegurarse de que las empresas no se derrumben por completo. Creo que con esos tres elementos puede haber maneras de hacerle frente a la pobreza.
También está el pilar de la educación, que es esencial. En muchos países en desarrollo o mercados emergentes donde las escuelas han permanecido cerradas durante mucho tiempo, reabrirlas es una completa urgencia. Una vez esto pase hay que tener cuidado con los niños que están regresando a la escuela porque lo están haciendo con experiencias muy diferentes, por lo tanto, no se puede esperar que todos estén en el mismo nivel.
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¿Cuál es el papel de la mujer en la recuperación económica? Las mujeres han vuelto a casa para cuidar a sus hijos, ¿cómo reducir la brecha de género?
Creo que, en todo el mundo, desde los países más pobres hasta los más ricos, las mujeres son realmente las que soportan la peor parte de la pandemia. Han sido ellas las que regresan a casa para cuidar de los niños que no están en la escuela y han abandonado sus carreras o intentado combinar sus carreras con el cuidado del hogar,
Lo que podría tener consecuencias a largo plazo. Creo que es esencial que las mujeres puedan volver al mercado laboral y, de nuevo, para eso es muy importante tener escuelas y lugares de cuidado. Si hay algo que hemos aprendido de esta pandemia es cómo no se puede tener igualdad entre hombres y mujeres si no tienes lugares de cuidado operando. Así que eso va a ser una primera cosa.
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La segunda es que muchos países, en particular los latinos, tienen un poco de cultura machista. Las mujeres deben ser contratadas porque en muchos casos son el sustento de la familia.
Esto es algo de lo que las empresas necesitan asegurarse, volver a contratar a mujeres tanto como a los hombres al tiempo que la economía y la actividad se levantan.
¿Qué pueden hacer países como Colombia frente al desempleo?
Va a depender de si la crisis persiste o no. Creo que hemos estado un poco asustados por las crisis anteriores que tienden a acumularse. Empiezan en una fase aguda y luego continúan, continúan, continúan, pero no tiene que ser así porque esta crisis realmente salió de algo que estaba completamente fuera del funcionamiento económico. Es decir, no fue el resultado de un mal funcionamiento estructural de la economía.
Se podría esperar que una vez la vacunación llegue a todos los lugares y haya suficientes para reiniciar la interacción, el trabajo y el consumo, la economía pueda reiniciar y allí los trabajos también volverán. Así que esa es realmente la cuestión, evitar que esta crisis temporal debido a la enfermedad se convierta en algo más permanente a través de una crisis de demanda, así que ahí es donde el apoyo a las personas a través de transferencias de dinero es realmente esencial en un país de ingresos medios como Colombia para ayudar con la transición.
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En su libro ‘Repensar la pobreza’ se habla por qué, en general, los pobres no se suman a las campañas de vacunación. ¿Qué tipo de acciones recomendaría a países como Colombia para que tengan éxito en la campaña de vacunación contra el covid incluyendo esta parte de la población?
Es una de las preguntas del millón que todos los países tendrán que afrontar. Es algo que vemos en los países pobres, ricos y de ingresos medios. Es un problema compartido. Ahora que tenemos la vacuna, parte de los desafíos son logísticos, de llevarlas a los pueblos, pero en el futuro tendremos vacunas más fáciles de administrar que las actuales, las cuales requieren cadenas muy frías y la dificultad será más conductual, cómo hacer que la gente se vacune.
El problema de las enfermedades de la infancia es que las personas no son plenamente conscientes de su importancia. No se dan cuenta de lo crítico que es vacunar a sus hijos contra el sarampión, la polio o el tétano. No ven la urgencia de eso. Pero hoy estamos en un momento en el que todos entienden la urgencia de la crisis covid. Creo que podemos aprovechar eso y enfatizarlo con el fin de que actúen mientras el tema está tan presente en la mente de la gente.
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Hay algunas personas que podrían ser reacias. Algunos pueden pensar en alguna teoría de la conspiración o sienten desconfianza del Gobierno. La mejor manera es impulsar dentro de las comunidades a las personas que son de confianza e involucrarlas para convertirlas en embajadoras de la inmunización. Hemos visto casos exitosos en India, donde es clave tener un portavoz de la inmunización. Eso podría ser súper eficaz.
La mayoría de los países están pensando en una reforma fiscal para tener más ingresos y atacar el déficit. ¿Cree que estas reformas son necesarias en la actualidad? ¿Cómo hacerlas sin generar más pobreza o inequidad?
La reforma fiscal es algo que toma un poco de tiempo para hacerla correctamente. La idea de una reforma fiscal puede venir de una crisis, eso puede darle el impulso para hacerla en particular en un país como Colombia que no puede evitar ayudarse a sí mismo y si por la crisis necesita aumentar los ingresos fiscales. En general, a medida que los países se vuelven más ricos en el proceso de desarrollo, los ingresos del impuesto aumentan como fracción del PIB y es algo normal que sucede pues hay más dinero para hacerlo.
No obstante, creo que la clave no es hacer eso, podría tomar un poco de tiempo para hacerlo de una manera apaciguada, pero si se hace, hay muchas pruebas de que los mayores ingresos fiscales no obstaculizan el crecimiento en el país y tienden a seguir con el curso si viene por ejemplo a través de una mayor formalización de la economía por lo que más personas ganan salarios que pueden ser gravados y hay menos personas informales que no pueden pagar impuestos, así como un código tributario más progresivo a través de impuestos sobre la renta, sobre sociedades y activos que a menudo están infrautilizados colectivamente en los países de ingresos medios.
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Tenemos una economía basada en la informalidad, cómo llevar a esos empresarios a la formalidad, ¿cuáles son las claves para hacerlo?
Es una gran pregunta y ojalá tuviera la respuesta. Esto es algo en lo que muchos economistas han trabajo intentando dar a la gente incentivos para que se conviertan en formales, algo de lo que uno se dio cuenta de su importancia aún más en la crisis porque era difícil identificar quién necesitaba ayuda y cómo ayudarlos si no tienen ninguna existencia legal. El desincentivo en contra es que una vez eres formal, tienes que pagar por los impuestos para tu trabajador, pensión y seguro de salud, lo cual aumenta el costo de vida a las personas, por eso son un poco reacios a hacerlo.
Ha habido muchos esfuerzos para tener unidades de registro para las pequeñas empresas en general y estos no tienen un impacto muy grande. Creo que lo que crea la dificultad es la brecha entre el costo de la mano de obra de los trabajadores informales y formales. La mejor manera de reducir la informalidad sería disminuir esta brecha, asegurándose de que, para un empleador, en particular para un pequeño empleador, que emplea a alguien con poca cualificación no termine siendo más costoso hacer esto formalmente que informalmente.
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Por lo tanto, si no son los propios negocios los que están pagando estos impuestos, entonces tiene que venir de otro lugar en el sistema tributario. Es necesario que haya solidaridad del empleador más grande que en cierto sentido va a subvencionar el estatus anterior del pequeño empleador. Pero vale la pena porque la economía más formal está más equipada para hacer frente a crisis como la que se ha experimentado con el covid, por ejemplo.
En su libro ‘Buena economía para tiempos difíciles’, usted menciona los impactos de la migración en indicadores como el empleo. Recientemente, el presidente, Iván Duque, anunció que regularizará el estatus migratorio de los venezolanos en el país. ¿Qué efectos económicos y sociales cree que esto podría traer al país y cómo contribuiría a luchar contra la desigualdad?
La historia muestra que incluso un gran movimiento de migrantes o refugiados que entran en un país no tiene realmente ningún efecto negativo en los salarios y el empleo de la población nativa. Así que no veo por qué en los venezolanos y colombianos sería diferente. Genera preocupación porque viene gente educada al país, sí, pero es bueno que ellos vengan, trabajen, eso pone más gente dispuesta a trabajar, también consumen y necesitan establecerse y eso crea una demanda para todos los negocios en Colombia. Todas las experiencias que tenemos de episodios similares en todo el mundo y en la historia sugieren que no va a ser malo para la economía de Colombia.
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Por el contrario, en muchos casos las personas migrantes son dinámicas y pueden impulsar un montón de negocios. Así que no hay razón económica para no acogerlos, la convulsión es más política, pero creo que hay un papel importante que pueden jugar los medios de comunicación diciendo que se conserve la calma, que los venezolanos no acabarán con los trabajos de los colombianos.

Sobre las lecciones que la pandemia ha dejado a los países, ¿qué cosas no deberían repetirse en el futuro?
Hay muchas lecciones que la pandemia nos ha dejado. Una es que creo que tenemos que escuchar la terrible predicción de los científicos, que a veces tienen razón. Creo que la gente es muy reacia a escuchar a quienes nos dicen malas noticias. Por lo tanto, algo así como una pandemia de ese tipo se predijo que iba a suceder en algún momento u otro y los países, que tuvieron que estar preparados para ello, no creyeron. Creo que lo próximo catastrófico está relacionado con el cambio climático. El error de no repetir es ignorarlo, todavía podemos hacer algo para contrarrestarlo y deberíamos actuar.
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La segunda cosa es que la credibilidad de los gobiernos es fundamental. Esto se ve en una crisis, donde los gobernantes se han dado cuenta que es demasiado tarde para reconstruir la confianza en ellos. En este momento, los países que han hecho lo mejor para combatir la pandemia son en los que la población tiene confianza en el gobierno. Restaurar esa confianza es algo que tenemos que hacer ahora como una inversión para nuestro futuro.
¿Qué le diría al economista que está obsesionado con el crecimiento económico? ¿De qué debería preocuparse?
Creo que el economista puede estar obsesionado con el crecimiento económico y eso está bien. Son los encargados de la formulación de políticas quienes no deberían estar obsesionados con el crecimiento económico como la manera de medir el éxito porque es completamente contraproducente.
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En primer lugar, porque no es la única medida de éxito que debe preocuparnos. Debemos preocuparnos por la pobreza, la desigualdad, el bienestar, el planeta. El crecimiento económico per se no es una cosa tan importante en este contexto. Segundo, incluso si pensamos que es importante, no sabemos realmente cómo este afecta de todos modos. Así que es un poco una pérdida de tiempo obsesionarse con este.
Valerie Cifuentes y Andrés Garibello