En tiempos de pandemia, la brecha relacionada con la mayor participación de las mujeres en las labores del cuidado contribuyó, cuando se suspendió la educación presencial, a que el empleo de aquellas que no eran cabeza de hogar y en cuyos hogares había niños fuera el más afectado.
En Colombia, antes de la pandemia ya existía una brecha de género en el mercado laboral y se acentuó con la misma. Históricamente, las mujeres participan menos que los hombres en el mercado laboral y en muchos casos no por decisión propia. Las que no participan se dedican principalmente a labores del hogar y a otros oficios no remunerados.
Además, cuando las mujeres deciden y pueden participar en el mercado laboral, su tasa de desempleo es superior a la de los hombres y cuando acceden a un trabajo, estos son informales, en mayor proporción que los trabajos a los que acceden los hombres, y por tanto, sus remuneraciones son, en promedio, menores.
Para ponerle cifras al tema. En 2019, un poco más de la mitad de las mujeres participaba en el mercado laboral, mientras que tres de cada cuatro hombres lo hacía. De las mujeres que permanecieron fuera de la fuerza laboral, el 59% se dedicaba a oficios del hogar mientras que en el caso de los hombres, el 57% eran estudiantes y tan solo el 8% se dedicaba a oficios del hogar. Entre las mujeres que trabajan en las grandes ciudades, el 48,7% lo hacía en trabajos informales, frente a un 44,1%, en el caso de los hombres.
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En términos de ingresos, por cada 100 pesos de ingresos laborales mensuales que ganaban ellos, ellas ganaban 87,1 pesos, una brecha salarial de 12,9% a favor de los primeros.
Algunas características demográficas como la mayor edad, el menor nivel educativo, la ruralidad, el vivir en unión libre, amplían estas brechas salariales, al igual que la informalidad laboral y el trabajar menos de 20 horas semanales.
Un tema a destacar por sus efectos sobre las mujeres mayores, es que la brecha de ingresos tiende a ampliarse a lo largo de su vida, lo que se refleja en que el 79,4% de los hombres mayores de 60 años que están por fuera de la fuerza laboral hacen parte del grupo de rentistas, pensionados o jubilados, mientras que solo el 29,5% de las mujeres lo hace. La brecha salarial aumenta con el número de hijos, alcanzando un 14% cuando se tiene algún hijo y un 20,6% cuando se tienen tres o más hijos.
En tiempos de pandemia, la brecha relacionada con la mayor participación de las mujeres en las labores del cuidado contribuyó, cuando se suspendió la educación presencial, a que el empleo de aquellas que no eran cabeza de hogar y en cuyos hogares había niños fuera el más afectado. Este fenómeno se vio reflejado, también, en una salida desproporcionada de las mujeres de la fuerza laboral.
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La pandemia amplió la brecha en la tasa de participación laboral por género y posiblemente también la brecha salarial. En términos de política pública, el retorno a la presencialidad en la educación es fundamental para disminuir las brechas de género en el mercado laboral, entre acciones que se deben implementar desde los ámbitos público y privado, que contribuyan a mejorar los indicadores de las mujeres en este sentido.
Por: María Claudia Llanes, economista de Bbva Research
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