Miguel Riascos, su hermana Laura Y Martamaría Carrillo crearon hace nueve años La Hechicera, un ron añejado que ya se exporta a 15 países y se ha ganado la confianza de los grandes de la industria. Compitiendo en la categoría ultra premium, la marca va tras nuevos mercados de la mano de Pernod Ricard. ¿Cuál es su apuesta?

Con los bolsillos repletos de muestras, entrando a los bares londinenses para cautivar a los bartenders con su historia familiar, Miguel Riascos, su hermana Laura y Martamaría Carrillo dieron en 2012 el primer paso para hechizar el corazón del mundo. Crearon en la costa Caribe un ron ultra premium colombiano, bajo un ritual que ha trascendido por más de tres generaciones en su familia.

“Fue un lanzamiento con pie derecho y con un presupuesto absolutamente minúsculo”, le dice a Forbes Miguel, uno de los cofundadores de la marca. “Recuerdo que empezamos con un año de 250 cajas, que es nada, de las cuales la mitad las regalamos. Fue un proyecto con mucho amor, pues al comienzo los volúmenes eran supremamente modestos”.

Añejado en barricas de roble blanco americano, que se ubican en una pequeña bodega en Barranquilla, a orillas del Río Magdalena y el mar Caribe, el ron La Hechicera, cuenta Miguel, es uno de los regalos de Colombia al mundo. Su extraordinario sabor e historia se ha hecho merecedor de varios premios internacionales y una serie de acuerdos que año tras año le han permitido entrar a nuevos mercados.

Hoy ya exportan a 15 países y hace un par de semanas cerraron un ambicioso acuerdo con el gigante de bebidas alcohólicas Pernod Ricard para la internacionalización de La Hechicera. La multinacional francesa, que tiene una capitalización bursátil que asciende a los US$40.000 millones, adquirió un porcentaje de participación de la marca colombiana, con el objetivo de incluirla en su portafolio y llevarla a nuevos países donde tienen venta propia.

Casa Santana, la ronera privada donde se nace el Ron La Hechicera | Foto: La Hechicera.

“Creemos en las marcas con alto potencial para llevarlas a nivel global”, le dice a Forbes Olivier Fages, director de Pernod Ricard en Colombia. “Pensamos así: Raíces locales, con visiones globales. Es lo que somos y lo que tratamos de integrar. Vemos en La Hechicera una marca con un potencial muy importante no solo aquí en Colombia, sino a nivel global”.

En un momento en el que gran parte de la industria se sigue viendo afectada por los inminentes cierres de la pandemia, Pernod y La Hechicera concretaron esta alianza de cara a la recuperación económica. Tanto Fages como Riascos coinciden que no tienen una bola de cristal para proyectar en números la recuperación, pero advierten que aún hay un amplio margen para crecer en este segmento.

Sus argumentos se deben a que en los últimos años el ron se ha ganado un importante protagonismo en el mundo, convirtiéndose en la tercera bebida alcohólica más consumida, por debajo del whisky y el vodka. “Le falta mucho desarrollo al segmento premium, ultra premium y súper premium”, sostiene Miguel, a lo que agrega: “Si vemos categorías que están ‘premiunizadas’ vemos que en el tequila ese rango se eleva al 50 % y si vamos al whisky es lo mismo. Sin embargo, en el ron esa cifra tan solo llega al 15 %. De ahí el potencial de desarrollo, que es gigantesco”.

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Miguel, que es un conocer nato del ron y su historia, tiene 34 años. Es bogotano y fue criado por papá samario y mamá barranquilla. Lleva en su ADN el legado del Caribe y la herencia de la familia Riascos, un linaje centenario que se ha dedicado en los últimos 27 años a producir ron artesanal de la más alta calidad. “Es una familia muy unida, que tiene un ideal romántico de lo que es producir ron en el Caribe”, sostiene. “La Hechicera precisamente muestra toda esa historia y todo el proceso que lleva concebir un buen líquido”.

Detrás del telón de La Hechicera está precisamente la historia familiar y una tradición de más de dos décadas. Antes de entrar al negocio de las bebidas alcohólicas, la familia Riascos, oriunda de la costa y al mando del patriarca Alfredo Riascos, exploró nuevas oportunidades comerciales más allá de la agricultura y el banano. Así, tras 17 viajes consecutivos a Cuba, logró un acuerdo con funcionarios del entonces gobierno de Fidel Castro para traer algunos fabricantes de ron a Colombia. De ahí nació en 1994 la Casa Santana, la única ronera privada en Colombia que en los últimos años se ha posicionado entre las grandes licoreras nacionales.

Miguel Riascos, su hermana Laura y una amiga de la infancia crearon en 2012 el ron La Hechicera. Hoy ya exportan a 15 países y van por más ahora de la mano de Pernod Ricard. | Foto: La Hechicera

En esa pequeña bodega, que alberga una tras otra barrica para el añejamiento del ron, trabaja un grupo de profesionales dedicados no solo a producir La Hechicera, sino otro tipo de rones. Hoy es un equipo de más de 25 personas, que hacen posible que aún se mantenga esta industria familiar a la vanguardia del mercado.

“Todo el ron lo producimos en la ciudad de Barranquilla. Es una ciudad que tiene las condiciones perfectas para la producción: tenemos acceso a mercados y un puerto muy importante, tanto de exportación como de importación”, destaca Miguel. “Es una ciudad que recoge las condiciones atmosféricas, con una humedad relativamente alta. El aire ya está saturado de humedad e igualmente es una temperatura muy caliente. Todo esto permite que se enriquezca el proceso de añejamiento”.

Con la premisa del Caribe colombiano para el mundo, La Hechicera busca ahora conquistar nuevos paladares en los próximos años. Su historia ya se cuenta sola en varios países y ahora, de la mano de Pernod, apostarán por alcanzar otros destinos. Según explica Miguel, de la mano de la multinacional francesa quieren consolidar su operación en Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Italia. Asimismo, “analizar rápidamente nuevas oportunidades en mercados relevantes”, a medida que se van concretando las nuevas sinergias.

“Queremos ser sin lugar a duda uno de los regalos más extraordinarios de Colombia al mundo. Uno de los rones de mayor consumo a nivel mundial”, concluye Miguel, quien se describe como un soñador, un emprendedor y un contador de historias. Esas que quiere narrar en los puerto donde desembarque La Hechicera.

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