Tigo llegó a 10 millones de clientes. En una arena reñida por la llegada de un nuevo jugador, el colombiano Mauricio Ramos -CEO global de Millicom, casa matriz del operador- saca las cartas que fijarán la estrategia de esta compañía. Pide que el espectro se vea como elemento fundamental para el desarrollo y no como una fuente de financiación fiscal.
Cuando las puertas de las oficinas se cerraron un año atrás por las cuarentenas del coronavirus y las calles quedaron vacías, además de médicos y otros trabajadores de primera línea, había técnicos de telecomunicaciones ampliando la cobertura y tratando de mantener estables las conexiones que eran vitales para el teletrabajo, la educación y el entretenimiento.
Algunos de esos operarios llevaban uniformes marcados con las letras azul de Tigo, el tercer operador de telecomunicaciones de Colombia por participación de mercado, que ganó por primera vez acceso a bandas bajas en la subasta del espectro de 700MHz de finales de 2019, donde obtuvieron dos bloques. En menos de un año, prendieron más de 2.300 nuevas antenas en esa banda.
“Hicimos el más ambicioso despliegue, en nuestra historia”, le dijo en entrevista a Forbes Mauricio Ramos, el colombiano que es CEO de Millicom, el grupo europeo que provee servicios de comunicaciones en América Latina y África, y que controla la operación de Tigo. “Hemos ya logrado 10.000 km2 adicionales de cobertura LTE, lo que serían algo así como 54 veces el área de una ciudad como Barranquilla. En la parte rural triplicamos la cobertura”.
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Nacido en la ciudad de Cali, Ramos, quien tomó asiento en Millicom en 2015 después de 15 años liderando la división latinoamericana del grupo de telecomunicaciones Liberty Global, tiene a su cargo más de 21.000 empleados a quienes catalogan como ‘Sangre Tigo’, en una cultura corporativa que los ha ubicado como una de las 25 mejores empresas para trabajar según Great Place To Work. En todo este tiempo ha sido el responsable de transacciones como la adquisición de Cable Onda en Panamá y de las filiales de Telefónica en Panamá y Nicaragua. Así mismo hizo pública la compañía en Nasdaq donde cotiza bajo el símbolo Tigo, que al cierre de esta historia tenía una capitalización de mercado de US$3.800 millones.
Fue por esta trayectoria que el Consejo Empresarial Estados Unidos-Colombia, filial de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, lo nombró hace poco como su presidente. Para él, que es ciudadano de ambos países “es un honor” liderar las iniciativas de esta organización “en este momento crucial, donde las definiciones estratégicas de tecnología, las inversiones en infraestructura digital y la innovación que estas traen tienen la capacidad de ampliar las oportunidades para los ciudadanos de Colombia y Estados Unidos”.
En Colombia, donde la compañía es presidida por Marcelo Cataldo, Tigo superó hace poco la barrera de los 10 millones de clientes, al sumar más de 870.000 nuevos usuarios en el último trimestre y como si fuera temporada de buena racha, dos mediciones, la de Ookla y OpenSignal, acaban de señalar que la de Tigo es la red más rápida en Colombia en cuanto a velocidades de carga y descarga promedio.

“En Colombia fuimos los primeros en hacer pruebas 5G en 2017. En diciembre de 2020 llegamos a tener 7 casos de uso simultáneos desarrollando las pruebas más ambiciosas que se hayan hecho en el país”, apunta Ramos aunque simultáneamente advierte que, en Latinoamérica, región en la que apenas la mitad de la población tiene acceso a la tecnología 4G, “la prioridad debe ser cerrar la brecha digital y ampliar a la conectividad a todos los sectores de la población. 5G se construye sobre 4G y hay que sentar bien esas bases”.
Como no toda el agua es dulce, Millicom se está encontrando por primera vez frente a frente a Wom, el operador entrante con el que Claro y Movistar ya compiten en Chile, donde en cinco años de operaciones capturó el 23 % del mercado con una agresiva estrategia de precios y mercadeo.
“La realidad, además, es que a Colombia no está llegando un nuevo operador”, sostiene Ramos, refiriéndose a que Wom adquirió el operador Avantel. “Lo que está sucediendo, que es muy distinto, es que una compañía que ya tiene años en el país, espectro asignado, infraestructura desplegada y 2 millones de clientes, está cambiando de nombre y de razón social. No se trata de un nuevo operador. Como se dice popularmente, se está cambiando el letrero”.
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El hecho de que Tigo tiene la red más veloz no tiene refutación, pero desde Claro, que es el operador más grande de Colombia indican que su prioridad es lograr mayor cobertura. “Entendemos la conectividad como algo más que un servicio”, expresó a Forbes Carlos Zenteno, presidente de Claro Colombia. “Para nosotros es una herramienta de crecimiento, desarrollo y generadora de equidad. Por eso seguimos consolidando ese gran esfuerzo que hemos hecho en más de dos décadas para llegar con cobertura 4G y 4.5G en el 99 % de las cabeceras municipales. Pero no solo es cobertura, también es calidad. A principios de 2020 empezamos a usar tres nuevos bloques en la banda de 2.5 GHz con el objetivo de dar una experiencia superior a nuestros clientes aumentando las velocidades de descarga hasta en 35 %”.
Mientras la competencia se pone buena, todos los operadores son conscientes de que del sector privado depende un 75 % de la inversión en telecomunicaciones, según el más reciente cálculo del Banco Interamericano de Desarrollo.
Para Ramos, el peso pesado de Millicom, para estimular esas inversiones se urgen marcos regulatorios e impositivos “que incentiven y que no agobien con cargas fiscales” el despliegue de redes de alta velocidad. Como referencia, pone sobre la mesa el caso de la subasta de 5G en Reino Unido que se hizo comenzando el 2021 y resultó 50 % más económica respecto a la subasta de 4G que realizaron en 2013.
“Ese es un mensaje potente para el desarrollo de la economía digital. Cuando se usan los pagos por espectro como fuente de financiación fiscal, es claro que la economía digital no es una prioridad de desarrollo”, sustenta Ramos. “Las redes del futuro deben ser vistas como una infraestructura fundamental para el desarrollo digital a largo plazo de un país. No hay economía digital sin autopistas digitales”. En ese sentido, hace un llamado a los gobiernos a que promuevan políticas que fomenten las inversiones para cerrar las brechas digitales. “La conectividad debe estar en el centro de todas las prioridades, desde la atención médica a la educación, los servicios gubernamentales entre muchos otros”, expone el CEO de Millicom. “Necesitamos contar con el apoyo de los gobiernos, reconociendo que la construcción y mantenimiento de las autopistas digitales es fundamental para el reimpulso económico regional”.