Millonarias inversiones han llegado a los territorios de la mano de las energías renovables no convencionales. Colombia ya construye una gigantesca industria a través del sol y el viento, y son varios los inversionistas los que están detrás de toda esta revolución. ¿Cuáles son sus apuestas?
A kilómetros de distancia de los grandes centros urbanos, donde habitan en su gran mayoría las comunidades indígenas Wayuú, se construyen una serie de torres de por lo menos 55 metros de altura. Una tras otra se van ubicando de forma paralela con una turbina en su pico que prevé moverse entre las 13 y 20 revoluciones por minuto. Es la nueva energía de La Guajira, que ya no solo llegará por el agua, sino por el viento.
No muy lejos de esta escena, en El Paso, un municipio ubicado en la región centro-occidental del Cesar, están instalados 250.000 paneles en una área cercana a los 210 hectáreas — algo así como 294 canchas de fútbol —. A diferencia de La Guajira, el protagonista aquí es el sol y no el viento. Lo mismo pasa incluso en el Huila, el Valle del Cauca, Antioquia, Boyacá, Tolima y la costa Atlántica, en donde desde hace un par de años se ha visto cómo varios inversionistas han llegado a estos territorios a poner sus millones para la construcción de una serie de granjas solares.
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Este nuevo mapa de Colombia, que sin duda muestra que se ha venido gestando una millonaria industria en los últimos años, evidencia que ya no solo el petróleo, la agricultura, la infraestructura y la minería son sinónimos de desarrollo. La estructuración y construcción de estos proyectos solares y eólicos dejan ver un nuevo renglón en la economía, que sigue atrayendo un puñado de empresas locales e internacionales con gran interés en invertir en el país.

“Colombia es un país con gran potencial y recursos naturales que, cada vez más, se están abriendo a las energías renovables con determinación y proyección”, le dice a Forbes Lucio Rubio, director general de Enel Colombia. “Le estamos apuntando a desarrollar las energías renovables no convencionales de manera sostenible para contribuir a tener un país más diversificado y menos dependiente de los combustibles fósiles”.
Rubio, de nacionalidad española, que hace 24 años desembarcó en el país para ascender en la organización, hoy es el hombre que lidera toda la transformación de la empresa y su apuesta por las energías limpias en Colombia. Comparte la misma visión del Grupo Enel en el mundo, que con operaciones en 32 países de los cinco continentes, creó hace un par de años su división Enel Green Power, hoy la líder mundial en este tipo de energías y la cual, incluso, está detrás de ambiciosos proyectos en Colombia.
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Desde su llegada al país en 2012, ha acelerado el desarrollo de los proyectos, a tal punto que apuesta por consolidar una capacidad instalada de más de 1.500 Megavatios (MW) a 2025, con parques eólicos como Windpeshi (200 MW), Chemesky (100 MW) y Tumawind (200 MW) en La Guajira; o iniciativas solares como El Paso y La Loma, en el Cesar, o Guayepo I y II, en el Atlántico.
La multinacional italiana, de propiedad de ese gobierno europeo, puso sobre la mesa un cheque por US$1.193 millones para el desarrollo de renovables en Colombia. Se trata de una inversión para los próximos cuatros años, que permitirá generar un poco más de 5.000 nuevos empleos solamente en la fase de construcción.
Una apuesta similar a la que tiene el Grupo Argos, una de los conglomerados más grandes del país, que, con su filial Celsia, lidera una estrategia similar a la de Enel, con un único foco: revolucionar la manera en la que se produce energía. Hoy ya tiene,por ejemplo, seis granjas solares en Colombia y Panamá, y apuesta por desarrollar 15 más en diferentes regiones del país para un total de 650 MW. Asimismo, avanzan en el desarrollo de cuatro parques eólicos en La Guajira, (Uribia y Maicao), con una capacidad total instalada de 330 MW.
Quién está detrás de todo esta estrategia es Ricardo Sierra, CEO de la empresa, y su equipo, quienes desde hace unos años se han mantenido a la vanguardia de las energías alternativas. “Esta es una tecnología que seguirá consolidándose en el país”, le dice el ejecutivo a esta revista, y agrega: “Entendemos que los efectos del cambio climático generan vulnerabilidades en nuestras operaciones. Por esta razón, proyectamos una matriz energética cada vez más limpia y balanceada”.
Ricardo Sierra, CEO de Celsia Lucio Rubio, director general de Enel en Colombia Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol
Celsia, que al cierre del año pasado registró ingresos por $3.54 billones, planea ejecutar entonces inversiones que ascienden a los US$363 millones este año en renovables. Sierra le cuenta a Forbes que de este total US$117 millones serían financiados con recursos de bonos verdes, para impulsar la construcción y adecuación de sus nuevos parques solares.
Pero no solo la italiana Enel y la colombiana Celsia hacen parte de esos titanes de la energía en Colombia. Al Grupo Ecopetrol ya se le ha visto un gran interés en meterse de lleno a este sector, como parte de la estrategia de diversificación y descarbonización. La empresa más grande del país, que produce seis de cada 10 barriles de petróleo en Colombia, busca alcanzar alrededor de 400 MW al 2023, una ambiciosa tarea para materializar en total ocho parques solares en el Meta, Bolívar, Antioquia y Huila.
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“Las inversiones para el periodo 2021 – 2023 en energías renovables son de aproximadamente US$380 millones”, añade Felipe Bayón, presidente del Grupo, quien en diálogo con esta revista advierte que estiman “un total de 2.400 puestos directos de trabajo durante el desarrollo de los proyectos de renovables, haciendo énfasis en mano de obra de mujeres”.
EPM e Isagen, que fue comprada por la canadiense Brookfield, en una transacción por US$3.528 millones en 2016, también tienen una apuesta interesante en el negocio. Entre las dos invertirán hasta US$1.695 millones en iniciativas solares y eólicas, muy en línea con las millonarias inversiones de toda la industria.

Gran parte de este dinero será de Empresas Públicas de Medellín, que de hecho firmó una alianza estratégica con la estadounidense Invenergy, del multimillonario Michael Polsky. Hoy el magnate tiene una fortuna de US$1.500 millones, según cálculos recientes de Forbes, y se mueve como pez en el agua en el negocio mundial de la energía solar y eólica.
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Más competencia
Su posición estratégica y un par de beneficios tributarios que se han concretado en los últimos años han llevado a Colombia a ser uno de los líderes regionales en transición energética. En 2020, el país avanzó nueve posiciones en el índice del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), al pasar del puesto 34 al puesto 25. Este indicador se logró en gran medida por el avance en la adjudicación de dos subastas de energía en 2019, varios incentivos para las grandes empresas y un conjunto de multinacionales que en cascada han entrado a las regiones en los últimos 30 meses. Cifras de ProColombia muestran que entre 2018 y 2020 se registraron, por ejemplo, 41 nuevos proyectos de inversión de la mano de nuevos inversionistas extranjeros.

La cifra exacta se eleva a los US$5.029 millones, que se lograron materializar con empresas provenientes de Estados Unidos, China, Canadá, Suiza, Francia, Singapur, Japón, Suecia, Perú, Turquía, España, Italia, Chile, Portugal, India y Reino Unido, entre otros. “Hoy ya tenemos los ojos de grandes empresas a nivel mundial en nuestro proceso energético (…) Estamos listos para convertirnos en el sector más importante de inversión para el país en los próximos años”, destaca Germán Corredor, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Energías Renovables (SER Colombia).
Una de las multinacionales que pisa duro en Colombia es la asiática Trina Solar. La organización china, fundada en 1997, de propiedad del magnate Gao Jifan, quien tiene una fortuna de US$2.200 millones, según Forbes, se hizo a tres proyectos en Colombia en octubre de 2019 en Córdoba, Valle del Cauca y Tolima. Amplió así su portafolio de proyectos en Latinoamérica, Europa y Asia, y anunció formalmente una inversión de US$300 millones para el desarrollo de estas iniciativas.
Muy a la par, EDP Renováveis, el cuarto productor de energía eólica en el mundo, cuyo accionista mayoritario es Energías de Portugal (EDP Group), entró a Colombia tras ganar dos contratos de 20 años. Se trata de Alfa (212 MW) y Beta (280 MW), iniciativas que están en desarrollo en La Guajira con un importante avance en su ejecución.
La empresa apuesta por seguir ratificando su interés en Colombia, por lo que fuentes del sector le confirmaron a Forbes que podría participar en la próxima subasta que prepara el Gobierno en el país.
En esta misma situación se encuentra incluso, EDF (Électricité de France), el principal distribuidor energético del país europeo, que arribó al territorio nacional hace dos años, con el interés de licitar por un par de proyectos. No les asignaron ninguno, pero estableció sus oficinas en Colombia, según le dijo a Forbes el ministro de Minas y Energías, Diego Mesa.
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Aunque la francesa Greenyellow llegó a Colombia hace ocho años, ya se está abriendo campo entre los gigantes del sector. La multinacional, que ha desplegado toda su operación en 17 países, bajo la dirección del Grupo Casino, hoy también dueño de Almacenes Éxito, tiene una ambiciosa estrategia de cara a la revolución energética en la que se siguen consolidando los gigantes del país y las firmas internacionales. En diálogo con Forbes, Rodolphe Demaine, CEO de Greenyellow para Colombia y Panamá, explica que la inversión para el año pasado era de US$150 millones. Sin embargo, “a pesar del impacto del covid-19, ese monto se incrementó a pedido de nuestros inversionistas para alcanzar los US$200 millones hasta 2023”.
“Nuestra apuesta es simple: demostrar a los grandes consumidores de energía que pueden reducir su consumo o sustituirlo de forma sostenible sin tener que invertir y pagándose a partir de sus propios ahorros”, advierte Demaine, a lo que agrega: “Eso es transición energética y queremos ser el impulsor de ese cambio en Colombia”.
Todas estas baterías que ya se mantienen encendidas en la industria muestran las bondades del sector y los miles de millones que están listos para su ejecución. De ahí a que ya no solo se están gestando nuevos millonarios en el mundo con este negocio, sino además de que se está viendo a Colombia como un polo de desarrollo de energías no convencionales.
Se democratiza la energía
En la escena de los grandes jugadores en Colombia, un grupo de emprendedores ya se abre paso en una industria que no para de crecer. Con sus startups buscan democratizar el acceso a las energías limpias, al mismo tiempo que prometen mayor eficiencia de costos y ahorro.
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Se trata de apuestas como Neu Energy, Solenium, Suncolombia, Erco y Kingo Energy, las cuales desde sus diferentes modelos de negocio buscan acercar, facilitar y promover la energía solar. De fondo, prometen ayudar a revolucionar y consolidar esta industria, que aún con muchos retos vislumbra una ventana de oportunidades en los próximos cinco a 10 años.