El director español Fernando Trueba revala cómo construyó la versión cinematográfica de la aclamada novela colombiana, favorita en su biblioteca.

El libro que varios años atrás le arrebató las lágrimas y lo emocionó al grado convertirlo en un obsequio habitual para amigos y seres queridos, se presentó nuevamente en la vida de Fernando Trueba. Esta vez, acompañado de lo que, a su parecer, era una de las propuestas más arriesgadas que le habían hecho a lo largo de su carrera: realizar una película basada en aquella novela, una de las obras más elogiadas a escala internacional de la literatura colombiana contemporánea.
Para el director español ovacionado por Belle Époque, ganadora del Oscar, ‘El olvido que seremos’ significaba una memoria tan real, tan íntima de un hijo que expresa una gran admiración y afecto por su excepcional padre, que jamás la imaginó en el terreno del cine. El acercamiento con Héctor Abad Faciolince, autor de la novela autobiográfica, no obstante, le hizo cambiar de parecer.
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Tras asumir el desafío, Trueba tuvo la certeza de que su hermano era la persona indicada para hacer el guion… y así fue. Acentúa que David realizó una adaptación ejemplar, al conjugar su experiencia como guionista, novelista y productor; antes trabajó en la adaptación de Soldados de Salamina, del escritor Javier Cercas.
Con ese punto de partida, Trueba encontró la manera de contar esa historia entrañable “desde una óptica lo más objetiva posible, desde afuera, como deben contarse las películas”. El resultado ha sido aplaudido por el mundo.
Después de obtener el emblema del Festival de Cannes, el filme colombiano conmovió a la audiencia de la edición 68 del prestigioso Festival de Cine de San Sebastián. También fue elegida por la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas para representar al país como ‘Mejor película iberoamericana’ en los Premios Goya del 2021, en Málaga.
Punto y seguido
Esto sucede en un contexto desafiante donde ‘El olvido que seremos’, sin proponérselo, llama a reflexionar sobre los sistemas de salud y la justicia social al recrear la vida de Héctor Abad Gómez, un destacado médico y activista que luchó por los derechos humanos en la Medellín polarizada y violenta de los años setenta y ochenta.
Que el galardonado actor español Javier Cámara personificara al doctor Abad Gómez no fue fortuito. A su parecido físico con este importante personaje, se suma su semblante paternal, calidad humana y profesional. “Logró el acento característico de ese hombre ilustrado, que viajaba, que hablaba en la radio… Javier es enorme”, dice Trueba.
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Recordar los días en Medellín durante el rodaje, llena de alegría al cineasta madrileño. Las visitas constantes de destacados colegas como Víctor Gaviria y Laura Mora, la convivencia con la familia Abad Faciolince y con la producción, le agrandaron el corazón. “Ha sido una experiencia tan hermosa y rica para mí, que no la podré olvidar en mi vida”.
Colombia, sin embargo, había cautivado a Trueba desde tiempo atrás por su cultura y apego al arte y a la música; por la calidez de las personas que conoció durante sus travesías por Cali, Bogotá, Barichara, Santa Fe de Antioquia.
Trueba reconoce que la industria cinematográfica mundial vive tiempos desafiantes como muchas otras industrias debido a la pandemia. La clave está en armarse de paciencia y trabajar con lo que hay a la mano. “Todavía es muy pronto para saber si como seres humanos hemos aprendido de todo esto. Tendríamos que ver que todos los gobiernos realmente se preocupen por mejorar la salud pública y que el acceso a la educación y a la sanidad sea equitativo”, sentencia.