Según expertos, pese a que las ayudas del Gobierno mitigaron el impacto de pobreza, esto no es suficiente. Se requiere reactivación económica, más empleo y vacunación masiva.

Ayer el Dane dio a conocer los datos de pobreza monetaria del país en la crisis de 2020, cruda fotografía de la nueva realidad que enfrentan 21 millones de personas en Colombia, cifra que aumentó en 3,5 millones de habitantes frente a los 17,5 millones que estaban en dicha condición en 2019.

Lo anterior significa que el 42,5% de la población colombiana está en pobreza, es decir 6,8 puntos porcentuales (pps) más que en 2019, año precrisis en el que el 35,7% de los ciudadanos ya estaba en dicha condición. ¿Y la pobreza extrema? Bueno, esta también subió bastante, pasó de 9,6% en 2019 a 15,1% en 2020.

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Es importante tener en cuenta que según la línea de pobreza extrema nacional de 2020, una persona se considera en esta condición si tiene ingresos inferiores de $145.004 o si la cifra es inferior de $580.016 para un hogar de cuatro personas. Por su parte, se considera en pobreza si el ingreso de un habitante es de $331.688 o inferior a $1’326.752 para una familia de cuatro integrantes.

En 2020, un año sin precedentes, el Gobierno Nacional tuvo que meterse la mano al bolsillo para apoyar a las familias vulnerables, razón por la que se crearon giros extraordinarios a los que ya se hacían en Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Colombia Mayor. Además, se creó Ingreso Solidario y se puso en marcha la devolución del IVA.

Las ayudas ordinarias y extraordinarias evitaron que la pobreza nacional subiera 3,6 puntos porcentuales, es decir, que aproximadamente 1,7 millones de personas entraran en esta condición. De ese total, cerca de 1 millón no cayeron en pobreza gracias a las ayudas extraordinarias.

Pese a que los auxilios del Gobierno mitigaron el impacto, expertos consultados por Forbes dicen que ello no es suficiente para sacar a más personas de la pobreza, se requiere reactivación económica, más empleo y vacunación masiva.

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¿Deben mantenerse las ayudas extra a la población en pobreza?

Sobre si deberían mantenerse estos giros extra y de ser así, por cuánto tiempo sería oportuno, Roberto Angulo, socio fundador de la firma inclusión, respondió que sí, “en el momento en que se corten esas transferencias extraordinarias la pobreza se dispararía en la zona rural tanto monetaria como extrema”, donde se logró contener en 7,1 pps y 9,7 pps, respectivamente.

Respecto al tiempo, dijo que ahí está la discusión sobre si se crea o no una renta básica permanente que sea complementaria a los giros ordinarios de los programas a la población más vulnerable. Si se miran las cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) se está hablando de 2023-2024 como periodo de transición, como mínimo ese apoyo extraordinario debería permanecer hasta 2024, recalcó.

Natalia Galvis, consultora en política social y experta en temas de pobreza, también dice que se deben mantener los apoyos extra del Estado a esta población. Recordó que a un año de la pandemia se siguen afrontando los picos del virus con cierres parciales o totales, lo cual afecta los ingresos de los hogares pobres que en su mayoría están en la informalidad, sobreviven del día a día y están obligados al encierro.

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“Solo con la certeza de una inmunización, podremos empezar el desmonte de los giros extraordinarios vía reactivación sostenida”, complementó Galvis.

Otra de las preguntas clave, tras ver los datos de 2020, es si se deberían revisar los montos que se transfieren y ampliar la cobertura según incidencia de pobreza en los territorios, dado que unos aportaron más que otros al total de pobreza. La experta dice que sí, “si logran recaudar los recursos que se necesita, debería implementarse un esquema de ingreso mínimo garantizado que capture la heterogeneidad de sus territorios”.

Por ejemplo, Galvis puso sobre la mesa que el aumento de 9,9 pps de pobreza en las ‘cabeceras’ (23 ciudades principales y municipios) es dramático. En estos territorios, el efecto de mitigación fue mínimo en la crisis, dijo. Entre las razones está el monto de las transferencias y recordó que con la nueva metodología del Dane es posible que cada ciudad principal tenga su propia línea de pobreza.

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Para poner en perspectiva lo anterior, usó como ejemplo a Bogotá, “la línea de pobreza en Bogotá es de $455.030 por persona, mientras que la línea base de los centros rurales es de $199.828. La mayoría de las transferencias monetarias están en el rango de los $180.000 a los $260.000, es decir, el giro cubre el total de la línea de pobreza de los hogares rurales, pero no alcanza a cubrir a los hogares residentes en Bogotá y otras ciudades”.

Angulo, por su parte, comentó que sí ayudaría pagar montos diferenciados conforme el costo de línea de pobreza de cada ciudad, pero no va a ser suficiente porque la ciudad que va a marcar la pauta va a ser aquella que sea capaz de recuperar todo su potencial productivo y de mercado laboral con canales de inclusión productiva.

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En esto último coincide Galvis, “lo mejor que podemos hacer de ahora en adelante, es evitar confinamientos totales y acelerar el ritmo de vacunación en los principales centros urbanos para reactivarnos. Las transferencias impiden que los hogares pierdan la capacidad de cubrir las necesidades alimentarias más básicas, pero no sustituyen y no tienen la capacidad de mitigar los efectos de los apagones productivos”.