Fernando Plata, autor de 'Domesticar el elefante', comparte algunos puntos clave en la búsqueda de la felicidad.

¿Quién es el elefante que hay que domesticar?

El elefante es la acción inconsciente que observamos en la mayoría de los seres humanos. Es esa reactividad emocional e instintiva que no siempre está alineada con nuestros intereses y deseos más profundos. En otras palabras, es esa parte de nosotros mismos que actúa sin que medie nuestra voluntad. Domesticar el elefante es despertar la conciencia para vivir una vida con poder, sentido y mucho bienestar.

¿Cómo fue el proceso para escoger los 14 principios escogidos en el libro?

Ha sido un proceso gradual y sistemático. Durante más de 12 años he facilitado procesos de transformación personal en las organizaciones. Poco a poco, fui encontrando temas claves que contribuían a diseñar experiencias de vida más felices. Por ejemplo, el primero de todos, el hecho de que la felicidad es subjetiva y por lo tanto es una responsabilidad de cada uno, es la base para construir una hipótesis sólida de que la felicidad cada quién la tiene potencialmente en sí mismo. Y el último de ellos – aun cuando creo que la lista seguirá creciendo – es que el ser que somos se va construyendo día a día, a través de nuestra acción consciente diaria; es una de las últimas realizaciones que podemos hacer como personas. Es decir, que tenemos el poder de ser quién queremos ser, todos los días. Es nuestro derecho y nuestra libertad.¿Puede trabajar alguien preocuparse por tener un alto desempeño en su vida laboral y personal, y a la vez ser feliz? Claro que sí, pero quisiera hacer una precisión. La preocupación, puede generar mucho sufrimiento y no sería el camino propuesto por el libro. En su lugar, la invitación es a definir claramente las metas que queremos alcanzar y trabajar duro para conseguirles sin importar el resultado. Parece contraintuitivo pero no lo es. La felicidad necesita sentido de progreso, es decir, la sensación de que se están consiguiendo los objetivos y así, un alto desempeño es deseable. Pero lo primero es “meterse” en la actitud que acciona esos resultados esperados. Dicho de otra forma, si comenzamos con una visión clara de qué queremos y asumimos posturas propositivas (la actitud correcta), nos accionamos para conseguir esos resultados. Y en ese proceso, no es necesario preocuparse, solo disfrutar el camino. Trabajo y desempeño con mucho bienestar.

Cubierta del libro ‘Domesticar el elefante’.

La pandemia trajo muchas emociones encontradas, mucho dolor, problemas de salud mental y soledad ¿cómo recuperar la felicidad perdida?

Me encanta esta pregunta porque pone de presente otras emociones. La felicidad no se trata de desconocer que en la vida enfrentamos situaciones que juzgamos difíciles y que nos pueden generar tensión, dolor, rabia o tristeza. Lo importante es reconocer estas emociones y transitarlas rápidamente. Este proceso, al que llamamos resiliencia, es el “antídoto” para recuperar la felicidad. La gran herramienta para enfrentar el sufrimiento, el estrés o la depresión, tan comunes por estos días, es la inteligencia emocional. Por eso quisiera recordarle a sus lectores la definición que utilizo en el libro: “la actitud – que cesa el sufrimiento – y que acciona resultados” y esa actitud se logra haciéndose competente en la gestión emocional.

¿Cada quien decide cuán feliz puede ser?

Me parece una pregunta difícil. Uno podría preguntarse si la felicidad es un estado y si esos estados tienen niveles. Bajo esta premisa, se podría pensar que se puede ser más o menos feliz en un momento dado. Y es respetable. Mi manera de verlo es que ante una situación particular de vida, tenemos la libertad interior de escoger si queremos asumirlo con la actitud que acciona o con la postura que victimiza. En ese sentido, o se es feliz o no se es feliz en cada momento en particular. Y así, la medida de la felicidad personal sería proporcional al número de veces que lograste estar en uno u otro estado en un determinado periodo. Para responder en concreto, cada quién puede ser feliz o infeliz a su manera y en su sensación subjetiva decidir qué tanto. No obstante lo anterior y aquí viene la ironía de la condición humana, no podríamos saborear la felicidad sin ciertas dosis de tristeza.