En la última década la industria del sex tech logró grandes avances con el lanzamiento de los primeros robots sexuales al mercado, y se proyecta que para 2050 podrían ser más frecuentes las relaciones sexuales entre humanos y robots que entre personas.

El límite entre el sexo real y virtual es cada vez más difuso. En la última década la industria del sex tech logró grandes avances con el lanzamiento de los primeros robots sexuales al mercado, y se proyecta que para 2050 podrían ser más frecuentes las relaciones sexuales entre humanos y robots que entre personas. ¿El sexo tal y como lo conocemos está condenado a desaparecer? 

El sextech es la unión entre la tecnología y el sexo, y abarca múltiples dispositivos que van desde los juguetes hasta los robots sexuales. Hoy, ya es posible adquirir los primeros ejemplares de estos humanoides: se pueden comprar por Internet, diseñar su aspecto físico, elegir los rasgos de su personalidad, y programarlos para lograr una experiencia sexual más placentera. 

El año 2018 estuvo marcado por el lanzamiento de Harmony, la primera robot sexual con Inteligencia Artificial (IA). Se trata de una muñeca en tamaño real creada por la empresa estadounidense Real Doll. Harmony cuenta con un cuerpo adaptado para tener sexo al que se ensambla una cabeza interactiva que habla, escucha, se mueve y pestañea. 

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Tiene un precio base de 6.000 dólares, y es capaz de memorizar las preferencias sexuales de su acompañante. Además de elegir sus rasgos físicos, color de pelo y tono de piel, el usuario puede configurar el carácter del robot, y hasta elegir su acento al hablar.

La tecnología sexual tiene menos de una década de desarrollo pero rápidamente avanzó en su producción. En China, la empresa AI presentó a Emma, una muñeca equipada con calor corporal, conversación inteligente y robótica facial. 

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