A través de su ‘startup’ LicenciArte, el ingeniero David Hurtado busca facilitarle a las universidades y científicos de la región la transferencia de patentes a grandes empresas del mundo y posicionar las innovaciones latinas en el mercado global de licencia de patentes, valorado actualmente en US$180.000 millones.

Si bien hablar de patentes resulta un universo extraño y desconocido para muchos en Colombia, no ha sido igual en el caso de David Hurtado, un consagrado inventor, ingeniero biomédico colombiano y master en derecho de patentes. Este último campo se ha convertido en su fuente de inspiración para llevar las innovaciones y las tecnologías latinoamericanas a otro nivel.

Luego de fracasar en la venta de su primer patente, proveniente de su tesis de pregrado en la universidad (una mesa ergonómica para universitarios en sillas de ruedas y de indagar durante años sobre cómo funciona este mercado), este joven caleño se dio cuenta de las barreras que tienen los investigadores y los centros educativos a la hora de exportar el conocimiento y monetizar sus patentes en el exterior, por lo que decidió crear una ‘startup’ que atiende este problema de raíz.

Se trata de LicenciArte, un proyecto que promete convertirse en el administrador del más grande consorcio de patentes de Latinoamérica, el cual permitirá negociar paquetes de patentes “al por mayor” con multinacionales de gran prestigio como Sanofi, Decathlon o Merck, entre otras.

Lea también: Levantar patentes de vacunas salvaría millones de vidas: Unesco

La ‘startup’ colombiana, de la que Hurtado es CEO, es pionera en América Latina al evaluar y validar más de 100 innovaciones o tecnologías en la región. Además, promete validar las oportunidades comerciales de los descubrimientos científicos en un proceso sobreacelerado a través del uso de tecnologías emergentes y el conocimiento colectivo con su red de aliados mundial, asegurando una reducción exponencial de costos y tiempo significativos.

A su vez, planea transferir más de 30 familias de patentes de diferentes rincones de América Latina por medio de su consorcio para 2022, así como lanzarse como el principal jugador regional de este mercado de licencia de patentes, que hoy ya se valoriza en US$180.000 millones, pero que según estimaciones de IBM, llegará a US$1 billón en un futuro cercano.

Con respecto a los consorcios de patentes o “Patent Pools”, como se conoce en inglés, Hurtado mencionó que son acuerdos de voluntades entre dos o más titulares de patentes para licenciar grandes cantidades de patentes a terceros. Si bien esta estrategia se utiliza desde hace más de 2 décadas en empresas de tecnología, durante la pandemia ha tomado mayor fuerza y relevancia en las más prestigiosas universidades de EE.UU. y las farmacéuticas de vacunas debido a la coyuntura.

Lea también: Administración Biden apoya suspender patentes de las vacunas de Covid-19

“Si América Latina quiere competir en este mercado de las transferencias de tecnologías, debemos llegar unidos y con un portafolio variado y fortalecido de patentes”, agregó.

Para Hurtado, reconocido como el mejor joven investigador de la Universidad Autónoma de Occidente en 2008 y merecedor de una beca de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual para estudiar una maestría en Derecho de Patentes en Israel, “el sistema de patentes se creó para estimular a los inventores a que divulguen sus invenciones en pro de ampliar las fronteras de conocimiento de la humanidad y no reservarse las soluciones tecnológicas en secreto y llevarlas a la tumba”.

Sin embargo, considera que la estrategia que están utilizando los países de la región para transferir conocimiento o tecnología no es la adecuada, por lo que se requiere crear soluciones que transformen este proceso y cambien el curso de la historia de las patentes que nacen en Colombia y la región.

Lea también: China desbanca a Estados Unidos en su histórico liderazgo sobre patentes mundiales

“Hemos identificado un grupo pequeño pero muy brillante de científicos innovadores en América Latina que tienen todas las capacidades para generar pruebas de conceptos totalmente disruptivos a nivel global para dar mayor bienestar a la sociedad mundial. Sólo que no saben cómo negociarlas con empresas de primer mundo que tienen la capacidad de convertirlas en productos o servicios tangibles, ni tienen la financiación o capacidad tecnológica para comprobar su utilidad, ni la red de contactos para llegar a ellos”, añadió.

Y es que según una encuesta realizada por LicenciArte a 120 investigadores de toda Latinoamérica, más del 30 % asegura que no sabría cómo negociar una patente en el mercado internacional. Además, el 25 % no tendría ni idea qué precio ponerle a su innovación o tecnología en el exterior.

“Las universidades norteamericanas han contribuido con el descubrimiento de más de 200 medicamentos y vacunas, cerca de 14.000 ‘startups’ de base científica (fármacos, dispositivos médicos, computación avanzada, entre otros) y 5,9 millones de empleos, entre otros indicadores. Entonces, ¿por qué no hacerlo en instituciones de América Latina?”, concluyó.