Los deportistas colombianos "se destacan no gracias sino a pesar del país". Aún queda mucho por hacer en apoyo deportivo.
Sin lugar a duda cada medalla que un atleta colombiano se cuelga en unos Juegos Olímpicos es de Diamante puro. Y sí, Diamante con mayúscula porque cada presea vale para el país más que un número en un medallero o un color en un podio. Detrás de cada victoria de esas magnitudes hay años de trabajo y sacrificios, horas enteras dedicadas a un sueño por cumplir, y sobre todo una entrega personal ilimitada.
He tenido el honor y la suerte de conocer y trabajar con varios de los actuales medallistas del país. He visto de cerca sus desafíos, sus cicatrices, sus dolores y a lo que se enfrentan día a día. Los he visto recuperarse de lesiones, lidiar con el odio y el amor de las redes sociales, con la presiones mediáticas, con las exigencias no solo físicas sino mentales del deporte de élite. Los he visto llorar, celebrar y luego, los he visto cantar el himno hinchados de orgullo.
Lea también: Cuando el fútbol sale de la cancha
El Gobierno Nacional los premia con un bono económico, las ligas departamentales dan su aporte y algunos patrocinadores pagan un dinero extra por esa visibilidad y prestigio. Pero el verdadero premio es el reconocimiento de los más cercanos, el abrazo de los suyos, la sonrisa de la familia, la mirada de quienes han tenido que vivir cada lágrima de frustración y de alegría.
Nuestros deportistas se destacan no gracias sino a pesar del país. Aunque desde la creación del Ministerio del Deporte se han generado varios proyectos para fortalecer nuestra estructura deportiva, aún tenemos mucho por hacer: inversión en el desarrollo de los deportistas más jóvenes, uso de tecnología y actualización de procesos, capacitación desde la base, condiciones económicas aptas, profesionalización, infraestructura adecuada, visión de futuro.
Este último punto es quizás uno de los legados más importantes que nuestros atletas le dejan al país, la capacidad de soñar, de creer, ellos con cada victoria le dan a nuestros niños y jóvenes la posibilidad de soñar con tener una vida diferente, les permite ver con claridad entre las dificultades. Es emocionante ver a nuestros niños en las ciudades y pueblos de Colombia montando bicicleta y queriendo algún día ser como Mariana Pajón o Rigoberto Urán, saltando para tratar de emular a Catherine Ibargüen, y corriendo con todas sus fuerzas para llegar un día a volar en las pistas como Anthony Zambrano.
Un dato: en 2011 había 150 niños inscritos en los semilleros de BMX del INDER en Medellín, esta cifra paso a poco más de 600 para finales de 2012 luego de que Mariana Pajón se coronara como campeona olímpica en Londres, y de ahí en adelante la historia ya es otra al ver hoy miles de niños en todo el país saltando en pequeñas bicis y soñando con un casco sobre sus cabezas. Todos quisimos ser Lucho Herrera, el Happy Lora, Ximena Restrepo, Edgar Rentería y Juan Pablo Montoya. Darle sueños y esperanza a los niños a través del deporte es algo que nunca nuestros gobiernos podrán devolverle a los deportistas.
Luis Javier Mosquera enfrentó años muy complicados en los que llegó incluso a plantearse su retiro del deporte, Mariana Pajón enfrentó la peor lesión de su carrera años antes de Tokio, pero su determinación, capacidad mental y fortaleza la llevó a su tercer podio olímpico de forma consecutiva, uno que por momentos pareció imposible; Carlos Ramírez, corrió lesionado de su pierna derecha la carrera más dura de su vida y celebró sonriente y satisfecho por el deber cumplido.
Lea también: ¿Embajador o influenciador?
Catherine Ibargüen con 37 años de edad se retiró este jueves del atletismo luego de dos medallas olímpicas además de dos mundiales en el triple salto, y dos campeonatos panamericanos de esta disciplina; y Anthony Zambrano nos puso a todos a vibrar al convertirse en el único atleta masculino colombiano en ganar una medalla olímpica en pruebas de velocidad, al pasar la línea de meta en el segundo lugar le dedicó la medalla a su mamá de quien tuvo que estar separado todo este último año para poderse preparar adecuadamente fuera de Colombia para los JJOO.
Entiendo que Colombia tiene muchas necesidades, que en ocasiones van más allá del deporte, pero lo que no se puede desconocer es que hay dos objetivos como país (de los que se habla una y otra vez en cada debate presidencial y jornada del Congreso) que se funden cuando se apoya el deporte y su desarrollo: la educación y la salud. A eso hay que sumarle que la industria deportiva genera empleo, y tiene la maravillosa capacidad de combatir la violencia, generar alternativas de vida, y promover buenos hábitos y una vida sana.
Por eso, hoy más que nunca le agradezco a cada familia que se levanta cada mañana a llevar a sus chiquitos a entrenar, a cada mamá y papá que los fines de semana se van con sus hijos a las canchas y a las pistas con nevera y sombrilla en mano para apoyarlos así haga un fuerte sol o caiga una inclemente lluvia; aplaudo a todos los que se pierden idas a cine o a rumbear, cumpleaños familiares y matrimonios, nacimientos de hijos y eventos importantes; a todos los que le dedican su vida a un deporte, una bandera y el sueño de un metal colgado a su cuellos mientras oyen un himno nacional.
A todos los entrenadores, fisioterapeutas, médicos, y todos los cuerpos técnicos que desde atrás hacen que mucho de lo que vemos sea posible. Ellos también son nuestros campeones. Hoy y siempre infinitas gracias, y desde el fondo del corazón les digo que nunca, nunca tendremos realmente cómo pagarles. Gracias, son de diamante.
Contacto
LinkedIn: Carolina Jaramillo Seligmann
Twitter: @carosports
Instagram: @scoresportsmkt
*La autora es fundadora de Score Sports, compañía consultora de marketing deportivo.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Colombia.