La firma Bogotá Auctions realizó una subasta de obras de arte de creadores locales y latinoamericanos. Los precios se dispararon y los porcentajes de adjudicación siguen al alza.
La semana pasada tuvo lugar desde Bogotá una subasta de arte en la que se registró un nuevo récord de precios para obras de artistas colombianos: Bogotá Auctions logró vender la obra “Paisaje de calicanto”, un tapiz de Olga Amaral en $900 millones, muy por encima de su valor inicial e inclusive del valor estimado de subasta. Este es el valor más alto de una obra de arte colombiana subastada en territorio nacional, según comenta Charlotte Pieri, directora y martillo de esta firma.
“Eran 84 obras de arte colombianas y latinoamericanas. Allí estaban todos los grandes nombres: Edgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Alejandro Obregón, Fernando Botero y de los contemporáneos se destacaban nombres como el de Beatriz González, Olga de Amaral y Antonio Caro”, explicó.

La subasta fue un éxito, porque lograron una adjudicación del 80% y los resultados fueron superiores a los de la subasta del primer semestre, cuando se adjudicaron obras por un valor total de $974 millones.
“Lo que pasó en esta ocasión es que se trató de un lote en el que se disparó la competencia internacional, por cuenta del tapiz de Olga de Amaral. En el primer semestre tuvimos un tapiz más pequeño y de corte más artesanal que se vendió en $150 millones”, explicó. En esta oportunidad hubo competidores de Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Suiza.
Dentro de las actividades de este año estuvieron dos subastas de libros por un valor total de $270 millones y la venta de la colección particular de Alma Byington de Arboleda por $327 millones, entre otros.
“Este año también fue exitoso en estas ventas de colecciones particulares como la de Alma Byington de Arboleda, porque se trataba de una colección pluridisciplinar donde había libros, muebles y arte, entre otros. Allí logramos una adjudicación del 99%”, explicó. Para Pieri, este tipo de actividades es muy interesante, porque la idea es que estas colecciones como la de Byintong se puedan adjudicar a un solo comprador, para garantizar que su composición se mantiene y así se sigue justificando como colección única.
“No paramos nunca: el objetivo es seguir seleccionando buenas piezas que interesen al mercado y obtener precios de salida muy atractivos”, comentó acerca de las actividades que desarrollarán el próximo año.
Advirtió que la tecnología está permitiendo no solo la participación de coleccionistas de cualquier parte del mundo, sino también de personas que están incursionando y quieren hacerse con una pieza no necesariamente de valor millonario. Según ella, han contado con obras muy interesantes que se adjudican a precios desde dos millones de pesos.
Pieri invitó a cualquier persona a participar de esta clase de eventos, porque están abiertos para cualquiera quien tenga gusto por el arte y ganas de invertir en estas creaciones.
“Para quienes organizamos subastas es clave definir precios de arranque justos y a eso dedicamos nuestro expertise. Cuando estudiamos y avaluamos una pieza nos alineamos con un historial de referencias; no hay arbitrariedad de nuestra parte”, explicó la experta.
Según ella, “lo lindo de las casas de subastas es que ofrecen segmentos y nichos que se dirigen a públicos distintos. Me hace muy feliz por ejemplo, que hace 6 años cuando empecé con la casa de subastas, llegó un comprador y se llevó un mapa; luego, un grabado y dos sillas y seis años después compró su obra de arte. Todo esto es un proceso”, comentó.
Destacó igualmente la ventaja del uso de herramientas de internet para adelantar la tarea. “Eso nos vuelve más democráticos logrando que la gente tenga acceso a bases de datos más amplias. Así logramos superar las asimetrías de la información porque todos tienen acceso a más resultados y más datos”.