Edgardo Osorio fundó Aquazzura, una marca de zapatos de lujo que se ha convertido en la favorita de la realeza y las celebridades. Paris Hilton, Meghan Markle y Kate Middleton son algunas de sus clientas más fieles. Sus diseños se venden en 48 países y en 2022 planea la apertura de tiendas propias en Madrid y París, con las que completa 15 puntos en el mundo.
El 19 de mayo de 2018 la corona británica vivió uno de los hitos más relevantes de la última década, que, sin saberlo, también marcó un punto de inflexión en la historia del diseño en Colombia. Ese día, el príncipe Enrique de Gales y la actriz estadounidense Meghan Markle se casaron en una ceremonia que despertó todo tipo de polémicas y se dio en medio de condiciones atípicas. Una de ellas relacionada con el atuendo de Markle, pues contrario a lo que establece la tradición de la Casa Real –que solo diseñadores de ese país participen de la creación del vestido y accesorios de la novia– esta vez un colombiano estaba en los pies de la nueva duquesa.
Los zapatos que se escondían bajo del impecable vestido de Givenchy, diseñado por la británica Claire Waight Keller, fueron hechos a la medida por Edgardo Osorio, un diseñador cartagenero que con solo 35 años ha construido uno de los emporios de calzado de lujo más importantes de la escena mundial actual bajo su marca Aquazzura.
Aunque lleva más de la mitad de su vida fuera del país, toda su persona es una oda a la colombianidad y al ‘sabor’ de la cultura costeña. Su forma de hablar, con tantas risas como palabras durante la conversación, su estilo cercano y jovial y hasta su pasión por el baile permanecen intactos y convergen con el gusto por la ‘dolce vita’ que ha adquirido tras una década viviendo en Italia.

Desde una habitación de hotel en el lujoso sector de Polanco, en México, Osorio habló con Forbes Colombia durante una pausa de sus actividades con su marca en ese país. Sentado frente a la cámara con un estilo desenfadado, como si hablara con un amigo, no parece que llevara 20 años en la industria y una sólida trayectoria en algunas de las casas de moda más tradicionales e importantes del mundo.
“No sabía que ella era mi clienta porque no veo mucha televisión”, recuerda cuando se refiere a su experiencia con Meghan Markle. “El día que anunciaron su compromiso también llevaba uno de mis diseños y mis amigos y colegas la vieron y empezaron a llamarme como locos. Yo no entendía qué estaba pasando”.
Días después recibió la llamada oficial de la Casa Real británica, que le encargaba no solo la confección de los zapatos que usaría la nueva duquesa, sino también los de la pequeña princesa Charlotte (sobrina de Enrique), los de las otras cinco damas de honor y los de Doria Regland, madre de Meghan. Entre las invitadas, además, Oprah Winfrey, la princesa Cleopatra de Oettingen y la actriz Sarah Rafferty también llevaban sus diseños.

Su éxito, dice, se debe a la novedad de su propuesta de lujo. No se parece a los diseñadores que lo anteceden. “Ellos diseñan pensando en conceptos que los inspiran, en musas, y no en la practicidad de sus creaciones. Los zapatos no son esculturas, deben poder usarse”, explica. “Yo soy latino, para mí no importa el concepto sino la belleza y la capacidad de lograr que una mujer se ponga mis zapatos y se sienta dueña del mundo, hermosa, cómoda y segura. No tengo que demostrar que soy más creativo que nadie, solo necesito que quien vista mis zapatos se sienta bien”.
Esa filosofía se ha convertido en el ADN de su marca y ha hecho que la fama llegue desde todas partes del mundo. Sus zapatos son los más deseados y lucidos por celebridades como Nicole Kidman, Taylor Swift o Jennifer Lawrence. Además, protagonizaron la más reciente entrega de James Bond 007 y de la nueva temporada de Sex and The City.
“Cualquier sueño que tenía de vestir a alguien ya lo cumplí. Generalmente lo que me hace más feliz es ir por la calle y ver a una mujer ‘normal’ entrar a un restaurante con un par de Aquazzura, porque sé que ahorró y se los compró porque soñaba con ellos. Pero aun así, llegar a conocer a mujeres que tienen tanto estilo, que conocen tanto de moda y que en un universo de marcas me escogen a mí, es un sueño y un honor”, destaca.

Convertirse en el favorito de las novias tampoco ha sido casualidad. La idea de fundar Aquazzura nació en el verano del 2011 cuando lo invitaron a 12 matrimonios. “A mí me encanta bailar, como buen colombiano, y en esas fiestas me di cuenta de que las mujeres se quejaban mucho de sus zapatos. Era raro, porque eran zapatos caros y hermosos, pero no eran cómodos para ellas, a los 20 minutos querían quitárselos e irse a sus casas. Vi una oportunidad, porque en ese momento nadie en la industria del lujo hablaba del confort, de que un zapato lindo pudiera ser ergonómico y cómodo”, recuerda.
Para entonces, con 25 años, ya acumulaba 10 años de carrera y había colaborado con importantes marcas como Salvatore Ferragamo y Cavali, pero le hacía falta cumplir el sueño que lo había acompañado desde niño, crear un universo propio en donde la belleza fuera la protagonista.

El inicio de un visionario
Desde su infancia en Cartagena y Barranquilla, Osorio tenía claro que la idea de la belleza y la capacidad de crear centraban su atención, pero en principio –explica– no había forma de que terminara vinculado al mundo de la moda. Fue algo innato, dice.
“Mi papá es ingeniero civil y siempre creyó que me dedicaría a ser abogado o médico. Yo pensaba ser médico porque a través de la cirugía plástica al menos me iba a permitir ser creativo”. Pero, en algún momento, durante sus constantes viajes entre Miami y Barranquilla, a donde viajaba por la difícil situación de seguridad que vivía el país por esa época, empezó a descubrir su pasión por la moda y particularmente por los accesorios.
“A los 14 años tuve la suerte de irme a estudiar a Londres al Central Saint Martins un curso de accesorios, moda y arte. Estuve tres meses y regresé a Colombia con una idea más clara de que a eso quería dedicarme”. Así que, con un cuaderno lleno de bocetos con los trabajos que había hecho durante esa experiencia y decidido a buscar su futuro, ese mismo año se presentó ante la famosa diseñadora salvadoreña Francesca Miranda para convencerla de que lo dejara ser su pasante.
“Mi hija cursaba un año menos que él y un día llegó a contarme que un compañero quería conocerme. Yo no le prestaba atención, le decía que no tenía tiempo, pero me insistió tanto que un día le dije que sí y lo entrevisté. Apenas tenía 14 años”, contó la diseñadora a Forbes Colombia. “Desde ese momento se quedó conmigo, se volvió como mi hijo. Era súper dedicado, tenía claro que lo suyo eran los accesorios y los zapatos. En 2003, a los 17 años, me diseñó toda la colección de calzado para mi desfile en Colombiamoda. Es una persona linda por fuera y por dentro y hoy creo que es de lejos el mejor diseñador de zapatos que tiene Colombia”, agrega Miranda.
Su pasantía con la diseñadora se extendió por un año. Las tardes después del colegio las pasaba en su estudio e incluso los fines de semana y días festivos los dedicaba a trabajar. “Lo increíble es que ella empezó a incluirme en sus viajes a ferias en Milán y París y eso me permitió empezar a meterme de lleno en ese mundo”, cuenta. A los 16, cuando se graduó del colegio, decidió irse definitivamente a Londres a estudiar mientras seguía trabajando remotamente para la diseñadora.
Tres años después, en medio de viajes y ferias, Salvatore Ferragamo lo escogió para desarrollar uno de los proyectos más ambiciosos de la marca, que buscaba a diseñadores jóvenes para conectar con las nuevas generaciones. Se mudó a Florencia, Italia, sin saber el idioma, sin conocer a nadie y sin visa que le permitiera trabajar a tiempo completo con la compañía. Pero ese último detalle terminó convirtiéndose en un punto a favor.
“Trabajaba como consultor internacional y eso hizo que pudiera tener más de un trabajo a la vez”. Visitó Rusia, Indonesia, Estados Unidos, China, España y otros países asesorando proyectos para marcas de todo el mundo, hasta que a los 23 años le ofrecieron la dirección creativa de zapatos de la firma Roberto Cavalli, en donde permaneció por dos años. Pero cuando llegó ese verano lleno de invitaciones a matrimonios, en 2011, dio un salto al vacío y fundó su propia empresa junto a su socio Ricardo D’ Almeida.
“Lo primero en lo que nos enfocamos fue en hacer zapatos cómodos. Me fui por toda Italia consiguiendo a los mejores proveedores y técnicos para que me ayudaran a desarrollar la horma del zapato. Una vez listo eso, debíamos hacer un diseño bello. En eso creo que empecé a diferenciarme de los demás diseñadores, porque mi proceso creativo consiste no en diseñar solo objetos, sino en hacer piezas reales. Si un zapato no es cómodo se debe tirar a la basura”.
La bautizó Aquazzura (del italiano “Acqua Azzura” que significa Agua Azul), en honor a su color favorito, ese azul Yves Klein, un nombre con “buen karma”, dice, que es capaz de transportar a cualquiera a unas vacaciones en Italia. Fue su propia forma de honrar al país le ha dado todo a su marca.
Hasta la fecha su producción es 100% hecha en la Toscana italiana y conoce de cerca a cada proveedor, artesano y colaborador de los 120 que emplea en ese país. El logo, por su parte, una piña dorada, responde más a ese lado supersticioso y de protección que lo acompaña y a la suerte que ha tenido con los símbolos que rodean su vida.
“Además de recordarme a mi infancia en Cartagena, descubrí que en Italia la piña se pone en las puertas de las villas como símbolo de hospitalidad. Pero la piña-oro es también un signo de buen augurio, atrae la suerte. En el pie está la energía de todo el cuerpo y si tienes un talismán cada día sobre el que pisas confío en que te va a ayudar”.
La creación de un ícono
El nacimiento de la marca en 2012 coincidió con el detonante de la red social Instagram, hacia finales de 2011. Esta fue otra jugada del universo a su favor. “Yo fui parte de un fenómeno cultural muy importante porque creé la marca en un momento en que las redes sociales estaban haciendo que la comunicación cambiara para siempre”.
“Cuando empecé tenía claro que para impulsar una marca a nivel global se tiene que empezar por ganarse el mercado de Estados Unidos, así que con mi socio nos fuimos con una maleta de zapatos a mostrar la primera colección entre amigos y conocidos, pidiendo favores y preguntándole a todos si tenían algún contacto en Vogue, Elle, o cualquier revista de moda”. La búsqueda dio frutos y pronto las modelos e influenciadoras más conocidas de Nueva York (‘it girls’) empezaron a usar sus diseños y a ser fotografiadas con ellos para sus redes sociales.

“Las mismas mujeres empezaron a recomendarnos y de un momento a otro fuimos sold out. Para la segunda colección ya logramos abrir un showroom en Milán. Nos llegaban pedidos de China y yo ni siquiera sabía cómo enviar zapatos hacia esos lugares”.
Otro de los momentos más relevantes, explica, fue la apertura de su tienda propia en Madison Avenue, Nueva York, pues representó un esfuerzo económico importante que hasta ahora ha rendido frutos. “También recuerdo mucho una temporada en el 2014 o 2015 en donde me invitaban a pasarelas en París y toda la primera fila de asistentes estaba usando mis zapatos. Para mí eso era increíble y fue hasta ese momento en donde dije, bueno, quizás estamos haciendo algo bien”.
2.000 euros pueden llegar a valer un par de zapatos de Aquazzura.
A la fecha un par de zapatos de Aquazzura puede costar entre 450 y 2.000 euros, si se trata de un diseño de colección. Pero si hablamos de diseños exclusivos como los que lucieron Meghan Markle, Paris Hilton o una jequesa de Arabia Saudita, cuyo nombre no revela, a quienes les fabricó los zapatos de su matrimonio, los precios pueden ser tan altos como se piense, según las indicaciones de las novias.
A punto de cumplir 10 años, la marca completa 13 tiendas propias en cinco países y alista la apertura de dos más en 2022 en Madrid y París, así como una segunda tienda en Doha.
Para su aniversario Osorio planea poner en marcha un proyecto que ha estado en pausa desde que soñaba de niño con la belleza y el deseo de crear. “Siempre me imaginé que Aquazzura iba a ser una marca de lifestyle con bolsos, accesorios, elementos de decoración, perfumes, cafés, hoteles, en fin… el cielo es el límite”, por eso, en 2022 lanzará Aquazzura Casa, una línea de negocio que responde a otra de sus grandes pasiones: el interiorismo.
“Ya lanzamos la primera cocina en colaboración con una marca de Florencia pero el año que viene lo vamos a consolidar como un nuevo negocio de la marca. El año pasado también lanzamos joyería, el siguiente paso es lanzar una línea de zapatos para hombre y otra de accesorios”.
Su objetivo es materializar el universo creativo que ha construido desde niño y que se vive ya en sus tiendas en donde las paredes coloridas, los pisos de mármol, los muebles en terciopelo y los detalles dorados en los estantes parecen transportar a una película de fantasía.
Estas importantes inversiones llegan después de un 2021 en el que, dice, pudo superar las cifras en ventas de 2019, que habían caído en 2020 como consecuencia de la pandemia. “El año pasado fue difícil, porque mi marca es independiente y mi socio y yo asumimos todo lo que tiene que ver con ella. No fue fácil cerrar las tiendas y mantener arriendos como el del punto en Madison Avenue. Afortunadamente, hacia mayo del 2020 el comercio electrónico explotó y las ventas se dispararon”.
Como si se tratara de una forma de estar conectados con la ilusión de volver a la normalidad, sus clientes empezaron a pedir zapatos de fiesta y tacones altos por montón. “Yo decía: a cuáles fiestas van que no me están invitando (risas), pero creo que era la gente soñando con volver a salir”.
Lo más difícil durante ese momento fue responder con producción oportuna cuando había escasez de insumos a nivel mundial, pero gracias a los auxilios entregados por el gobierno italiano, menciona, pudo mantener su operación sin despedir a ninguno de sus colaboradores. Eso sí, tiene claro que en el futuro, en el camino hacia seguir siendo una marca global y llegar a mercados como el chino y el de Medio Oriente, tendrá que buscar apoyo económico y vender un porcentaje de la compañía. “Ya he recibido muchas propuestas de los grandes grupos del lujo internacionales, pero pienso que todavía no es el momento”.
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