De acuerdo con una encuesta, la mayor parte de los consultados advierte que las juntas directivas no les ponen suficiente atención a estos temas.
El impacto de la corrupción es grande para las empresas colombianas, pero aún así, las juntas directivas y el nivel alto de gerencia mayoritariamente no tienen estos temas en el radar de manera prioritaria. Para complicar aún más el asunto, los esquemas de cumplimiento no son eficientes y en consecuencia no ayudan a enfrentar estos desafíos empresariales.
Según explicó Pablo Iragorri, director ejecutivo y jefe de la oficina de Kroll en Colombia, el estudio tiene como fundamento una serie de encuestas desarrolladas a altos directivos de las compañías más importantes del país, donde se les pregunta sobre su percepción acerca del soborno, el fraude y la corrupción.
Según los resultados, en el caso colombiano 80% de los encuestados considera que el impacto de la corrupción es muy grande para sus organizaciones. Igualmente el 58% respondió que tanto los riesgos de fraude y corrupción no son tenidos en cuenta por sus juntas directivas y línea de gerencia mientras que 47% dice que en los casos en que hay programas de cumplimiento y lucha contra el fraude y la corrupción, estos no son eficientes.
Según Iragorri, esto muestra un panorama preocupante sobre cómo las empresas colombianas enfrentan estos riesgos.
El estudio muestra que 72% de las personas en la encuesta creen que hay cierta atención a nivel directivo por estos temas. “Lo interesante para nosotros es que Colombia es el país con el menor nivel de atención frente a las directivas, pues solo 42% de la gente dijo que había atención por parte de estos niveles de la organización empresarial”.
“Cuando se presenta un hecho de corrupción o fraude, no hay cómo hacer la investigación o el análisis del caso: no se sabe quién lo paga, de dónde va a salir la plata. Ese es un punto relevante. Es claro que las compañías deben empezar por asignar fondos que sirvan para hacer investigación en caso de que se presenten estos hechos”, explicó.
Igual ocurre con la prevención, básicamente, porque los recursos destinados a un rubro así al parecer no presentan ninguna “rentabilidad” o es difícil medir su impacto. Pero los recursos destinados al cumplimiento, dice el experto, son como una póliza de seguro, cuyo beneficio se observará cuando se presente el “siniestro”.
Aunque ha habido mejoras, es claro que todavía las áreas de cumplimiento siguen siendo pequeñas, aún en las grandes compañías.
“Aún así, lentamente estamos viendo unas áreas creciendo, en empresas con unidades de cumplimiento más sólidas. Para muchas firmas las tareas de cumplimiento se volvieron una obligación, porque nadie puede tener una empresa en el mercado público o con inversión extranjera sin que tenga un oficial de cumplimiento”.
Es claro que los riesgos de fraude y corrupción están más vinculados con áreas como tesorería, compras y en algunos casos temas operativos como en las compañías extractivas que tienen presencia en campo.
Durante la pandemia, esto se agravó, pues uno de los riesgos predominantes para los directivos colombianos es la falta de visibilidad de terceros: se trata de personas que sin pertenecer a la estructura empresarial, tienen relación permanente con ella.
Antes con la presencialidad las compañías sabían con quién estaban negociando y cuáles eran los hábitos de sus funcionarios que estaban encargados de relaciones clave como las de proveedores.
“Pero la virtualidad ha aumentado el riesgo, porque es más difícil hacer tracking al tipo de relaciones que se dan entre operaciones de una compañía y terceros involucrados. Tuvimos un par de grandes casos de fraude cibernético porque en línea todo el mundo es más anónimo y resulta más difícil detectar prácticas irregulares o hacer seguimiento”, comentó.
El estudio muestra que en el mundo, 46% de los encuestados señaló que la falta de visibilidad de terceros era un asunto clave en la organización; en la encuesta de Colombia, 51% de los encuestados se mostró preocupado por este tema.
Dentro de los sectores más afectados por fraude y corrupción se destaca el caso del retail que tuvo un mayor impacto en 2021: antes de la pandemia, todo el mundo estaba comprando en el supermercado y en el centro comercial. Pero en 2020 y 2021 esta tendencia cambia y el impacto se ha sentido a todo nivel con productos como ropa, comida y aparatos de tecnología.
Aunque todavía no hay cifras sobre el aumento del fraude a través de herramientas tecnológicas, Iragorri aseguró que la pandemia sin lugar a dudas implicó un aumento y esos datos se empezarán a evidenciar en 2022 y 2023.
El estudio también revela un dato preocupante: entre el 10 y el 25% de los contratos públicos están perdiendo plata por corrupción. Esto es más grave si se tiene en cuenta que por cuenta de la pandemia todos los gobiernos del mundo tuvieron que aumentar sus niveles de inversión pública para ayudarle a la gente a pasar las cuarentenas o para construir nueva infraestructura con el objetivo de aumentar la oferta de empleo.
“Cada vez hay más data y más análisis de datos para enfrentar estos desafíos. Eso está pasando en áreas como la financiera que es la que se da cuenta de cualquier irregularidad en una firma. El financiero es el que mira las cifras todo el tiempo y cada vez más hay equipos internos dando cuenta de esos datos”, finalizó.