Mauricio Trujillo Posada, vicepresidente ejecutivo e hijo de los fundadores, cuenta detalles sobre el anuncio de recortar la jornada laboral a cuatro días. Dice que ahora todos los colaboradores "trabajan donde quieran, a la hora que quieran y vestidos como quieran".
Si el 23 de marzo de 2020 le hubieran preguntando a Mauricio Trujillo Posada si era posible trabajar en casa, seguramente su respuesta habría sido un rotundo no. “No somos capaces y no tenemos la forma”, serían las palabras de este empresario caldense, quien en las últimas tres décadas ha estado detrás del crecimiento del Grupo Hada en Colombia y el mundo.
Aunque de entrada el desafío parecía imposible para este ingeniero, lo cierto es que fue precisamente la pandemia la que lo obligó a enviar a todos los colaboradores a casa, poniendo un reto enorme a la operación. Este fue el punto de partida y una de las grandes lecciones de vida, como lo recuerda, que meses más tarde lo llevarían a tomar decisiones radicales en beneficio de los más de 750 colaboradores de la empresa.
“Al final nos encerraron y todo funcionó perfectamente bien. No tuvimos ningún problema y eso me hizo recapacitar”, dice Trujillo, hoy vicepresidente ejecutivo del Grupo. “Nos preguntamos cómo íbamos a controlar a la gente trabajando desde casa y la respuesta fue confiar en la gente. Se trata de confiar en la gente. Una confianza absoluta en todo el mundo y que ahora se trabaja a partir de resultados”.
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Trujillo, quien es hijo de don Mauricio Trujillo Correa y Gloria Posada, los dos fundadores de la compañía, ha dado de qué hablar en las últimas dos semanas luego de que con bombos y platillos se anunciara que el Grupo Hada recortaría su jornada laboral de cinco a cuatro días.
Bajo la consigna, ‘no vivimos para trabajar, sino trabajamos para vivir’, la decisión de esta compañía se suma a un debate mundial sobre si es viable o no reducir el tiempo de trabajo de los empleados. Sin embargo, en opinión de Trujillo, lo importante es pensar en el bienestar de los colaboradores y “en que todos los proyectos de vida personales se puedan lograr”.

“Yo creo que todas las empresas deberían trabajar para eso”, dice con firmeza este ingeniero químico graduado de la Universidad de Michigan, Estados Unidos. “El año pasado tomamos la decisión de que los trabajadores pueden trabajar donde quieran, a la hora que quieran y vestidos como quieran. ¿La respuesta? Fue absolutamente espectacular”.
En medio de la reapertura de la economía y la retoma de la presencialidad, el Grupo Hada ratificó 100% su teletrabajo y se enfocó en reconfigurar su operación para recortar un día de trabajo. Cuenta Trujillo que en la empresa lo llaman ‘flexiviernes’, pues cuando el lunes es festivo se tendrá que trabajar los viernes.
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La medida ya empezó para el área administrativa y poco a poco se irá incluyendo el área de producción. Según explica Trujillo, no se tocará ningún salario, ni mucho menos los beneficios que otorga la organización. “Ni más faltaba”, dice. “Esta empresa se fundó hace más de 65 años y uno de los lemas es que acá no trabajamos con el bolsillo de la gente. No se trata de trabajar menos, sino trabajar mejor”.
Trujillo cree que las miles de reuniones diarias están mandadas a recoger, así como los procesos complicados y la burocracia administrativa. Advierte que sin duda la decisión mejorará la productividad de la compañía, pues de fondo la “gente está más contenta”.
El anuncio del Grupo Hada cobija a los 750 empleados en Manizales, Barranquilla y su operación en México y se rige bajo la visión que siempre ha tenido la organización, en el que su slogan es: “La magia de hacerlo mejor”.
De Colombia para el mundo
Fundada en 1956 por don Mauricio, Jabonerías Hada nació en Manizales buscando la manera de modernizar la precaria forma de producir jabón en Colombia. Junto a su esposa Gloria, el empresario se dio a la tarea de montar una fábrica propia, la cual fue bautizada por con el nombre de Hada.
En sus inicios, Hada producía artesanalmente jabón de lavar ropa que era comercializado regionalmente, con el fin de abastecerlo con un producto de calidad. En 1958, trasladaron su producción al barrio Campohermoso y luego ocupó un lugar en el barrio Persia, en Manizales. En 1962 se constituyó como sociedad anónima, por lo que se obtuvieron recursos frescos para importar equipos de producción y tecnificar y modernizar la planta.
A partir de 1980, la empresa se dedicó en su totalidad a la producción de jabones cosméticos, expandiendo su operación a nivel nacional e internacional. Hoy, exportan a más de 22 países y se dedican a contratos de manufactura. Es decir, tienen acuerdos con grandes multinacionales en Estados Unidos para producir sus productos desde Colombia.

De hecho, en su planta de Barranquilla, producen jabones para Henkel, Colgate y P&G, Natura, Jerónimo Martins Colombia, Grupo Cala, Mercadería y Johnson & Johnson, entre otros.
“Nuestros clientes son grandes multinacionales y empresas nacional. Los crecimientos de los últimos años han sido absolutamente vertiginosos: el año pasado tuvimos un crecimiento de 32%, y este año estamos buscando un 50%”, detalla Trujillo.
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En 2020, el conglomerado anunció que la ampliación de su planta de Barranquilla tuvo un costo de US$15 millones. Desde allí, se tiene una capacidad instalada de 5.000 toneladas mensuales, un monto que ve muy bien Trujillo ante la ambiciosa expansión que planean para los próximos años.
Por ahora Trujillo no revela que nuevos destinos de exportación vienen, pero sí destaca que los jabones ‘made in Colombia’ continuarán conquistando los supermercados gringos. Este ambicioso plan se logrará en medio un revolucionario ambiente laboral, que promete ser pionero ante los acelerados cambios que se vienen gestando en las empresas.