En Palmira, Valle del Cauca, se encuentra uno de los bancos de semillas más importantes del mundo. En una apuesta por combatir la desnutrición, acaban de inaugurar un nuevo centro de investigación tras invertir más de US$17 millones.
De un cuarto frío, a 20 grados bajo cero, salen dos hombres vestidos de negro. Vistiendo chaquetas de doble forraje, con un gorro que cubre toda la cabeza y unas botas de seguridad, saludan a los asistentes y entregan la indumentaria necesaria para ingresar. De entrada indican que vienen dos etapas en el proceso, con una primera bóveda que llega a los 10 grados para ambientar y una segunda, a temperatura gélida, en donde se la pasan gran parte de sus días.
A dentro de lo que pareciese una gran caja fuerte, hermética y con pocos niveles de oxígeno, los técnicos, con sus pestañas húmedas, señalan las góndolas repletas de bolsas selladas al vacío. Se trata de semillas de frijol, yuca y forrajes tropicales, que han estado por más de 20 años allí con el fin de preservar la variedad agrícola de estas especies y luchar contra la inseguridad alimentaria.
Lo que pareciese ser una escena de ciencia ficción, es parte de los trabajos que se realizan a diario en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat), ubicado a poco menos de 15 minutos del Aeropuerto Internacional Alfonso Bonilla Aragón, en Palmira, Valle del Cauca.
Los dos hombres hacen parte de un grupo de decenas de colaboradores que a diario trabajan en la investigación genética de semillas y adaptación de cultivos para conservar las más de 67.000 especies de frijol, yuca y forrajes tropicales que existen en el mundo.
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“Nuestro propósito es investigar y entender el desarrollo de variedades mejoradas”; dice el biólogo Peter Wenzl en uno de los laboratorios del Ciat. “El banco de semillas es un seguro genético hacia el futuro”.

Para dimensionar el trabajo que se realiza en este centro de investigación, Wenzl sostiene que aguardan allí, en el suroeste de Colombia, semillas de frijol y yuca de por lo menos 140 países del mundo. Con su trabajo, en concreto, busca analizar y reconstruir la historia de las diversas especies agrícolas, así como adaptarlas a las nuevas condiciones de los suelos y el mercado.
Cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) señalan que cerca de 690 millones de personas padecen hambre en el mundo, lo que representa el 8,9% de la población mundial. La cifra es preocupante, pero es el motivo principal por la cual trabajan centros como el de Palmira para promover una mejor nutrición de la humanidad.
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Este laboratorio, que es en alianza con Biodiversity International, hace parte de la red más grande de centros de investigación e innovación en agricultura del mundo. De hecho, solo existen 14 en los cinco continentes, de los cuales solo cuatro están en América: Estados Unidos, México, Perú y Colombia. Los demás en África, Europa y Asia.
¿Semillas para el futuro?
En su avance por ampliar su tecnología e investigación, el Ciat acaba de poner en marcha un nuevo banco de germoplasma de última generación, llamado ‘Semillas del Futuro’. Este gran laboratorio, que Forbes tuvo la oportunidad de conocer, no solo custodiará las colecciones más grandes de fríjol, yuca y forrajes tropicales del mundo, con más de 67.000 materiales distintos, sino que también ampliará sus colecciones a otros cultivos esenciales y sus parientes silvestres.
En el último siglo se ha perdido aproximadamente el 75% de la diversidad de los cultivos, según explican los directivos. No obstante, ‘Semillas del Futuro’ busca proporcionar el material de siembra necesario para reconstruir las pérdidas agrícolas, proporcionando a los países variedades adaptadas a las condiciones locales.

Hasta el momento, han distribuido más de 500.000 muestras de semillas a 142 países desde 1973, siendo Colombia, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Costa Rica, Italia, Perú, El Salvador, Zambia, China y México, entre otros, los principales países solicitantes.
Joe Tohme, director de investigación en Cultivos para la Nutrición y la Salud, explica que este nuevo centro entra a operar tras casi nueve años desde que se ideó. Cuenta que si bien todo comenzó en 2013, fue hasta octubre de 2018 cuando empezó su construcción.
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“Fue rápido considerando la pandemia”, dice, “Somos privilegiados en haber recibido financiación del Reino Unido, la Fundación Santo Domingo y el Gobierno”.
Fundado hace casi 50 años, el anterior banco de semillas seguirá operando, pero ahora se complementará con el nuevo. Cuenta Tohme que en total se invirtieron US$17 millones para su desarrollo, de los cuales, se hizo un ‘pool’ de recursos entre el gobierno nacional, la alianza y la Fundación Santo Domingo.
Por ahora destacan que apuestan a seguir sumando semillas, con el objetivo de tener un banco genético de alta generación en Colombia. De ahí a que ya incluso estén trabajando con nuevos dispositivos tecnológicos que les permiten acelerar los procesos y obtener mayores resultados en sus análisis.
Algunas fotos del entro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat):




