La guerra ha vuelto a Europa y, con ella, el miedo. Algunos países ya empiezan a preparar sus planes de contingencia ante una posible situación de emergencia. En Alemania la
Cambio climático, pandemia de coronavirus y ahora esto, que lo supera todo: el ataque ruso a Ucrania. Las malas noticias se multiplican y la sensación de crisis se extiende por Alemania. Los indicadores más obvios de que en este país cunde la incertidumbre entre algunas personas son, por ejemplo, los estantes vacíos en algunos supermercados y los límites de compra para algunos productos, como pastas y levadura.
La gente vuelve a acaparar alimentos y bienes de primera necesidad debido a la guerra en Ucrania, como sucedió al comienzo de la pandemia de coronavirus. Pero, esta vez, en lugar de papel higiénico, el producto con más demanda es el aceite de girasol.
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Preocupación por escasez de alimentos
Eso se debe a que, en las próximas semanas, hay que contar “con limitaciones en el flujo de productos derivados del girasol, el lino y la soja de la región en guerra”, según advirtió la Asociación de la Industria del Procesamiento de Semillas Oleaginosas de Alemania (OVID, por sus siglas en alemán). Ucrania y Rusia son dos de los mayores países exportadores de aceite de girasol. Alemania cubre su demanda en un 94 por ciento a través de importaciones. La gente acapara también fideos y harina, a pesar de que la industria no alerta sobre la posible escasez de dichos productos.
Según una encuesta de Forsa, un 69 por ciento de los encuestados temen que la OTAN, y con ella el Ejército alemán, puedan ser involucrados en la guerra. Según el reciente sondeo Deutschlandtrend, una gran cantidad de personas están convencidas de que el conflicto dejará huellas en Alemania. Un 64 por ciento prevé que empeore la situación económica. Hasta ahora, la mayoría de los alemanes, sin embargo, reaccionan con calma. Pero la guerra, que se puede seguir casi en tiempo real en las redes sociales, y que está tan cerca, geográficamente hablando, como ningún otro conflicto armado lo estuvo antes, conmociona cada vez más a los alemanes.
Un lugar para hablar sobre los miedos
Muchos buscan a menudo ayuda en los servicios telefónicos de asesoramiento. “Las consultas han aumentado mucho”, dice Christina Zajackowski, de la Línea de Crisis de la ciudad de Colonia, a DW. Cada quinta llamada está relacionada con la guerra. La gente tiene miedo, explica, de que llegue a Alemania. “Temen que familiares o amigos puedan morir, que su vivienda sea bombardeada y que pasen cosas horrendas, como se ve en los medios”. A los consultantes les hace bien “hablar sobre sus miedos o sus peores fantasías”, explica Zajackowski.
La llaman personas jóvenes con miedo al futuro, que han vivido hasta ahora en una Europa pacífica. Pero también miembros de la generación de posguerra, en quienes las imágenes de la destrucción en Ucrania hacen resurgir temores profundos.
Esa generación “enterró sus recuerdos en tiempos de paz, pero ahora todo sube a la superficie”, cuenta a DW Thomas de Vachroi, responsable de la atención a la pobreza en el distrito de la Iglesia Evangélica de Neukölln, Berlín. Allí dirige la Casa Britz, un establecimiento sin barreras arquitectónicas donde viven muchas personas mayores. “Tienen un miedo terrible de que, en algún momento, se cruce la línea roja, que la OTAN intervenga, y que todo se complique. Tengo que decirle que, sinceramente, entretanto yo también lo veo así”.