Según la OCDE, la adopción de las criptodivisas está planteando retos a la administración fiscal mundial.

El seudonimato y la descentralización son dos grandes ventajas que ofrece el sector de las criptomonedas. Sin embargo, estas características pueden ser explotadas por actores ilícitos con diversos fines, entre ellos la evasión fiscal. Aproximadamente 46 millones de estadounidenses poseen una participación en bitcoin. Sin embargo, el número de declaraciones de impuestos que recibe el IRS con transacciones de criptodivisas no se acerca a esa cifra. Esta tendencia continúa en todo el mundo.

En respuesta, la semana pasada la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) propuso un marco denominado Marco de Información sobre Criptoactivos (CARF) para mejorar la transparencia fiscal de las criptomonedas entre los países. El CARF pretende reforzar las actuales Normas Comunes de Información (CRS) de la OCDE, que exigen a las instituciones financieras que informen de determinadas transacciones financieras no criptográficas a los reguladores fiscales para mejorar la integridad del sistema mundial de cumplimiento de las obligaciones fiscales.

Conceptos clave

¿Qué son las Normas Comunes de Información (NCI)?

Las CRS fueron establecidas por la OCDE en 2014 para combatir la evasión fiscal en el extranjero. En virtud de las CRS, las instituciones financieras, como los bancos, deben identificar a los titulares de cuentas no residentes y comunicar a los reguladores fiscales locales determinada información financiera, como los saldos, los intereses, los dividendos, las inversiones y el producto de las ventas de activos financieros relacionados con esas cuentas. Los reguladores fiscales locales deben entonces compartir esta información con el regulador fiscal del país en el que reside el titular de la cuenta.

Esta transferencia de información se produce automáticamente y de forma racionalizada entre los más de 100 países de la OCDE participantes en la actualidad. Los reguladores fiscales pueden confiar en este intercambio continuo de información entre países para descubrir a los malos actores que utilizan estrategias offshore para evadir impuestos.

Desafíos de la criptoeconomía

Por el momento, el SIR no aborda plenamente las complejidades asociadas a las criptomonedas. Esto permite a los malos actores utilizar la criptomoneda para evadir impuestos utilizando estrategias fiscales en paraísos fiscales.

Según la OCDE, la adopción de la criptodivisa está planteando retos a la administración fiscal mundial de dos maneras importantes.

En primer lugar, muchas transacciones de criptodivisas se realizan de forma descentralizada, sin pasar por ningún intermediario financiero tradicional, como un banco o un corredor de bolsa, que está obligado a seguir el CRS. “La confianza de los criptoactivos en la criptografía y la tecnología de libro mayor distribuido, en particular la tecnología blockchain, significa que pueden ser emitidos, registrados, transferidos y almacenados de manera descentralizada, sin necesidad de depender de los intermediarios financieros tradicionales o administradores centrales”

En segundo lugar, la industria de las criptomonedas ha dado lugar a nuevos intermediarios financieros, como los intercambios de criptomonedas y los proveedores de monederos, que ahora mismo solo están sujetos a una información limitada de la OCDE. Las divulgaciones limitadas no son suficientes para capturar sólidamente todos los aspectos de la criptografía.

Solución: Marco de información sobre criptoactivos (CARF)

La OCDE propuso el CARF para incluir la criptodivisa en las normas de información de la OCDE.

El documento de la OCDE, publicado recientemente, describe el alcance de los criptoactivos, los intermediarios y las transacciones sujetas a la información propuesta, junto con la diligencia debida que los intermediarios deben llevar a cabo al recopilar la información del usuario.

Criptoactivos cubiertos

El CARF somete una amplia variedad de activos digitales a los nuevos requisitos de información. La definición de criptoactivos incluye “aquellos activos que pueden ser mantenidos y transferidos de forma descentralizada, sin la intervención de intermediarios financieros tradicionales, incluyendo stablecoins, derivados emitidos en forma de criptoactivo y ciertos tokens no fungibles (NFTs)”.

La interpretación también recoge las nuevas clases de activos que pueden surgir en el futuro y que operarán de forma similar a los criptoactivos que vemos hoy en día.

Intermediarios sujetos al CARF

Los intermediarios facilitan las transacciones de criptomonedas entre dos partes. El CARF se dirige a las bolsas de criptodivisas centralizadas, a las bolsas de criptodivisas descentralizadas, a los corredores de bolsa e incluso a los cajeros automáticos.

Transacciones en el ámbito de aplicación

Las transacciones relacionadas con las criptomonedas sujetas al CARF incluyen las operaciones de cripto a cripto, las operaciones de cripto a cripto, las transferencias de cripto activos y los pagos al por menor.

Requisito de diligencia debida

En virtud del requisito de diligencia debida, los intermediarios que facilitan las transacciones de criptomonedas deben recopilar información sobre la identidad de los usuarios junto con información sobre su residencia fiscal.

Si el CARF se adopta tal y como se propone, los intercambios de criptodivisas intermediarios deberán recopilar información de identificación personal sobre los usuarios no residentes e informar de las transacciones en el ámbito (véase más arriba) a los reguladores fiscales locales.

Vale la pena señalar que el CARF es similar a la Norma de Viajes impuesta por el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI). Sin embargo, la CRS no tiene un umbral mínimo para las cuentas individuales. Por lo tanto, todas son notificables. Además, mientras que la FATCA se centra únicamente en la evasión de impuestos por parte de personas estadounidenses, el CRS se centra en la evasión de impuestos en el extranjero en función del país (o países) de residencia fiscal del titular de la cuenta.

Consecuencias

Será interesante ver cómo responde el sector de las criptomonedas a las normas de información propuestas. Aunque las intenciones son buenas, será una tarea onerosa cumplir con todos los requisitos de recopilación de datos y diligencia debida. Esto se sumará a la carga administrativa por la que ya están pasando las bolsas de criptomonedas de EE.UU. para cumplir con los requisitos de presentación de información de terceros exigidos por la Ley de Infraestructura.

En lo que respecta a los intermediarios descentralizados, no está claro quién soportará la carga de aplicar el CARF o si hay algún “intermediario” para empezar en una transacción entre pares. Incluso si hay una entidad centralizada asociada a los protocolos descentralizados, la recogida de datos de identificación personal puede ser perjudicial para el modelo de negocio. El proceso también planteará problemas de privacidad de datos.

El sector tiene hasta el 29 de abril de 2022 para comentar la propuesta de la CARF y plantear cualquier preocupación.

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