Una pandemia, un paro nacional y una crisis mundial después, Comestibles Aldor sigue fortaleciéndose en el mercado de la confitería en Colombia y África. Para 2021 la compañía creció 30% respecto al 2020. Leonardo Aljure, presidente de la firma, habla sobre cómo han sorteado estos años.

En 2021, cuando las cifras de contagios por Covid-19 no daban tregua, por primera vez en su historia Comestibles Aldor tuvo que frenar por completo sus operaciones y productos tan típicos como las Frunas, el Pin Pop y las Yoguetas amenazaban con empezar a escasear.

Sin embargo, la pandemia no era la culpable en ese momento de la difícil situación que atravesaba la empresa: las protestas del paro nacional, que afectaron especialmente al sur del país, fueron las que los obligaron a cerrar sus puertas. “El paro fue incluso en algunos aspectos más complejo que la pandemia. Estuvimos seis semanas con la planta totalmente cerrada en medio de mucha angustia para todos. El suroccidente colombiano vivió uno de los momentos más complicados de su historia reciente”, cuenta en conversación con Forbes Leonardo Aljure, presidente de Aldor.

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Desde el 2020 la industria de la confitería ha sido una de las más golpeadas por la pandemia. Los cierres de mercados estratégicos como colegios, tiendas de paso, mayoristas y ‘cajoneros’, hicieron que el consumo cayera un 30%. Y a esta contingencia se han sumado situaciones como los bloqueos por el paro nacional, la inflación, y ahora la subida de precio de los insumos impulsada por el conflicto entre Rusia y Ucrania.

“Definitivamente no estábamos preparados para eventos de esta magnitud”, explica el directivo. Durante 2020 la planta de Aldor, en el Valle del Cauca, trabajó cuatro meses al 60% de su capacidad; y en 2021 cerró casi un mes por los bloqueos. El impacto fue evidente, pues en el primer año de la pandemia las ventas decrecieron un 16% en comparación con el 2019, cuando habían facturado US$100 millones.

Para atender esa contingencia, la compañía tuvo que poner en marcha un comité de crisis de alto nivel, que tenía como misión tres objetivos principales: garantizar la continuidad del negocio, establecer un plan de comunicación con los colaboradores y mantener el empleo de tantos trabajadores como fuera posible. “Recurrimos a las figuras de vacaciones anticipadas y licencias remuneradas, así pudimos salvar casi la totalidad de los empleos directos”, detalla Aljure. Esa fue la fórmula para la coyuntura.

Y lograron cerrar el 2021 con una recuperación del 30% de los ingresos frente a lo facturado en 2020 y el 2022 llegó con la promesa de consolidar la recuperación económica. Según datos de Procolombia, las exportaciones, por ejemplo, alcanzaron en agosto pasado los US$100 millones, 27% más que el mismo periodo del año anterior. Pero ya sabemos que el panorama no se desarrolló como estaba previsto.

Foto: Comestibles Aldor.

Retos globales

Además de ser fuerte en Colombia, Comestibles Aldor tiene presencia en 50 países y casi la mitad de ellos hacen parte del continente africano. Según cuenta el directivo, Nigeria, Angola, Congo, Zambia, Mozambique y Sudáfrica son algunos de los más importantes. Solo en este último la empresa genera 500 empleos directos.

“Hemos tenido una operación sólida, con un crecimiento sostenido en los últimos años. Pero el covid y la situación global han hecho que algunos de esos mercados sean muy volátiles, por sus situaciones económicas y prácticas restrictivas hacia las importaciones”, argumenta Aljure. Al tiempo, cuenta, la demanda de productos sigue creciendo gracias al regreso de la presencialidad, pero con el aumento del precio de los insumos y la cadena de logística mundial fracturada se hace cada vez más difícil abastecer tanto a este como a los demás mercados.

“El 2022, empezó de forma positiva, con un incremento importante del consumo en todo el mundo, lo preocupante ahora es la subida de los insumos, que no para y que viene de la mano con una inflación desbordante que va a terminar restringiendo el consumo de los hogares y afectando el crecimiento económico hacia el futuro”.

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En Colombia los precios al consumidor subieron un 1,63% durante febrero, lo que disparó el indicador anual a un 8,01%. La más reciente edición de la encuesta Pulso Social, del Dane, registró que ya un 62,1% de los jefes de hogar dice tener menos posibilidades de comprar artículos básicos como alimentos si se comparan con hace un año.

Respecto a la alta demanda, desde Fenalco ya se ha advertido que en departamentos como Antioquia hay escasez de dulces y golosinas; se habla de faltantes de entre el 30 y 40%. “Los comercializadores disponen de cantidades limitadas e incluso han tenido que llenar sus anaqueles con productos de otras marcas, lo que ha derivado en una disminución en las ventas por no contar con algunos productos y cantidades requeridas”, informó la agremiación.

Además, alertó que en muchos casos los comerciantes han tenido que asumir los sobrecostos con el fin de asegurar el abastecimiento, debido a que los faltantes de los productos podrían afectar la continuidad de su operación.

Por su parte, Procolombia también anunció que países como Rusia, México y Sudáfrica han aumentado cerca de 1.000%, 500% y 400% sus niveles de importaciones de estos productos respectivamente. “Valle del Cauca, Caldas, Bogotá, Cundinamarca y Antioquia son las regiones que están atendiendo esta demanda”, afirmó Flavia Santoro, presidenta de ProColombia.

Liderazgo con historia

Salir ‘invictos’ de estas crisis parece casi imposible, pero Aldor ha sabido sortearlo de la mejor manera, explica su presidente. Con 30 años en el mercado la compañía, que inició produciendo 5 toneladas de golosinas al día, ahora fabrica más de 160 toneladas diarias en Colombia y unas 470 toneladas al mes en su planta de Johannesburgo, Sudáfrica. Su secreto, explica Aljure, ha sido competir con innovación, siempre llevando sus productos hacia las necesidades del mercado.

Foto: Comestibles Aldor.

Las frunas, por ejemplo, que se fabrican en el país desde hace más de 80 años, siguen siendo uno de los dulces favoritos de los colombianos, “porque hemos mantenido su calidad pero siempre hemos sorprendido con innovaciones en sabores, presentaciones y otras cosas que sorprenden a los consumidores de todas las edades”, indica.

Aljure enfatiza en que pese a los retos, estos años han sido de “grandes aprendizajes” pues de ellos han surgido nuevas oportunidades a nivel organizacional. La pandemia también le enseñó a estar preparado incluso para lo que parece imposible. “Hay que construir matrices de riesgos y planes estructurados para momentos de alta complejidad, ya quedó demostrado que todo puede pasar”.