El diseño de moda en Colombia lidera un movimiento que va más allá de las tendencias al entregar su creatividad a la consciencia sobre un futuro mejor.
La moda debe entenderse de una forma consciente, anteponiendo el desarrollo sostenible. Es decir, garantizando el equilibrio entre el cuidado del medio ambiente, el entorno social y el crecimiento económico, sin comprometer las capacidades de las futuras generaciones. Esta perspectiva integral engloba conceptos -no sinónimos- que van desde el slow fashion, la moda ética y la moda sostenible. Es a través de esta visión completa que el diseño de Colombia avanza con creatividad e innovación.
Los diseñadores y marcas que fueron seleccionados para participar en la edición 2022 de Bogotá Fashion Week, lo afirman. La convocatoria reunió a más de 280 propuestas de todo el país que, a decir de los organizadores, “fueron evaluadas, teniendo en cuenta su creatividad, su capacidad de producción, sus canales de venta y marketing; su potencial exportador y sus procesos de reactivación empresarial”. Ello, además de su participación en los diferentes programas de la Cámara de Comercio de Bogotá y, sobre todo, su integración a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su modelo de negocio.
“El mensaje transversal para esta edición 2022 busca alinearse con siete de los 10 objetivos de desarrollo sostenible planteados por las Naciones Unidas”
bogotá fashion week
Faride Ramos es un referente en estos temas. Desde sus inicios, la cultura y oficios artesanales de su natal localidad colonial, Mompox, tuvieron una gran influencia creativa, lo mismo que su óptica responsable del entorno, no sólo local, también global; lo cual se traduce en prendas atemporales, duraderas y con un trasfondo virtuoso socialmente. Ella forma parte de un grupo de diseñadores que se han unido para empujar el proyecto de ley que obligue a implementar procesos verdaderamente sostenibles en las diferentes cadenas de producción de la moda en Colombia y motivar a los consumidores a reflexionar sobre sus decisiones de compra.
MAZ Manuela Álvarez, por su parte, es una marca que opera bajo un modelo sostenible. “El 90% de las piezas están hechas por manos artesanas” y su equipo está formado por mujeres jefas de hogar en comunidades indígenas de Colombia, ya que uno de los propósitos de la firma es apoyar a los grupos étnicos vulnerables, ofreciéndoles herramientas que les permita prosperar, sentirse orgullosos de su oficio y mostrar su talento al mundo.

La experiencia de Adriana Santacruz en los buenos oficios continúa siendo muy valorada. Por más de dos décadas la marca, elegida por el grupo de curadores de Bogotá Fashion Week, se ha dedicado a construir un puente entre la sabiduría ancestral de las comunidades originarias de Los Pastos, el arte y el compromiso de disminuir el impacto negativo a la naturaleza. Entre sus materiales incluye hebras extraídas de plástico reciclado que se tejen con procesos que sólo involucran la guanga y la tulpa.
En esta misma línea de marcas consolidadas, A New Cross también sigue destacando por su propuesta disruptiva “que mira hacia el futuro inspirándose en la herencia latinoamericana desde el trabajo artesanal con comunidades”. Su modelo de producción a pequeña escala y de co-creación promueve un consumo consciente y sostenible, garantizando así mejores prácticas sociales y ambientales. Por medio de sus más de 15 colecciones ha proyectado la identidad colombiana y la libertad creativa en más de una docena de países.
Con su trayectoria, talento y sostenibilidad empresarial, estos diseñadores son un ejemplo del alcance colombiano que, en conjunto con los creadores emergentes, apresuran la necesidad de consolidar iniciativas de responsabilidad genuina y sostenible que van más allá de los términos de la moda. Pues es un tema en el cual todos los seres humanos debemos involucrarnos hoy y siempre.