Según datos del Banco Mundial, un niño nacido en Colombia probablemente solo alcanzará del 50 al 60% de su potencial de ingresos por cuenta de la malnutrición y la baja calidad educativa.

Un adulto que sufrió de desnutrición crónica en los primeros dos años de vida tiene 14,6 puntos menos de coeficiente intelectual, cinco años menos de educación y 54% menos ingresos en su vida adulta. Así lo reveló la red de Bancos de Alimentos de Colombia, que en su más reciente informe detalló que en Colombia 5 millones de adultos sufren estas consecuencias por culpa del hambre que vivieron durante su niñez.

La entidad también detalló que actualmente, según datos del 2019, unos 500.000 niños menores de 5 años tienen desnutrución crónica; los casos se ven especialmente en departamentos como Chocó y La Guajira.

Lea también: ‘Colombia produce todos los huevos que se come’: Fenavi le responde a Francia Márquez

“Los Bancos de Alimentos de Colombia trabajamos todos los días por mejorar las condiciones nutricionales de las personas más vulnerables del país. Invitamos a todos los sectores del país a que trabajemos de manera articulada en la construcción e implementación de un plan intersectorial de mediano plazo para la prevención de la desnutrición crónica”, señaló Juan Carlos Buitrago, directos de la red de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco).

De acuerdo con el índice de capital humano del Banco Mundial por cuenta de la malnutrición y la baja calidad educativa un niño nacido en Colombia probablemente sólo alcanzará del 50 al 60% de su potencial de ingresos. Por eso, el directivo agregó que la próxima semana un grupo de sabios se reunirá por primera vez para construir una hoja de ruta que se entregará al país, con vigencia a 2030, para enfrentar los estragos del hambre.

“Durante los tres primeros años de vida se forma el 80% del cerebro de los seres humanos”, explica el directivo de Abaco, médico de profesión. Por eso, la entidad ha encendido las alarmas frente a la situación, pues en La Guajira, por ejemplo, cientos de familias pasan los días con un alimento que muchas veces es solo arroz.

La semana pasada, por ejemplo, esa entidad rescató, atendiendo a un llamado del ICBF, a un niño de 11 meses en zona rural del municipio de Manaure. El menor tenía desnutrición aguda severa y un alto riesgo de fallecer por hambre. Para su edad el menor debía pesar unos 8 kilos, explicó el directivo de Abaco, sin embargo, apenas llegaba a los 4kg.

Foto: Banco de Alimentos de Colombia.

“La optima nutrición es fundamental para garantizar que aumente la masa cerebral y que se conecten las neuronas y los daños que se generan en los menores son irreversibles. Un niño como Elder está condenado a tener retrasos en talla y desarrollo cerebral, lo que inevitablemente lo condenará también a la pobreza“, agregó Buitrago.

Desde la red de Bancos de Alimentos también se advirtió que los 500.000 niños que hoy sufren desnutrición crónica en el país no reciben atención por parte del Gobierno Nacional, pues este tipo de desnutrición (que tiene menos riesgo de muerte) no tiene planes específicos, como sí ocurre con la desnutrición aguda, con casos como el de Elder.

Por otra parte, un reciente estudio publicado en The Lancet afirma que en 95 países de ingresos bajos y medianos, la baja productividad de las personas que sufrieron desnutrición crónica le cuesta al sector privado al menos US$135.400 millones en ventas al año. Las empresas de los países de América Latina y el Caribe tuvieron las mayores pérdidas.

“Si acabamos el hambre en el país, los ingresos de los colombianos aumentarían entre un 4,5 y un 6,5% y ahorraríamos un 11% del PIB, es decir, unas cinco reformas tributarias”, concluyó Buitrago.

Estudios muestran que las apuestas por mejorar la nutrición de un país son costo efectivas y tienen las tasas de retorno más altas entre los proyectos sociales: por cada dólar invertido en programas que previenen la desnutrición crónica, revierten 18 dólares a la sociedad.

Convierta a Forbes Colombia en su fuente de información habitual