En Tuta, Boyacá, se reciclan al año por lo menos 360.000 toneladas de chatarra ferrosa. En un proceso de alta tecnología, que demanda el trabajo de casi 600 colaboradores, se da una segunda oportunidad a toda esta ‘basura’, transformándola en aceros largos que van a la construcción de miles de viviendas, puentes, vías, hoteles y oficinas. Se trata de un proceso de economía circular que apuesta por una Colombia más sostenible.
Los viejos buses chimenea, las armas de los grupos desmovilizados, las neveras con más de 20 años de uso y los miles de desechos ferrosos que a diario van a la ‘basura’ son la materia prima con la que desarrolla toda su operación la multinacional Gerdau Diaco. En un proceso que nace desde los seis centros de reciclaje que tienen en Colombia, logran convertir toda esta chatarra en aceros largos que se van a la construcción de miles de viviendas, puentes, vías y centros comerciales en el país.
“Somos el mayor reciclador de chatarra en Colombia, tenemos presencia en 17 departamentos y lo que buscamos es darles una segunda oportunidad a toda esta chatarra”, cuenta a Forbes José Raimundo Sales, un brasilero que desde hace más de 10 años vive en Colombia liderando el centro de operaciones de Gerdau, en Tuta, Boyacá.
Ubicada a 26 kilómetros de Tunja, la multinacional tiene montada una planta de producción de alta tecnología en la que se trabajan las 24 horas del día de los siete días de la semana. Desde allí, Forbes visualizó un ejército de casi 600 colaboradores que operan de manera coordinada para recibir, procesar, fundir y producir los productos.
Bajo el lema ‘Alma de acero’, el proceso empieza de la mano de 330 proveedores, de los cuales más de 90 son asociaciones y cooperativas de recicladores. Toda esta ‘basura’, como algunos le llaman, va a los puntos de acopio, viaja decenas de kilómetros y llega a Tuta, donde, tras un proceso de transformación, se convierte en aceros largos, barras, mallas y corrugados. Incluso, según explica Raimundo, se crean ecoproductos con los residuos que quedan del proceso productivo.
“Aprovechamos las propiedades físicomecánicas y químicas de los residuos industriales generados en nuestra acería para la elaboración de adoquines, bordillos, topes y ladrillos, con lo cual logramos remplazar gran parte del cemento”, cuenta.
La magia de la operación surge de la economía circular que sostiene su modelo de negocio y que les ha permitido ser un aliado clave para la reducción de las emisiones de CO2 en Colombia. Jefferson Marko, presidente de Gerdau Diaco, explica que en los últimos tres años han invertido más de US$20 millones para optimizar los procesos industriales, trabajar con mejores tecnologías e impulsar las eficiencias de toda la producción. De ahí que, por ejemplo, cuando desintegran un vehículo el 90% de material es aprovechable, mientras el 10% es insumo no ferroso. Esto se clasifica y se pone a disposición de otras empresas, que logran encontrar nuevas oportunidades para la materia prima. Ya sea plástico, por ejemplo, o material que es usado para la producción de las cementeras.
Hoy el acero es la materia prima más reciclada en el mundo, con registros por 650 millones de toneladas al año. Según el Comité Colombiano de Productores de Acero de la Andi, la industria nacional aprovecha más de un millón de toneladas de chatarra al año, un escenario que abre una ventana de oportunidades para empresas como Acerías Paz del Río, Gerdau Diaco, Grupo Siderúrgico Reyna, Sidoc y Ternium, entre otras, quienes tienen en Colombia una apuesta a largo plazo.
Gerdau, con su casa matriz en Brasil y plantas en Argentina, México, Perú, Uruguay y Venezuela, alcanza una capacidad instalada anual de 21,7 millones de toneladas de acero en los países donde opera, siendo Colombia un país estratégico para toda la empresa. Así lo explica Marko, quien añade que se ve un futuro importante, pues el país posee una ubicación geográfica estratégica que permite conectar a varios mercados y distintos productos.
“Colombia tiene una capacidad de exportar, pero hoy la demanda es más grande que la oferta. No es un tema de capacidad, tenemos acerías y laminadores, pero hay un tema de materia prima que no hay suficiente”, detalla.
Aunque desde la industria se cree que las tendencias apuntan a que en los próximos años las cifras de reciclaje de chatarra aumentarán, con más material aprovechable, sostienen que son ellos los que están llamados a ser agentes de cambio dentro de una Colombia más sostenible. De hecho, Gerdau posee una planta de producción en Tocancipá, que está lista para alcanzar hasta 150.000 toneladas de acero.
“Tenemos planta en Tuta, en Muña y en Tocancipá. En la medida que crezca el mercado, nosotros creemos que en los próximos tres años podría crecer un 20% la producción”, cuenta el presidente.
“Aprovechamos las propiedades fisicomecánicas y químicas de los residuos industriales generados en nuestra acería para la elaboración de adoquines, bordillos, topes y ladrillos”.
josé raimundo sales, gerente de la planta de gerdau diaco en tuta, boyacá
Por la pandemia y la crisis de suministro, la industria ha visto cómo el precio de la chatarra ha aumentado un 150%, afectando a todos los actores de la cadena. En Colombia, por ejemplo, las empresas han logrado replantear sus operaciones, ser más competitivos y alcanzar menos costos de operación para no transmitir dichas alzas a sus clientes.
Marko cree que en la medida en la que se logran surtir estos obstáculos coyunturales, es necesario que todos los colombianos se conviertan en agentes de cambio, que permitan darle una segunda oportunidad a aquellos productos viejos y oxidados que, de no entrar en un proceso de aprovechamiento, representan una amenaza latente para el medioambiente.
#NuestraRevista | Este es un artículo publicado en nuestra edición de la revista Forbes Colombia de junio. Si desea recibir esta información de primera mano en nuestra revista física, ingrese aquí para suscribirse.