En una columna de 28 párrafos, publicado en La República, Luis Guillermo Echeverry, presidente de la junta directiva de Ecopetrol, hace un análisis sobre por qué una economía no puede ser manejada por un ideológico o filósofo.
Una crítica sobre por qué mezclar una ideología podría ser la mejor forma para acabar con una economía es la más reciente columna de Luis Guillermo Echeverry, actual presidente de la junta directiva de Ecopetrol, la empresa más grande de Colombia.
En el texto, publicado en el diario La República, Echeverry expone de entrada los líos que pueden venir cuando lo que se entiende por economía está en manos de ideológicos o filósofos.
De hecho, dice Echeverry en su texto que “el intervencionismo de los mercados propio de los sistemas totalitarios, comunistas, socialistas o populistas, resulta asfixiando el emprendimiento y destruyendo las economías. De ello dan cuenta todas las historias de modelos de manejo ideológico de las arcas públicas durante los últimos 200 años o más”.
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Para el ejecutivo, el Estado debe ser el facilitador de la regulación sectorial, así como promover “el emprendimiento privado y las asociaciones publico privadas dentro del marco de la legalidad”. Por eso, añade, no se deben ideologizar o politizar las decisiones que “atrofian el crecimiento de la economía”.
Echeverry considera que “no deben manejar las economías de las naciones los académicos, ni mucho menos abogados o filósofos”, pues no tienen experiencia práctica en el ejercicio econométrico.
“Es difícil un diálogo técnico, factual, cuantitativo y fundamentado en sentido común, entre quienes tienen una noción conservadora del manejo del riesgo y mentes arrogantes, irresponsables, sordas y sumidas en la negación, que tienen el entendimiento copado por odios, resentimientos, envidias, frustraciones y un inconmensurable deseo de protagonismo”, detalla en su texto.
Una de las críticas que hace es que es complejo “razonar” con “quienes solo se escuchan a si mismos, pues están embriagados por el estreno en el poder o el aberrante amancebamiento con el mismo”. De hecho, es más compleja la situación, añade, “con quienes nunca han pagado una nómina, manejado un negocio próspero o con quienes se pasan una vida viviendo del erario, de la academia o de las entidades sin animo de lucro”.
En su crítica, Echeverry argumenta que en la región -refiriéndose a América Latina-, está de moda “la distorsión de las realidades de la vida asociada a mecanismos de engaño a la población y de distracción politiquera”.
“Los políticos contemporáneos en su gran mayoría son bastante ignorantes. Su nivel de preparación y experiencia los lleva a valerse de una retórica caracterizada por dialécticas inversas que moldean a conveniencia el discurso populista”, explica.
“Hoy en Latinoamérica hemos invertido los valores y los papeles dentro de la estructura de manejo con que se determina desde el Estado, la conducción de la sociedad”, establece en su texto, a lo que añade: “Lo más triste es ver cómo las ambiciones personales de los líderes que elegimos en su gran mayoría, superan toda escala de valores incluido el marco de referencia legal”.
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