Los factores ambientales, sociales y de gobernanza se han vuelto prioritarios en las decisiones de las más grandes compañías. Sin embargo, un mayor escrutinio ha avivado reflexiones sobre las fallas que existen en medio de las buenas intenciones.

Analizar las empresas desde sus resultados financieros es obvio, pero hacerlo desde la función de su impacto ha sido una de las tareas preferidas de los más grandes inversionistas del mundo. Ellos han establecido que más de un tercio de sus activos, calculado recientemente en más de US$35 billones, se controla bajo los principios de inversión que tiene en cuenta los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés).

Al final, el principal problema que se quiere abordar con estrategias de este tipo es el cambio climático, que además de un fuerte activismo, despierta un alto escrutinio que ha dejado al descubierto empresas que engañan a sus clientes y que se contradicen en sus mismas operaciones.

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“Consideramos que ha evolucionado y está ganando cada vez más atención y escrutinio, tal como pasó con los reportes financieros a través de la historia. Eso debe generar nuevos modelos y más claridad para los inversionistas. Sin embargo, esta evolución se dará a lo largo de años. Esto permitirá mejoras sobre las vulnerabilidades que tiene hoy, como por ejemplo dificultad de comparar datos ESG entre empresas”, le dijo a Forbes Saulo Spaolanse, presidente del Clúster Andino para Schneider Electric, compañía que en el listado de Corporate Knights 2021 fue la más sostenible del mundo.

Para él, hay grandes retos como adoptar este concepto en las pequeñas y medianas Empresas e integrarlo bajo el contexto de la descarbonización. “El ESG como criterio ambiental, social y de gobernanza es contradictorio solo para aquellas empresas y partes involucradas en este ecosistema que aún ven la sostenibilidad por separado del negocio y del propósito de la empresa. Por eso es importante integrar el desempeño económico de la organización a la estrategia ESG y viceversa”, agrega Spaolanse.

El presidente de Bancolombia, Juan Carlos Mora, señala que las compañías que incluyen este concepto en su visión estratégica están convencidas de que además de ser rentables, deben generar beneficios sociales y ambientales.

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“Trabajar bajo criterios ESG ya no es una opción, debe ser una decisión de todos”, comentó Mora a Forbes. “Las organizaciones que trabajamos bajo criterios ESG, hemos desarrollado estrategias poderosas enfocadas en el bienestar y el desarrollo sostenible”.

Ahora, el desafío está en que hagamos una rápida y efectiva transferencia de este conocimiento a otras empresas de todos los tamaños que aún no están trabajando bajo esta mirada estratégica con la que ganamos todos”.

En el mismo sentido opina José Luis León, country head de Natixis Investment Managers para Colombia y Perú, para quien aún estamos lejos de haber cumplido como sociedad, pero la conciencia colectiva alrededor de incorporar ESG en procesos productivos.

“Mientras esa conciencia de cambio y compromiso se mantenga como una tendencia, seguramente se lograrán los objetivos ambiciosos que han definido los países a largo plazo”, afirma León. “Pedirles a las empresas que cambien sus procesos o su forma de generar valor hacia métodos más sostenibles no puede ser catalogado como algo contradictorio. ESG y las inversiones responsables son fundamentales no solamente para combatir el cambio climático, sino para alinear los valores personales con las inversiones, por ejemplo”.

En este gran esfuerzo por mejorar las condiciones del planeta y cumplir con todos los objetivos de sostenibilidad a largo plazo, todos debemos poner de nuestra parte, con procesos e inversiones transparentes y responsables que generen impactos positivos reales.

En el plano de inversión, por ejemplo, la gestión activa permite generar impactos positivos inmediatos a nivel de portafolio, disminuyendo además los riesgos asociados a temas ambientales, sociales y de gobierno”.

A su vez, Ana Osorio, directora de Sostenibilidad de la Universidad Pontificia Bolivariana, observa que cuando la única referencia son los indicadores económicos tradicionales, se dificulta la medición del impacto social y la definición de una nueva forma de desarrollo, porque se ve a los asuntos ambientales y sociales como accesorios.

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“ESG representa una de tantas estrategias determinantes, para garantizar la incorporación de nuevos modelos de negocio, nuevas perspectivas de sostenibilidad y el cumplimiento de las agendas globales. Sin embargo, no es la única manera de lograrlo”; expresa Osorio. “El cambio climático, representa uno de los mayores desafíos en la actualidad y las estrategias para combatirlo, no pueden agotarse en la incorporación de modelos de medición, sino en la puesta en marcha de un ecosistema integrado por el estado con sus políticas públicas, las empresas con sus propuestas de valor diferenciado y la sociedad civil con las decisiones de hábito y consumo”.

En Colombia, la implementación de ESG aún se encuentra en una etapa prematura, considera Sebastián Quiceno, gerente de instituciones financieras, cyber, M&A y private equity de AON. “Si bien ya se cuenta con mayor conciencia sobre su alcance, aún no se cuenta con incentivos derivados de la implementación de criterios ESG en las operaciones, para algunas empresas la inversión aún no tiene el retorno esperado”, indica.

María del Carmen Alanis, directora de asuntos corporativos de Coca-Cola Femsa puntualiza que es muy efectivo incorporar este concepto a la estrategia de los negocios porque los grupos de interés relevantes ya verifican el avance y el cumplimiento de metas.

“Se ha convertido en un deber ser para que las empresas reportemos progreso en el desempeño no financiero”, anota.

De su lado, Luis Fernando Dorado, gerente de mercado corporativo de LG Electronics Colombia, resalta la necesidad inminente de acelerar los procesos de adopción de buenas prácticas accionables en el corto plazo, pues el mundo demanda acciones inmediatas con resultados concretos y medibles.

“Para las empresas siempre existirá una dualidad entre la economía extractivista, con altos niveles de rentabilidad en corto plazo, y las estrategias sostenibles, que toman un poco más de tiempo en generar retorno”, dice Dorado. “Contar con un plan de ESG debe ser una decisión transversal dentro de las organizaciones para convertirse en prioridad en los equipos de trabajo. No sirve de nada tener manuales y lineamientos robustos si no se implementan acciones reales que los respalden”.

Así mismo, Daniel Hoe, vicepresidente de marketing de Salesforce para Latinoamérica, cree que se pueden perder clientes si no se implementan estrategias de este tipo. “Sabemos que esto cambiará la forma de pensar de cada uno de nuestros clientes, desde el cambio en sus preferencias, la presión de los inversores, la transformación de la cadena de suministro y la continuidad de las operaciones”, asegura Hoe.

Como lo concreta Daniel Rodríguez, socio de la firma CMS Rodríguez-Azuero, el concepto no se ha cumplido a cabalidad, pero es creciente el interés porque las medidas ESG impulsan “el desarrollo sostenible de las empresas y las economías modernas”.