Los desafíos que imprime la emergencia climática, la pérdida de la biodiversidad y la desigualdad en el mundo han generado que los asuntos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, en inglés) influyan cada vez más en la toma de decisiones de las empresas y los consumidores. Forbes entrega un panorama sobre por qué se hace urgente una reconstrucción en los modelos de negocios.

Tener un propósito en el centro de las operaciones, atender los problemas de los grupos de interés y ser parte del cambio es el ADN que han adoptado gran parte de las empresas que están realizando una reconstrucción en sus modelos de negocio. Los retos estructurales a los que se enfrenta el mundo han trazado una hoja de ruta común, en la que sin duda el sector privado ya no ve la sostenibilidad como una oportunidad, sino como una necesidad.

El cambio es evidente y se debe en parte a que las organizaciones han asumido metas de descarbonización alineadas con el Acuerdo de París. La más reciente Encuesta de Sustentabilidad a Ejecutivos que realizó Boston Consulting Group en Latinoamérica mostró, por ejemplo, que el 95% de los líderes consideran la sustentabilidad como un tema relevante para sus compañías y el 96% la tienen en cuenta a la hora de tomar una decisión, incluso cuando implica un costo operativo o monetario.

De la misma manera se ve en el ‘Informe de Sostenibilidad de los CxO 2022: la desconexión entre la ambición y el impacto’, elaborado por Deloitte, en el que nueve de cada 10 ejecutivos encuestados coinciden sobre la importancia de atender la emergencia climática global, mientras seis de cada 10 de ellos “manifiestan que justamente sus organizaciones están preocupadas por ese efecto”.

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Los estudios son diversos, pero la conclusión es similar: el cambio climático y la desigualdad son problemas que imprimen una amenaza latente e inmediata, por lo que es necesario que las compañías tomen acciones ambiciosas de cara a crear no solo nuevos modelos exitosos, sino que contribuyan a transiciones como la descarbonización de las economías y unos mayores aportes para alcanzar los ODS
(Objetivos de Desarrollo Sostenible).

“El mundo está enfrentando grandes desafíos críticos que pueden representar oportunidades para el sector empresarial global”, dice a Forbes Sergio Rengifo, director del Consejo Empresarial Colombiano para el Desarrollo Sostenible (Cecodes). “El actuar frente a estos desafíos es necesario para la empresa ya que no hacerlo implicaría riesgos operacionales, de reputación, regulatorio y de distribución del mercado. La inacción puede ser muy costosa”.

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En el nuevo camino que ya se ha empezado a construir, las organizaciones han enfrentado, de manera transversal, una ruta hacia lo que llaman “crecimiento sostenible e inclusivo”, que “responde a una nueva era que deje de ver el crecimiento y los beneficios sociales como objetivos que compiten entre sí, cuando pueden fortalecerse y reforzarse mutuamente”.

Mariella de Aurrecoechea, socia de Asesoría en Riesgos de Deloitte Spanish Latin America, detalla que, si bien los desafíos son múltiples, aún se nota una cierta desconexión entre lo que se piensa hacer y lo que efectivamente se ejecuta. “Los consumidores están cada vez más empoderados y los inversores presionan a las empresas para que aborden los problemas ESG (Enviromental, Social and Governance) de manera concreta y transparente. Están buscando compañías que ubiquen el propósito en el centro de sus operaciones, ocupándose de los problemas
que preocupan a sus empleados, comunidades, industrias y el mundo en general. Se alimentan de la transparencia que les brinda la era digital y están invirtiendo donde están estos valores”, comenta a Forbes.

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La discusión sobre por qué ser más sostenibles resulta creando mayores retornos de inversión en el largo plazo es quizás uno de los temas que sigue ganando relevancia, incluso desde el punto de vista del consumidor. Leonardo De Lella, Partner de Boston Consulting Group, detalla que han identificado que entre un 50 y 70% de los consumidores latinoamericanos están dispuestos a pagar más por un producto o servicio que sea más sostenible, dependiendo de la industria y el tipo de producto.

“En Colombia, el 76% de los encuestados asegura que la sustentabilidad tiene una alta importancia en el día a día de los consumidores. Sin embargo, tan solo el 36% de los ejecutivos cree que los clientes están dispuestos a pagar más por productos de cero emisiones. Es decir, la mayoría de los ejecutivos subestiman la disposición de los consumidores a pagar extra por productos más sostenibles, lo que puede representar una oportunidad para las empresas que primero llevan al mercado este tipo de productos”, agrega De Lella.

Cuellos de botella

Pero algunos de los más importantes retos que afronta el mundo en materia de sostenibilidad son culturales. Tanto en las sociedades, como dentro de las organizaciones. Rengifo, de Cecodes, sostiene que es necesario que las compañías interioricen las temáticas, a través del entendimiento de los conceptos y la comprensión de los verdaderos beneficios que trae para el negocio actuar bajo este marco conceptual.

“Si hablamos de tendencias podemos mencionar el cero neto en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), la economía circular, los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) y la diversidad e inclusión; pero si no entendemos el por qué estas “tendencias” son beneficiosas para el negocio, sus implicaciones e impactos, serán simplemente tendencias sin estrategia de negocio”, argumenta el líder gremial.

Si bien muchas empresas están comprometidas con reducir sus emisiones, una de las principales dificultades que están afrontando tiene que ver con la implementación de modelos operativos que le permitan llevar a cabo la descarbonización, explican desde BCG. En la región, según una encuesta que realizaron, el 28% de las organizaciones participantes reconocieron no haber alcanzado ni siquiera el 25% de los objetivos que se plantearon durante los últimos cinco años y el 37% apuntaron que solo materializaron entre el 25% y el 50% de sus ambiciones.

“Esto ha demostrado que las buenas intenciones no son suficientes, sino que es necesario el desarrollo de modelos robustos que permitan ejecutar las iniciativas de descarbonización, medir el impacto y finalmente cumplir con las metas definidas”, agrega De Lella a Forbes. “No cumplir con un compromiso de sustentabilidad puede ser peor que no hacer el compromiso en primer lugar, ya que daña la credibilidad de una empresa”.

Para no caer en ambigüedades y estrategias sin resultados, los expertos coinciden en la necesidad de llevar las metas a la realidad. Para eso, dicen, se deberían crear esquemas de implementación que diseñen los procesos, den seguimiento al plan y midan los resultados.

Pero no es tan fácil como parece. Desde Deloitte señalan que hacer sostenible el plan estratégico de una organización requiere inversión y, por tanto, financiamiento. Sin embargo, “aún los empresarios no ven claramente los beneficios de la ejecución de dichas inversiones”. Esto genera que si bien hay preocupaciones latentes por quienes toman decisiones dentro de las compañías, en la práctica no se aceleran planes para reconstruir sus modelos de operación.

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Por ahora se ha evidenciado que en Latinoamérica se ha despertado un gran interés por tener prácticas cada vez más sostenibles, aun en un contexto donde existen otros retos sociales y económicos de mayor urgencia en el corto plazo. La presión ejercida por las regulaciones y los problemas ambientales se ha intensificado, obligando a las empresas a tomar acción pronto.

Advierte Aurrecoechea, de Deloitte, que precisamente ya son varios factores los que ejercen presión sobre las empresas. Por eso, se hace urgente que se adopten planes para responder a las expectativas ambientales y sociales críticas, en un momento en el que se pide a gritos la reconstrucción de los modelos de negocios, pues dicho factor es y será clave para que puedan tomar posición en sus mercados.