El gobierno de Gustavo Petro quiere darle un nuevo rumbo a la empresa más grande de Colombia, enfocando su visión en el desarrollo de energías renovables. Para lograrlo prevé mover fichas en la junta directiva, establecer un nuevo plan estratégico y ponerle fin a la investigación de fracking en el país. Sin embargo, no es tan fácil como parece, pues algunos cambios radicales traerían más problemas que soluciones.
El futuro de Ecopetrol está en las energías limpias. Esa fue una de las conclusiones que quedaron del discurso del presidente Gustavo Petro, que el pasado 17 de agosto fue al parque solar San Fernando, ubicado en el Meta. Junto a la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, el jefe de Estado ratificó la importancia de diversificar el portafolio energético de la empresa y avanzar hacia una producción de “energía barata sin afectación al medio ambiente”.
Las declaraciones de Petro no causaron sorpresa, pero sí interrogantes. El mandatario prometió en campaña un gobierno de transición, en el que, según él, se pasaría de “una economía extractivista hacia una economía productiva”. Quieren un modelo que ya no dependa del gas ni del petróleo, sino del turismo, la agroindustria y las energías renovables.
Aunque de entrada en esas declaraciones Petro dejó claro la importancia que tiene Ecopetrol para el país, son varias las preguntas que han surgido en los últimos días sobre el nuevo rumbo que tendrá la empresa más grande de Colombia. No solo por los ajustes que se le podrían dar a la estrategia 2040 “Energía que transforma” –anunciada este año–, sino por algunas aristas que entrarían a revisión como es el caso de los no convencionales en Estados Unidos o los pilotos en Colombia.
Motivado por un discurso ambientalista, Petro ha llegado a imponer nuevas reglas a un sector en recuperación y en el que Ecopetrol brilla con luz propia. En 2021, gracias a una apuesta por diversificar sus negocios, una estricta disciplina de capital y un mejor ambiente de precios, la compañía logró utilidades de $16,7 billones, las más altas en su historia. De manera sorpresiva, tan solo seis meses después, registró una ganancia neta de $17 billones, con ingresos por $76 billones.

“Es una utilidad récord que ya es superior a la de los 12 meses del 2021”, dijo en ese momento Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol. “Del segundo trimestre del año pasado pasamos de 661.000 a 705.000 barriles, un poco más de 40.000 barriles de incremento en la producción. Vemos una senda de crecimiento y esto es una demostración de que estamos cumpliendo”.
Con los resultados obtenidos hasta el momento, es claro que la organización se ha convertido en la ‘gallina de los huevos de oro’. El año pasado, por ejemplo, le entregó a la Nación dividendos por casi $10,2 billones, y este año la cifra podría doblarse superando incluso los $20 billones, un dinero que llega en un momento apremiante, ahora que se buscan nuevos recursos para financiar la política social de los próximos cuatro años.
Si bien es evidente la buena administración de la petrolera, que incluso confirmó que al cierre de junio logró un indicador deuda bruta/Ebitda de 1,6 veces y un retorno sobre capital empleado del 17,1%, el gobierno de Petro ha ratificado que quiere darle a la organización un nuevo aire, en su objetivo por hacerla más competitiva. Esto sin duda imprime varios retos, que van desde cambios directivos hasta ajustes en el modelo operativo de la organización.
Una nueva era
Para nadie es un secreto que los primeros pasos se darán con un revolcón en la junta directiva de la petrolera. El ajuste en los estatutos, que se dio en el marco de la última asamblea celebrada en la administración Duque en marzo, causó llaga en el presidente Petro, por lo que se prevé que en la próxima reunión del 24 de octubre se incluyan miembros a la junta para darle un nuevo aire a la empresa.
En este momento, la junta está conformada por Luis Guillermo Echeverri, Cecilia María Vélez; Germán Eduardo Quintero; Hernando Ramírez; Carlos Gustavo Cano; Sergio Restrepo; Luis Santiago Perdomo y Esteban Piedrahita. Al primero que se le pediría la renuncia sería a Echeverri, ficha política del anterior gobierno y quien ingresó a ese cargo en 2019. A su vez, se buscaría la salida del abogado Quintero, de Cecilia Vélez y se ocuparía el espacio de Juan Emilio Posada.

La junta directiva es elegida por la asamblea general de accionistas, donde la Nación es mayoritario con el 88,49% y los minoritarios con el 11,51%. Si los miembros no presentan su renuncia, el Ministerio de Hacienda tendrá que hacer una nueva reforma a los estatutos, de cara a presentar una nueva plancha que le permita mover su ajedrez.
María Camila Orbegozo, directora de Análisis Sectorial y Sostenibilidad de Investigaciones Económicas Corficolombiana, detalla que estos cambios suponen cierta incertidumbre sobre lo que pasará con el gobierno corporativo. “La visión que se tiene desde los mercados y los inversionistas es que hay mayor incertidumbre sobre los cambios que tendrá la empresa, pues no se conoce cuál será el futuro del negocio”.
Con la reforma a los estatutos y las nuevas fichas del gobierno en junta, se podría dar un relevo en la presidencia, un factor que imprime mayor nerviosismo a los mercados. Ocampo ha reiterado que Bayón es un “gran técnico”, que le ha dado “resultados extraordinarios a Ecopetrol”, pero también ha criticado que el presidente actual no comparte la estrategia planteada por el gobierno de cero apuesta al fracking.
Desde que en 2007 Ecopetrol se convirtió en una empresa pública, la compañía ha logrado transformar y desarrollar un gobierno corporativo sólido, que incluso es resaltado por las calificadoras. En 2018, por directriz de la Ocde, el Ministerio de Hacienda, Planeación Nacional y Ministerio de Energía dejaron de participar en la junta, una movida que le ha permitido a la organización establecer un plan estratégico con visión a largo plazo y sin tintes políticos.

¿Del petróleo a la energía?
Los cambios en gobierno corporativo, la mayor disciplina de capital, el ahorro y las eficiencias le han permitido a Ecopetrol ser hoy uno de los conglomerados energéticos más grandes de América Latina, incluso por encima de Petrobras (Brasil) o Pemex (México). Este año, a través del slogan ‘Energía que Transforma’, anunció su plan estratégico al 2040, con el que buscará aumentar la oferta de gas, la exploración costa afuera, el recobro mejorado, las energías renovables, el segmento de refinación y el desarrollo de los yacimientos no convencionales.
La multilatina, que tiene negocios en toda la cadena de hidrocarburos, así como en vías y telecomunicaciones, a través de ISA, ha dicho que invertirá entre US$5.200 millones y US$6.000 millones al año para cumplir estos compromisos. Esto le permitirá consolidar su apuesta en la provincia gasífera del mar Caribe, avanzar hacia la conquista de nuevos mercados y acelerar el desarrollo de nuevos parques solares por todo el país.
Sin embargo, los planes energéticos que ha definido el nuevo gobierno podrían ponerle mayor estrés al cumplimiento de estas metas, pues en esta transición energética se necesitará incentivar una mayor producción, nuevos contratos y la posibilidad de que siga operando en el Permian, la cuenca de no convencionales más grande del mundo.
“Está bien que Ecopetrol piense, como lo vienen haciendo todas las petroleras del mundo, en profundizar las metas de carbono neutralidad. Sin embargo, eso implica que necesariamente debe aumentar su matriz de autogeneración, especialmente de energías renovables: llevar los 400 megavatios que hoy tiene a 2.000 megavatios. Eso es muy complejo en el corto plazo”, destaca Julio César Vera, expertos en hidrocarburos.
De acuerdo con el plan de la empresa, en el largo plazo se busca fortalecer el ebitda a través de la maximización de las reservas y la producción, buscando resiliencia y competitividad. De hecho, en escenarios normales, se prevé una producción cercana a los 850.000 barriles promedio día en el 2030, aún en escenarios moderados de precios entre US$45 a US$55 por barril. No obstante, en el eventual escenario que se cierre por completo la oportunidad de firmar nuevas obligaciones, las estimaciones podrían cambiar, quedando a la expectativa de que los nuevos contratos ya pactados tengan éxito en su desarrollo comercial.
Sergio Cabrales, profesor de la Universidad de los Andes y consultor de la industria minero-energética, argumenta que reemplazar el negocio de los hidrocarburos por energía no tiene sentido, pues no la rentabilidad no es similar. Añade que sin duda la empresa ha avanzado en materia de energías renovables, pero es necesario que continúe explorando y produciendo para financiar las inversiones de la transición.
Uno de los ejes que preocupa a los analistas es el desarrollo del gas, pues la empresa ha dicho que al 2040 quiere acelerar su producción propia, buscar nuevas opciones de comercialización e incursionar en regasificación y almacenamiento. Ya ha hecho la tarea en el mar Caribe, pero sin duda dependerá de la hoja de ruta que trace el gobierno central para desarrollar nuevas inversiones exploratorias en el Piedemonte Llanero y el norte del país.
“Hay que tener presente cuáles son las perspectivas de ingresos y utilidades futuras de la compañía, teniendo en cuenta que es un ingreso fiscal importante para el gobierno. Particularmente se entiende la argumentación que se debe transitar hacia otros negocios, pero se debe aterrizar muy bien sobre qué representaría para el país”, añade Orbegozo.
Ecopetrol ha avanzado en entrar al negocio de la energía en los últimos dos años, pero con fuentes de autogeneración para sus propios campos. Si bien Petro dice que ahí está el “futuro”, lo cierto es que el eventual escenario que quiera competir en este mercado tendría impedimentos regulatorios que no se lo permitirían.
La razón, según explica Orbegozo, es que Ecopetrol es dueño mayoritario de ISA, por eso no “podría participar en el negocio de generación”. Esto hace que tenga una restricción regulatoria y que no pueda sustituir los hidrocarburos por la venta de energía. “Hasta la fecha los planes de inversión que tiene la compañía están asociados a la autogeneración. Acá hay un tema más profundo para analizar”, sostiene.
¿Y el fracking?
Uno de los temas indiscutibles para el nuevo gobierno es el fracking. En Colombia, acaban de radicar un proyecto de ley para prohibir por completo esta técnica, pero la experiencia muestra que sin duda es una de las mejores unidades de negocio que tiene Ecopetrol en este momento.
Desde 2019, la firma ha realizado fracking en Estados Unidos, una experiencia que le ha permitido conocer aún más sobre no convencionales y la cual le ha aportado alrededor de 60.000 barriles de petróleo equivalente a través de la perforación de más de 100 pozos al año. Según ha dicho Bayón, hoy el negocio más rentable que tiene la compañía es el fracking en Estados Unidos, pues el margen Ebitda es de más del 85% y desde que arrancaron la operación se ha generado un Ebitda de casi US$400 millones.

No es claro si el Gobierno permitirá que la empresa más grande del país continúe con esta práctica en Estados Unidos, ahora que le busca poner freno a los pilotos en el país. Lo cierto es que se trata de un negocio que aporta año a año millonarios recursos a Colombia para que se puedan financiar programas sociales, infraestructura y educación, entre otros.
#NuestraRevista | Este es un artículo publicado en nuestra edición de la revista Forbes Colombia de septiembre. Si desea recibir esta información de primera mano en nuestra revista física, ingrese aquí para suscribirse.