El presidente Gustavo Petro aseguró que el aumento en las tasas de interés no es efectivo para frenar la inflación. No es el primero de los presidentes de Colombia que le apunta sus críticas al Banco Central.
Ya parece una tradición enrostrarle al Banco de la República sus decisiones de política monetaria y cambiaria como una forma de atizar el debate económico. Esta vez la polémica es por las tasas de interés en Colombia y la inflación.
Obviamente el presidente Gustavo Petro no se iba a quedar callado, pues la situación que estamos enfrentando en materia económica es muy preocupante. A través de su cuenta de Twitter el primer mandatario puso en tela de juicio la decisión del Banco Central de Colombia de aumentar sus tasas de interés de manera agresiva. En la más reciente Junta, el incremento fue de 100 puntos básicos, colocando el costo del dinero en la ventanilla del Emisor a 10%.
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Obviamente el tema resulta muy sensible en un contexto en el que todas las fuerzas apuntan hacia la desaceleración de las economías colombiana y mundial.
Uno de los logros de la política monetaria en el país a lo largo de los últimos 20 años es que cambió su carga magnética y se volvió contracíclica. Esto significa que cuando la economía se recalienta, las tasas suben y la liquidez se reduce; mientras que cuando la economía se desacelera, las tasas bajan y la liquidez aumenta.
No obstante, ahora mismo el país podría entrar en una nueva fase en la que la política monetaria sería procíclica y esa es una de las preocupaciones que le asiste al Presidente Petro: atacar la inflación sin éxito, pero desacelerando la economía y llevándola prácticamente a crecimiento cero. Ya las estimaciones del Emisor muestran que el otro año, Colombia crecería menos del 1%. Ese mensaje es muy preocupante.
Sin embargo, los expertos defienden la posición del Banco, porque demorar más el aumento de tasas puede resultar muy problemático si las expectativas de precios entre los agentes siguen al alza: después se necesitarían aumentos más drásticos y una política monetaria más draconiana para volver a alinear los astros. Eso, en pocas palabras, significaría infligirle una recesión al país.
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Pero esta pelea ha sido reiterada en Colombia. Desde el Gobierno Samper, ha habido capítulos de la historia económica en los que las tensiones han sido enormes entre la Casa de Nariño y la Junta del Banco.
Durante la administración Samper, el ministro de Hacienda Guillermo Perry estuvo pensando en una reforma al Emisor en el Congreso para que además de la inflación, el Banco mirara otras variables como el crecimiento y el empleo y se pudiera dar una mayor coordinación de la política económica. Pero eso nunca se concretó. Sin embargo, las desavenencias entre el Ministro y la Junta eran evidentes: el Gobierno señalaba al Banco por subir tasas y el Banco insistía en la necesidad de que se redujera el gasto público como fórmula para ayudar en el control de la inflación.
Luego los episodios fueron más críticos durante el gobierno de Álvaro Uribe. Pero en ese momento las discusiones más duras fueron por la tasas de cambio: el dólar llegó a tocar mínimos de $1.700 en 2008 y ese proceso de revaluación empezó a afectar a los sectores exportadores del país y a la industria que veía cómo le llegaba competencia del exterior a precios muy bajos.
Por eso, el máximo líder del centro democrático arreció en sus críticas desde la Casa de Nariño contra el Banco, pidiendo una devaluación del tipo de cambio que aliviara las cargas de la producción nacional. Ante la indiferencia de la Junta, el propio Presidente Uribe tuvo en sus manos un borrador de decreto para intervenir el tipo de cambio. Así lo recuerdan varios protagonistas de la época. El presidente se abstuvo porque fueron muchos los que le dijeron que sería un error garrafal acudir a una medida administrativa de ese tipo.
Juan Manuel Santos e Iván Duque tampoco estuvieron al margen. En varias oportunidades, ambos mandatarios pidieron al Emisor reducir las tasas de interés en Colombia para impulsar la economía.
No obstante, hasta el momento estas grandes presiones no se han concretado en buena parte por la independencia de la Junta y por la sensatez de sectores empresariales y expertos que han advertido sobre lo problemático que sería reformar la actual institucionalidad del Emisor.
El presidente Petro la tiene muy complicada: a menos que algo extraordinario ocurra, no podrá nombrar codirectores de la Junta sino hasta finalizar su segundo año de mandato. Así, por ahora solo le queda el expediente de enviarles mensaje a los codirectores con el Ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien preside la Junta. De hecho, en la más reciente reunión, cuando se subieron las tasas al 10%, solo hubo un voto por un alza más moderada de 50 puntos básicos. Lo que los observadores suponen es que ese solitario voto fue del Ministro Ocampo. Ello revela que en esa pelea por las tasas de interés, el Gobierno está solo.