Cali emerge como el epicentro cultural de Latinoamérica que, al ritmo de las percusiones, los trombones y el saxofón marca nuevas claves para soñar.
En Cali no solo se baila salsa, también se vive, se respira y se sueña con este ritmo afrocaribeño que se originó en las calles de Nueva York, pero se arraigó en las entrañas más profundas de esta ciudad. Ahí la herencia de la migración y el mestizaje se ha traducido en interpretaciones culturales ricas en sabores, colores y ritmos, las cuales se han conformado como características únicas del destino.
Mientras bailarines profesionales viajan por el mundo conquistando, con sus figuras más refinadas, destacados certámenes internacionales, los más jóvenes suspiran ante la sola idea de un día ser ellos quienes se presenten en los grandes espectáculos mundiales.
Estos singulares matices, en parte, le ha permitido a Cali obtener distintos premios, entre ellos los World Travel Awards como: Destino Ciudad Cultural Líder de Sudamérica 2022, o ser reconocida como la capital mundial de este ritmo; que seduce a cualquiera, en cuanto las caderas y los pies comienzan a moverse y la noche reclama su lugar.
“No solo es bailar y disfrutar. Aquí cuando hablamos de experiencias turísticas en salsa, se hace referencia a todas las personas que elaboran los instrumentos musicales para las diferentes orquestas, de estos grupos musicales, de quienes confeccionan los vestidos, los zapatos y el maquillaje para los bailarines”, comenta Stefanía Doglioni, secretaria de Turismo de la ciudad de Cali.
Incluso, el Ministerio de Cultura reconoció a 43 ecosistemas de la salsa
caleña como Patrimonio Inmaterial de Colombia. Esta atmósfera, que palpita con fuerza por toda las calles y se niega a morir al llegar el día, no solo es resultado de los esfuerzos del gobierno. “Del otro lado, están las apuestas privadas, entre ellos, Delirio, Ensalsate y Mulato Cabaret, a través de los cuales se ha posicionado a la
ciudad como un destino en donde se encuentran este tipo de espectáculos, todos ellos de talla mundial”, resalta Gilberto Salcedo, vicepresidente de Turismo en ProColombia, organismo que a través de esta propuesta ha podido promocionar los destinos de Cali y todo el pacífico colombiano a escala internacional.
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Las capacidades del arte
Pero esta región, que sabe a mar y selva, también se ha erigido como el epicentro cultural de Latinoamérica
A decir de Salcedo, tiene todo para seguir aprovechando estos atributos y crecer resguardando su entorno.
Lo cual tienen claro las autoridades de turismo del destino, pues saben que el cuidado de la naturaleza les ayuda a impulsar procesos sostenibles, así como sociales. Esto último ha ayudado a transformar, poco a poco el rostro urbano de Cali en áreas como la Comuna 20, en donde antes se enfrentaban diversos problemas sociales; sin embargo, en el último año y medio se ha impulsado un fuerte programa conocido como “Turismo al Barrio” para que, por medio del arte se recuperen los espacios públicos y se posicionen como sitios atractivos para los visitantes.
“Queremos extender este programa a otras zonas de la ciudad. El próximo año vamos a trabajar en Comuna 1, con un tema más de naturaleza, y en la Comuna 17, de manera específica en el barrio obrero, que es el lugar en donde se consolidó la influencia de la salsa en Cali”, comenta con entusiasmo Stefanía Doglioni.
De forma tradicional, durante el segundo semestre del año el destino emerge como un fiesta interminable. De acuerdo con los entrevistados, es en esta época cuando ocurren, al menos, una decena de eventos culturales, mismos que se han posicionado como un referente a nivel nacional e internacional.
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“Los tres que más visitantes atraen son el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, la Feria de Cali y el Festival Mundial de Salsa”, resalta Doglioni. Pero las expresiones artísticas en el destino extienden sus fuertes ramas hasta el teatro, el cine, el ballet y el arte contemporáneo.
Esta metrópoli y Colombia saben que poseen en dichas manifestaciones artísticas una de las experiencias de viaje más importantes para atraer visitantes de distintas latitudes. El turismo cultural –asegura ProColombia– tiene una gran capacidad transformadora, que permite a las comunidades darle un nuevo significado al pasado y a la historia.
Así, mientras los nuevos visitantes practican el punta y talón, la punta Garza, los dinos o la clave, la ciudad palpita al ritmo de las artes.
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