La alta inflación, las decisiones de política monetaria y la guerra entre Ucrania y Rusia muestran un oscuro panorama para la economía mundial en 2023. Ya se encienden las alertas de una posible recesión, pero todo parece indicar que no se vivirá en Colombia. Análisis.
Cuando el presidente del Banco Mundial, David Malpass, habló por primera vez sobre los riesgos de una posible recesión mundial en 2023, sus proyecciones parecían difíciles de creer. Para ese momento, los bancos centrales empezaban a subir las tasas de interés y el panorama mostraba una desaceleración natural, pero sin mayores impactos en las economías en desarrollo.
Lo que parecía un escenario lejano meses después entró a la discusión de los analistas y los organismos multilaterales. Uno de los primeros que volvió a tocar el tema fue el presidente ejecutivo de JPMorgan Chase & Co, Jamie Dimon, quien en un canal de televisión en Estados Unidos reiteró que la economía mundial sí podría entrar en recesión a mediados del próximo año.
Según explicó Dimon, la inflación “galopante”, las aceleradas subidas de tasas, la guerra entre Rusia y Ucrania y los efectos desconocidos de las políticas de la Reserva Federal (FED) mostraban indicadores de que la economía entraría en cuidados intensivos en 2023, pese a que no sería al mismo ritmo registrado en 2020.
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Las alarmas se encendieron y esta semana el Fondo Monetario Internacional (FMI) sentenció lo que ya estaba en boca de los economistas: “lo peor está por llegar” y el exceso de un ajuste monetario corre el riesgo de hundir a la economía global en una recesión. De acuerdo con el FMI, el mundo atraviesa una serie de problemas turbulentos, que dependerá de la calibración adecuada de la política monetaria, el curso del conflicto entre Ucrania y Rusia y la posibilidad de que no se vuelvan a presentar golpes del lado de la oferta, como sucedió tras la pandemia.

Con los vientos en contra y a poco menos de tres meses de culminar el 2022, el Fondo Monetario Internacional proyecta que al cierre de este año la economía mundial crecería un 3,2%, mientras que en 2023 se reduciría a 2,7% en total. Calcula, incluso, que aproximadamente una tercera parte de la economía mundial afrontará dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, lo que implicaría de tajo una recesión.
Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico y director del departamento de estudio del FMI, detalla que los choques de este año reabrirán las heridas económicas que solo se curaron parcialmente después de la pandemia. “En resumen, lo peor está por llegar y, para muchos, 2023 se sentirá como una recesión”.
El Banco Mundial explica que los bancos centrales de todo el mundo siguen subiendo las tasas con un “grado de sincronización no visto en las últimas cinco décadas”, una tendencia que, destacan, probablemente continuará hasta el primer trimestre del próximo año. No obstante, aclaran que quizás estas decisiones de política monetaria no serán suficientes para reducir la inflación, por lo que se verán efectos importantes tanto en las grandes economías como en los países de desarrollo.
“Como consecuencia de una política monetaria restrictiva tanto en países desarrollados como en países emergentes, las demanda de buena parte de los países del mundo se va a ver afectada con el fin de controlar la inflación”, reitera a Forbes Munir Jalil, economista jefe para la región Andina de BTG Pactual. “En este escenario existe la posibilidad de una reducción en la demanda de tal magnitud que muchos países entren en procesos recesivos”.
Aunque por ahora este no es el escenario base, según Munir, es un panorama oscuro que ha venido tomando fuerza recientemente por las presiones inflacionarias que se siguen registrando, impactando a los hogares pobres y más vulnerables (en las economías emergentes).

El FMI explica que las economías desarrolladas crecerían 2,4% este año y 1,1% el siguiente. Para el caso de Estados Unidos, el crecimiento del PIB se expandiría solo 1,6% en 2022 y 1% en 2023, mientras que para la eurozona llegaría a un crecimiento de tan solo 0,5% en 2023.
Maria Camila Orbegozo, directora de análisis sectorial y sostenibilidad de Corficolombiana, detalla que se vislumbra un contexto externo desafiante: “En la medida en que las presiones inflacionarias en las principales economías globales han derivado en incrementos de tasas de interés de los bancos centrales y en un proceso acelerado de normalización monetaria”.
“Además del contexto de menor crecimiento global, y de nuestros principales socios comerciales en particular, prevemos que en 2023 tendremos una moderación del consumo privado, por los altos precios y tasas de interés, y menores niveles de inversión privada”, comenta Orbegozo.
¿Colombia se salva de la recesión?
Pese a que el escenario global no pinta nada bien, Colombia se enfrenta a dos caras de la moneda: por un lado, se posiciona como una de las economías que mejores proyecciones de crecimiento tiene en Latinoamérica y el Caribe este año.
De acuerdo con el FMI, el país crecería muy por encima del promedio de la región, con una proyección de 7,6% este año. En orden, le seguirían Venezuela (6%), Uruguay (5,3%), Argentina (4%), Bolivia (3,8%), Ecuador (2,9%), Brasil (2,8%), Perú (2,7%), Chile (2%) y Paraguay (0,2%). Sin embargo, se prevé que el próximo año Colombia pierda el liderato en la región, con 2,2%, siendo uno de los registros más bajos del grupo, junto a Argentina (2%), Brasil (1%) y Chile (-1%).
Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, detalla que 2023 será un año muy difícil. “Considero que hay tres temas críticos para el próximo año: la consolidación fiscal, pues Colombia continúa con un déficit alto y nuestra percepción de riesgo país ha aumentado; el segundo tema es la inflación, que empieza a subir las expectativas de IPC para el próximo año; y el tercer elemento es crecimiento económico. Será un año difícil en un contexto internacional complejo”.
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El Banco de la República compartió hace unos días sus perspectivas de crecimiento económico para 2022 y 2023, destacando que las cifras estarán en 7,8% para este año y 0,7% para el próximo. Su estimado ya pone un escenario complejo, en línea con lo que esperan los analistas. De hecho, BTG pactual agrega que la cifra podría estar en un 1.4%, Corficolombiana en 1,8% y BBVA estima un 0,7%.
“Quizás no lleguemos a recesión en Colombia en 2023, pero ciertamente vamos a tener un 2023 de crecimiento muy bajo por niveles del 1%”, reitera el exministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo.
Orbegozo, de Corficolombiana, coincide con Restrepo y argumenta que “el contexto externo y las condiciones de financiación local más restrictivas nos llevarían a una desaceleración pronunciada de nuestro crecimiento, más no necesariamente de recesión, a menos que las condiciones que se prevén se recrudezcan”.
Los analistas explican que Colombia no entraría a recesión económica, pero todo dependería de si se da una desaceleración más fuerte de la economía global, los nuevos choques inflacionarios por problemas de suministro y los mayores precios de materias primas, así como los riesgos políticos regionales e internacionales, que, en resumen, “podrían deteriorar en mayor magnitud el panorama”.
Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research para Colombia, comenta que después del incremento en la tasa de intervención, se prevé que se mantendrá inalterada hasta septiembre de 2023, “cuando el menor crecimiento económico y la reducción de la inflación y las expectativas de los precios disponga la oportunidad para reducir el costo del crédito de hasta 9,5% en 2023 y 6,0% en 2024”.
En cuanto al dólar, añade, las tensiones internacionales y los desbalances macroeconómicos internos (los déficits fiscal y externo) seguirán presionando la devaluación de la moneda, por lo que se espera que la TRM se mantendrá en niveles elevados, arriba de los 4.500 pesos en 2023 y 2024.
Riesgo país, muy alto
Uno de los indicadores que preocupan es la percepción sobre el riesgo de Colombia evaluada por los analistas del mercado a través de los Credit Default Swaps, o más conocidos como CDS. Según Germán Cristancho, gerente de Investigaciones Económicas y Estrategia de Davivienda Corredores, la prima de riesgo país de Colombia a 10 años, medida por los CDS en dólares, alcanzó los 429 puntos básicos, su nivel más alto desde marzo de 2009.
Esto indica que para Colombia es más difícil conseguir la financiación que necesita, por lo que es un indicador que mide el riesgo soberano de un país. En resumen, dicen los analistas, es necesario conjugar los mensajes de política pública para cumplir con la regla fiscal, un factor que motivaría a la inversión extranjera y daría una mejor percepción internacional.
“El riesgo país de Colombia se encuentra en niveles inclusive mayores a los de países como Brasil, quién a los ojos de las calificadoras de riesgo tiene una calificación crediticia mucho menor que la de Colombia”, complementa Munir. “Esta situación obedece a una percepción de incertidumbre que tiene el mercado sobre la capacidad que tendrá el país para mejorar sus indicadores fiscales en los años siguientes”.
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“Lo más importante es no aumentar el nivel de endeudamiento, con una deuda que supera el 60%. Será muy difícil bajar la deuda porque el costo financiero cada vez es más alto, pero anuncios como los del gobierno hay que mirarlo con pinzas. Lo más adecuado ahora para Colombia será mirar nuevas fuentes de financiamiento para los planes que prevén ejecutar”, concluye Ballén.
Los expertos coinciden que el panorama es complejo, pero Colombia podría salir avante si se toman las decisiones adecuadas. Sin embargo, detallan que habrá que ver cómo evolucionan los choques externos, por lo que será necesario continuar evaluando la situación fiscal y monetaria de los países en desarrollo.
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