Los jóvenes no solo quieren generar transformaciones sociales positivas, también quieren convertir sus ideas de soluciones. El gran problema, es la falta de mentorías y espacios de apoyo para hacerlo. ¿Cómo cambiar el panorama?

Hace ya décadas se relaciona a la juventud con el activismo y el deseo de cambio. Pero los jóvenes de hoy no solo están motivados a generar transformaciones sociales positivas, también tienen disponibles herramientas sin precedentes para trabajar por los temas que más les preocupan.

Muestra de esto, son los miles de jóvenes líderes en el mundo que, con plataformas digitales, aplicaciones y nuevas tecnologías han convertido sus ideas en soluciones reales para su comunidad y así contribuir, por ejemplo, a reducir la brecha de género, aumentar el empleo o incluso promover el acceso a educación de calidad en poblaciones que históricamente han estado marginadas.

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Aún así, el aumento de herramientas para que los jóvenes implementen sus ideas no hace que el proceso sea sencillo. En muchos casos, la falta de mentoría, capital, experiencia en innovación, acceso a tecnologías o visibilidad mediática atrasa o frena proyectos interesantes que buscan aportar a grandes retos globales.

En particular es fundamental el fomento a la innovación para que los sueños de los jóvenes alcancen todo su potencial y generen mayor impacto social. En ese punto, vale la pena preguntarnos por el rol del sector privado. Según Dani Rodrik, profesor de la Universidad de Harvard, aunque la participación de las empresas en el gasto total en Investigación y Desarrollo (I+D) supera el 70% en países como Estados Unidos y Corea del Sur, es el sector público el que proporciona la infraestructura social y educativa para la innovación privada.

Así, aunque las compañías cumplen un rol fundamental, la innovación se construye desde las sinergias entre ambos sectores. Esto es aún más relevante para Latinoamérica, pues aunque tiene sus propias dinámicas, la región se mantiene rezagada en el avance de inversiones en I+D, según el último Índice Mundial de Innovación, por lo que este panorama debería convertirse en un incentivo para que las compañías le apuesten al liderazgo juvenil y, en esa vía, a la innovación.

Estoy convencido de que el rol de las empresas debe estar enmarcado en su vocación y propósito, pero puede trascender el core de su negocio y trasladar sus fortalezas para cerrar brechas que se encuentran los jóvenes en estos procesos creativos. En ese sentido, para comenzar debemos ver a las nuevas generaciones como actores principales, valorando el conocimiento de primera mano de sus comunidades y el potencial que tienen para brindar soluciones novedosas a los problemas sociales.

También es fundamental encontrar espacios para trasladar la experiencia del sector privado y apoyar los procesos de formación de la juventud. Por ejemplo, los líderes de las grandes compañías pueden convertirse en mentores para cultivar el talento de los jóvenes y alentar a los que están pensando en estrategias creativas ante los desafíos actuales. Al mismo tiempo, las organizaciones pueden compartir sus plataformas de divulgación y su capacidad de amplificación para darles más fuerza a ideas con gran potencial.

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Cada compañía puede buscar las estrategias idóneas para aliarse con los jóvenes y no hay una única receta para aportar en este sentido. Donaciones, programas de talento e incluso competencias pueden impactar en el fomento de la innovación en las nuevas generaciones. Hay casos como ‘Semillas para el futuro’ de Huawei y Heineken para acelerar emprendimientos en eficiencia energética, o ‘Come In’ de Prosegur, para apoyar los emprendimientos en seguridad y tecnología; y no puedo dejar de mencionar VOCES, la iniciativa del Grupo Credicorp para que los jóvenes postulen ideas con alto potencial para generar soluciones en empleo, educación e inclusión financiera a través de la digitalización.

Más allá de las estrategias del sector privado, la clave es aumentar el reconocimiento de la innovación en jóvenes como una forma directa de contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, al crecimiento de nuestras economías y al bienestar de la región y sus habitantes. Abramos la conversación y pensemos en más caminos para que las ideas de los jóvenes creativos y comprometidos con la realidad de sus países se conviertan en soluciones viables y escalables.

Por: Juan Pablo Galán*
*El autor es Country Head de Credicorp Capital en Colombia.

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