En un mundo preocupado por el cambio climático, la industria aérea ya tiene un plan para reducir su contaminación: el SAF. ¿Cómo es este combustible que prevé cambiar la historia de la aviación comercial?
A medida que los diversos sectores encuentran sus caminos para combatir el cambio climático y promover la descarbonización, son más las alternativas que surgen para alcanzar el tan anhelado “NetZero”, o cero emisiones. La industria aérea, por ejemplo, ya ha trazado una hoja de ruta clara para alcanzar esta meta y prevé adoptar una opción que busca revolucionar el negocio: el SAF.
Aunque en América Latina dicho concepto no se ha popularizado e incluso aún es desconocido por algunos, en Norteamérica, Europa y el Medio Oriente se viene priorizando su desarrollo para uso masivo. Así, lo conocido como “Sustainable Aviation Fuel” (SAF, por sus siglas en inglés) es el combustible sostenible que prevé agitar la forma en la que operan gran parte de las aerolíneas a nivel mundial.
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El SAF, que es un líquido que se puede producir a través de aceites, grasas residuales, residuos verdes e incluso cultivos no alimentarios, reduce en hasta 80% las emisiones de CO2 de la industria y se ha venido consolidando como una alternativa ecológica en un mundo preocupado por el calentamiento global.
Así lo confirma Hemant Mistry, director global de Transición Energética de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (AITA), quien detalla que este tipo de combustible podría contribuir al 65%
de la reducción de emisiones que necesita la aviación para llegar al NetZero en 2050.

Aerolíneas como United Airlines, de Estados Unidos, o Iberia, de España, ya han llevado a cabo vuelos con este tipo de combustible, utilizando aviones Boeing 737MAX o Airbus A320NEO, según la IATA. Desde marzo de 2016 se ha promovido dicha transición al SAF, por lo que hasta el momento el saldo muestra que ya 38 países han adoptado nuevas políticas para el uso de este combustible de transición.
Mistry explica que esta alternativa ha cobrado relevancia en Europa, Estados Unidos y Asia, donde se ha optado por su desarrollo y consumo. Eso ha permitido, según cifras de la IATA, que se hayan operado más de 450.000 vuelos con SAF. De hecho, el creciente número de aerolíneas que firman acuerdos para la compra de este tipo de combustible muestra un horizonte de oportunidades tanto para la demanda como la oferta, en un negocio que se estima mueve alrededor de US$17.000 millones al año con la proyección de llegar a los US$30.000 millones en 2025.
“El creciente número de aerolíneas que firman acuerdos de compra con productores envía una señal clara a los mercados de que se necesita SAF en cantidades mayores. En lo que va de 2022, se han firmado alrededor de 40 acuerdos de compra”, detalla el directivo desde las oficinas principales de la IATA en Ginebra, Suiza.
Los retos
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estima que la producción de combustible de aviación sostenible alcanzará al menos 300 millones de litros en 2022, un aumento del 200% frente al 2021 cuando se registraron 100 millones de litros. Cálculos más optimistas estiman, incluso, que la producción total en 2022 podría alcanzar los 450 millones de litros.
Con estos dos escenarios, desde la IATA se cree que el negocio del SAF está en un punto de no retorno, con un aumento exponencial de la capacidad. Willie Walsh, director general de IATA, destaca que con las políticas adecuadas se podría incentivar mucho más su consumo, alcanzado incluso los 30.000 millones de litros para 2030.
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“Hubo al menos el triple de la cantidad de SAF en el mercado en 2022 que en 2021. Las aerolíneas usaron cada gota, incluso a precios muy altos. Si hubiera más disponible, se habría comprado. Eso deja en claro que se trata de un problema de oferta y que las fuerzas del mercado por sí solas son insuficientes para resolverlo”, reitera Walsh.
El ejecutivo sostiene que es necesario que los gobiernos promuevan incentivos de producción integrales para el SAF. De ahí a que agrega que eso fue parte de lo que se ha hecho hacia las energías renovables, por lo que es importante que haya voluntad política que permita que todos estos cambios se aceleren.

Uno de los retos en ese camino a la masificación, dice Walsh, es que en todos los gobiernos deben haber políticas de incentivos, tanto en su producción como en su uso. La AITA sostiene que hasta que fuentes de energía como el hidrógeno sean menos costosas, se necesitan las refinerías de biocombustibles para la producción de SAF para la aviación.
Una de las recomendaciones que se hace desde el organismo es que los gobiernos impulsen dicha producción, tal y como se ha logrado con el biogás y el biodiesel. Una investigación de la IATA muestra que se han podido identificar más de 100 proyectos en todo el mundo, que abarcan 30 países y más de 70 productores individuales.
Hoy Europa lidera el número de proyectos en ese sentido, pero el continente americano, impulsado por Norteamérica, continúa de segundo lugar, por encima de Asia – Pacífico o el norte de Asia. Mistry reitera que es necesario que todos los actores del negocio lleguen a un acuerdo sobre cómo van a lograr implementar este tipo de soluciones, pues de lo contrario se avanzará pero sin sentido.
*Invitado por la IATA a Ginebra.